Este artículo se publicó hace 13 años.
Putin replica a la oposición y niega el fraude electoral
El primer ministro dice que las protestas pueden "desestabilizar" Rusia
Vladímir Putin, el actual primer ministro y aspirante a volver al trono del Kremlin en 2012, hizo ayer todo lo posible para dejar claro a los millones de telespectadores rusos que está todo bajo control y que no permitirá la desestabilización del país, tras una semana de protestas contra el Gobierno y por el fraude electoral en las legislativas del 4 de diciembre.
En la ya tradicional maratón televisiva, que duró cuatro horas y media durante las que respondió a 88 preguntas, el hombre fuerte de Rusia apareció en el plató como si saliera de una escena de la plaza de las Catedrales del Krem-lin, en la que recordó que tras las elecciones presidenciales de marzo volverá a tomar formalmente las riendas del país. De hecho el presentador empezó el programa diciendo que las dos últimas semanas habían sido muy intensas en Rusia y que estos días se estaba definiendo el curso político del país.
A pesar de las numerosas denuncias de fraude electoral y la exigencia de la oposición de anular los resultados de los comicios, Putin defendió la victoria de su partido, Rusia Unida, e insistió en que "los resultados de las elecciones reflejan, sin ninguna duda, el auténtico reparto de fuerzas del país". El primer ministro atribuyó el retroceso de la formación oficialista a la crisis económica y minimizó las críticas de fraude diciendo que "la oposición siempre dirá que las elecciones no son justas".
Además, para Putin las protestas recientes son "un intento de deslegitimar los comicios presidenciales" y, para que no se puedan repetir las denuncias de fraude, propuso instalar cámaras web en todos los colegios electorales.
La manifestación opositora del sábado en la plaza Bolótnaya, la más numerosa desde tiempos de la perestroika, centró parte del programa. Al principio el tono del primer ministro hacia las protestas fue moderado; incluso llegó a decir que estaba contento si los jóvenes enérgicos que expresaban su opinión eran "resultado del régimen de Putin".
Pero poco a poco fue subiendo de tono hasta llegar a ridiculizar a los manifestantes diciendo que él creía que la cinta blanca que llevaban en el pecho (simbolizando la transparencia electoral) era un "contraceptivo", lamentó que se dejaran tratar por los líderes opositores como "corderos" e incluso comentó que algunos jóvenes habían acudido por dinero.
El primer ministro declaró que era justo protestar en el marco de la ley, pero dijo que era "incorrecto e inadmisible" que se arrastrara al país a "algún tipo de esquema de desestabilización" y seguidamente recordó la Revolución Naranja en Ucrania.
Injerencia extranjera
Tras las elecciones legislativas, Putin ya acusó a la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, de instigar las protestas opositoras en Rusia. Ayer el mandatario abogó por "reforzar el sistema político" para que este "sea independiente de convulsiones de fuera y de ciertos aventureros que desde el exterior intentan filtrarse e influir en nuestros procesos políticos internos".
Continuando con su retórica agresiva, el jefe de Gobierno implicó a Washington y a otras potencias extranjeras en la muerte del dictador libio Muamar Gadafi, diciendo que "los aparatos no tripulados, incluidos de EEUU, atacaron el convoy", y condenó que la intervención occidental contribuyera a eliminar al tirano sin juicio ni investigación.
Además aprovechó para preguntar si "eso es democracia", refiriéndose a las imágenes de Gadafi muerto. También habló de la comparación que hizo el senador estadounidense John McCain, quien dijo que a Putin le esperaba el mismo destino que a Gadafi. El primer ministro tiró de ironía al replicar que McCain estuvo varios años preso en Vietnam y que en esas condiciones "cualquier persona se vuelve loca".
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