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MADRID.- "Un día vi un programa en la BBC sobre los albinos. Algo en mi corazón me dijo que tenía que ir ahí para saber qué pasaba. Me di cuenta de que otra vez más, la gente mata a otras personas por ignorancia". Esa fue la razón por la que Liron Shimoni puso rumbo a Tanzania, la ciudad con una de las tasas más altas de albinismo en el mundo: 1 de cada 1.400 personas es albina, mientras que en el resto del mundo la proporción es de uno cada 20.000.
El antropólogo, documentalista, periodista y fotógrafo israelí exhibe en Madrid del 27 de marzo al 3 de mayo la exposición fotográfica 'Sombras blancas'. Las imágenes, que han recorrido ya ciudades como Londres y Sydney, reflejan la vida de los albinos en Tanzania y han conmovido a miles de personas. "Cuando mi exposición está en algún lugar, siempre me llaman para ayudar. Me preguntan qué necesitan o cómo pueden donar dinero para los albinos. Incluso un médico de EEUU se puso en contacto conmigo para viajar a Tanzania", cuenta Liron.
Shimoni -que ha cubierto otros conflictos sociales como la situación de los niños abandonados en Mongolia que mueren de frío por las bajas temperaturas o el problema que sufren las tribus de Guarao en Venezuela por la búsqueda de petróleo en su río- reconoce que el sentido que le da a su trabajo es el de ayudar a las personas. "En cualquier proyecto que hago, antes que recibir quiero ayudar”, decía. Liron inició este proyecto en el año 2010 con un único fin: facilitar gafas de sol y cremas solares para "salvar la visión de un albino" y "protegerlos de los rayos del sol" para que no sufran cáncer de piel.
El albinismo es una enfermedad genética causada por la falta de melanina, el pigmento responsable del color de la piel, el pelo y los ojos. "Son personas que tienen discapacidades. Pierden su vista en edad muy temprana. Hay muchos albinos que mueren de cáncer antes de los 30 años", contaba Liron.
Son víctimas de una enfermedad que les excluye de la sociedad de Tanzania por una antigua leyenda que dice que las extremidades y órganos de los albinos sirven para curar enfermedades. "En África si hay una persona que tiene problemas sanitarios tiene dos opciones: ir al médico o ir a un brujo", señala Liron.
No solo los albinos sirven para sanar a las personas enfermas. Como cuenta la leyenda, sus extremidades son símbolos de buena suerte. "Si quieres una vida mejor o si quieres encontrar oro en tu tierra, tienes que poner una mano, una cabeza o un pie de albino". Desde el año 2000, aproximadamente 74 niños albinos han sido ejecutados en este país. Son perseguidos, acosados e insultados continuamente.
Shimoni señala que Tanzania cuenta con el mercado de órganos humanos más grande de África. "Viene gente de todo el continente para comprar órganos y dicen que un pie, una cabeza o una mano de albino valen 3.000$". El antropólogo sostiene que la gente que puede permitirse comprar un "trozo" de albino no son gente normal. "La gente en Tanzania gana 30$ al mes. Las personas que quieren los órganos de los albinos son gente de negocios, que tienen dinero y que pagan a otras personas para que los asesinen".
""Viene gente de todo el continente para comprar órganos y dicen que un pie, una cabeza o una mano de albino valen 3.000$", cuenta Liron Shimoni
De las más de 70 muertes de albinos, solo diez asesinos están a la espera de juicio. Shimoni confiesa que "la gente no denuncia, nadie se interesa, nadie pregunta". La comunidad albina no se puede defender con armas porque "cuando vienen dos o tres personas con machetes y secuestran a un niño, no pueden hacer mucho", sentenció el fotógrafo.
Liron cree que el gobierno de Tanzania está intentando mejorar la situación de los albinos. El gobierno ha ilegalizado a los brujos y ha creado colegios internos para proteger a los niños "porque son las "víctimas más vulnerables". Los menores, que tienen que vivir separados de sus familias porque son repudiados por las mismas, no pueden relacionarse con muchas personas ya que "por las tardes tampoco pueden salir a jugar con sus amigos por miedo a ser asesinados", relata Shimoni.
Una niña le decía "soy un monstruo, no un humano". Su padre no la quiere como es. Le repudia. Da mala suerte. La madre de esta menor tuvo que huir con ella y viven juntas hasta ahora.
La situación de los adultos es distinta pero Liron defiende que el gobierno de Tanzania está intentando "cambiar la concepción de los albinos con ayuda de la educación. Los albinos no son fantasmas o demonios. Son gente normal que tienen una enfermedad, no tienen un poder especial", continúa.
Los mayores de edad no pueden vivir en estos centros del gobierno, cuenta Shimoni. "Un hombre de 25 años tiene que vivir durante cinco meses en una habitación de un centro de policía para defender su vida". El fotoperiodista cree que los mayores tienen un gran problema, pero acaban huyendo a las grandes ciudades porque "la gente es más educada y tienen menos miedo cuando viven allí porque la mayoría de víctimas residen en pueblos".
"Es complicado vivir así. Siempre temen por su vida. No pueden encontrar trabajo y no pueden vivir normal en la sociedad". No siempre tienen trabajo, dice Liron, aunque sostiene que pueden trabajar en cualquier sitio.
La capital de Tanzania cuenta con pocos hospitales, pero los pueblos no disponen de asistencia médica. Shimoni compartió uno de los testimonios que más le impactó durante su proyecto. "Un hombre trabaja mucho para conseguir un billete para ir a la capital, que se encuentra a 700 kilometros de su casa. Cuando finalmente llegó al hospital ya era tarde para él".
El antropólogo, periodista y fotógrafo quiere que esta exposición sirva para que haya personas que quieran colaborar con este proyecto. "Yo solo soy una persona que quiere ayudar. Pero cada estudiante, cada alumno, cada universidad, cada propietario de tiendas de gafas de sol, cada uno de ellos salva la visión de un albino. Estas donaciones valen mucho para la comunidad albina".
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