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Honduras Protestas aisladas, calles vacías y militares patrullando Tegucigalpa

Honduras sigue bajo toque de queda. Las protestas nocturnas se reproducen mientras el conteo de votos continúa en los parámetros marcados por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y el Partido Nacional, la formación que lidera el actual presidente, Juan Orlando Hernández.

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Un grupo de personas participan en una cacerolada en las calles de Tegucigalpa (Honduras). REUTERS/Henry Romero

Tegucigalpa, Actualizado:

"No nos da miedo. Estamos defendiendo los derechos de la gente. ¿Qué nos pueden hacer?” Olga Marina Lobo es maestra y se ha quedado la última de la protesta nocturna que ha recorrido las calles de la colonia La Leona, en el centro de Tegucigalpa. Apenas son las 22:30 horas (las 5:30 en España) y el grupo con el que ha recorrido algunas de las callejuelas del barrio ya se ha dispersado. Mañana, regresarán.

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Como todas las noches desde el pasado sábado, cuando el gobierno de Juan Orlando Hernández (que también es candidato y origen de las protestas) decretó el toque de queda, quienes denuncian la existencia de fraude realizan un “cacerolazo”. La idea surgió de una lógica aplastante: si todos se concentraban en marchas masivas, sería más fácil para la policía reprimirlos. Y el fin de semana fue un estallido de violencia.

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Así que, cada noche, pequeños grupitos se concentran en los barrios, sacan sus cacerolas, lanzan proclamas contra el actual Ejecutivo y se marchan a sus casas hasta que lleguen las 5.00 horas, cuando vuelve a estar permitido el tránsito. Hasta ayer, la prohibición de salir a la calle se extendía entre las 18.00 horas y las 6.00 horas. Ante el caos de tráfico y la imposibilidad de que se cumpliese, las autoridades lo han ampliado. Ahora el veto se mantiene entre las 20.00 y las 17.00 horas.

Después de una semana de tensión in crescendo, enfrentamientos entre manifestantes y policía, saqueos y hasta una huelga de “brazos cruzados” de los cuerpos de élite, Honduras ha entrado en el terreno del impasse. Nada se ha solucionado y lo que hace unos días era excepcional se ha convertido en parte del paisaje.

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En términos políticos todo avanza según los intereses de Hernández, presidente y candidato del Partido Nacional. El Tribunal Supremo Electoral está realizando el conteo de algo más de un millar de actas (de un total de 18.000) que considera que son susceptibles de tener errores. En este recuento no participa la Alianza de Oposición contra la Dictadura, que lidera Salvador Nasralla, porque ellos exigen que se revisen 5.300 actas, las que no se transmitieron al centro de mando electoral en la misma jornada de las votaciones. Creen que ahí está el fraude, que en esas mesas, después de que se cayese el sistema, se modificaron los resultados para dar un vuelco a la tendencia que daba a su candidato como ganador.

Un hombre observa los resultados de las elecciones generales durante el escrutinio especial que se lleva a cabo en Tegucigalpa (Honduras). EFE/Gustavo Amador

Son las 21:00 horas (las 4:00 en España) y comienzan a escucharse cacerolas, petardos y cohetes. Por la calle, algunos coches rezagados con prisa por llegar a casa pero sin acelerar demasiado, no vaya a resultar sospechoso. Tampoco es que Tegucigalpa sea una ciudad con mucho trasiego nocturno, la violencia endémica hace que mucha gente se refugie en casa en cuanto cae el sol, pero el toque de queda hace que la noche sea todavía más pesada. En el trayecto hasta La Leona, apenas un par de patrullas de la Policía Militar y dos transexuales que ejercen la prostitución en dos plazas completamente muertas. En alguna ventana, familias haciendo sonar la cacerola. En la carretera, pequeñas barricadas hechas con neumáticos ardiendo pero que ni siquiera llegan a bloquear el paso. Es algo más folklórico que práctico.

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“Sabemos que es un fraude. Nos estamos jugando el futuro y por eso no tengo miedo”

“Sabemos que es un fraude. Nos estamos jugando el futuro y por eso no tengo miedo”. Óscar Giovanni Álvarez enarbola una bandera del Partido Liberal, la tercera formación en discordia, la que reconoció su derrota y dio por ganador a Salvador Nasralla un día después de que se cerrasen las urnas. Dice que no cree que la policía les reprima, a pesar que exista un toque de queda. La verdad es que al paso de este pequeño grupo de apenas 50 personas se ha cruzado alguna patrulla y no ha hecho ademán ni de pararse. Horas antes, portavoces policiales aseguraban que no iban a cargar contra los manifestantes después de mantener 24 horas de huelga de “brazos caídos”. Aunque esta es otra historia y merece sus propias matizaciones.

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Volvamos a este pequeño grupo que avanza con un bombo, algunas banderas, una pancarta roja y entre petardos. Cantan los lemas tradicionales de “fuera JOH (como se conoce popularmente al presidente hondureño)” y “Nasralla presidente”. Caminan con paso rápido, mirando a las bocacalles. De hecho, los más avanzados intentan torcer hacia una de las callejuelas que sube hacia la parte alta del barrio y el que lleva el megáfono les frena en seco. “No busquen lo que no quieren encontrar”, les aconseja. Media vuelta. Este no es el camino indicado. En La Leona, como en otras muchas colonias de Tegucigalpa, las pandillas controlan el territorio y hay lugares a los que ni siquiera el vecino que vive a seis calles puede acercarse sin permiso.

Llegamos a las 22:30 horas, el grupo ha realizado un breve recorrido y para ante una plaza. Se cuelga la pancarta, se canta el himno nacional y los asistentes quedan conminados a repetir el próximo día. Álvarez cree que no se puede considerar que haya poca gente en la protesta, que se trata de algo muy local y que se repite en otros barrios y departamentos a lo largo de todo el país. Sin embargo, el estancamiento es enemigo de los procesos de cambio en las calles. Y la crisis en Honduras amenaza con entrar en una pesada tierra de nadie en la que suele ganar quien tiene la sartén por el mango. En este caso, el Gobierno. El precedente del golpe de Estado de 2009 contra José Manuel Zelaya es un claro ejemplo. Después de que los militares depusiesen al jefe de Gobierno, sus seguidores mantuvieron una resistencia que se alargó durante meses. Hubo épica, sí, pero quien tenía el poder impuso su lógica.

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Con los manifestantes recogidos para antes de las 23:00 horas la ciudad entra en coma. Ya no se escuchan los cohetes, ni alguna consigna esporádica. Todo está demasiado oscuro, aunque haya una farola cerca, y si alguien se cruza en el camino mira con cara de desconfianza. También se pueden encontrar algún foco de fuego en mitad de la calle, pero uno no puede estar seguro de si se trata de manifestantes o de pandilleros que montan guardia en la entrada de su colonia.

Una barricada de fuego en una calle de Tegucigalpa, Honduras, tras decretarse toque de queda tras una polémicas elecciones que han hecho resucitar las palabras golpe de Estado.- REUTERS

En el boulevard Fuerzas Armadas, junto al Instituto de Formación Profesional (Infop), se mantiene un retén de unos 20 militares que cierran el paso con una valla. Dicen que es una noche tranquila. Que esperan que siga así. La mayoría de vehículos que pasan son autobuses de observadores (nacionales o internacionales) que, junto a los periodistas, constituyen uno de los pocos gremios con permiso para circular en la noche.

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Precisamente el Infop es el centro de operaciones del TSE. El lugar donde, día y noche, se contabilizan las papeletas. Actualmente lo que se está analizando son las actas de las votaciones a diputados y alcaldes (el 26 también se eligieron 128 parlamentarios y 298 alcaldes) del millar de actas que el órgano rector considera que hay que revisar. Su presidente, David Matamoros, aseguró días antes que cuando se cerrase este proceso se darían por oficiales los resultados. No obstante, su página web ya deja claro que da la victoria a Juan Orlando Hernández con 1.412.055 (42,98%), por 1.359.578 (41.38%) de Salvador Nasralla.

Enorme abstención pese a la polarización

Un dato relevante: los electores llamados a las urnas eran más de seis millones, lo que evidencia el alto grado de abstención incluso en unos comicios tan polarizados. Aunque diariamente Nasralla, Matamoros y Hernández hacen sus declaraciones públicas (algunas de ellas largas, larguísimas, casi eternas) y se anuncian ofertas y contraofertas, a día de hoy lo único cierto es que se está siguiendo la hoja de ruta marcada por el oficialismo. Todo ello a pesar de que la misión de la Unión Europea (UE) y la de la Organización de Estados Americanos (OEA), han dicho públicamente que consideran razonables las demandas opositoras de analizar las 5.300 actas. “No nos engañemos, aquí manda EEUU. Y a EEUU le interesa un presidente como el que tenemos”, dice José Servellón, un guardia de seguridad que trabaja de noche, a la intemperie, vigilando una estación de servicios en la zona de Morazán. Reconoce que cobra poco y que el empleo es muy peligroso, pero asume que no tiene otra opción.

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A falta de que las protestas resurjan en el momento en el que se de por oficial el conteo del TSE, la jornada de ayer venía marcada por la huelga de “brazos caídos” iniciada la víspera por los Cobra, que es el cuerpo de élite de la Policía Nacional Civil. Desde el domingo, los agentes especiales se habían acuartelado en su centro de mandos y aseguraban no estar dispuestos a “reprimir a nuestro propio pueblo”. Ayer a las 16:00 horas (las 23:00 horas en España), sus mandos salieron para anunciar que habían llegado a un acuerdo con las autoridades. Nada más concluir la alocución, medio centenar de patrullas con 800 agentes regresaban a las calles. Ellos insisten en que su protesta no tiene nada que ver con lo salarial, que se trata de una cuestión de “ponerse de lado del pueblo”. Eso ha provocado que la izquierda acuda a manifestarse en el exterior de la comisaría y aclamar a los agentes.

Un grupo de agentes de la fuerza especial Cobras de la Policía de Honduras se declara en huelga de "brazos caídos" por la crisis política en el país, en Tegucigalpa (Honduras).- EFE/Gustavo Amador

Sin embargo, los medios locales hablan de incrementos salariales pactados con el Ejecutivo. Además, si uno preguntaba a los agentes rasos sobre qué harían a la hora de aplicar el toque de queda, ellos aseguraban que la orden había que acatarla. La imagen de la tarde fue el himno hondureño entonado por, en un lado, policías, algunos de ellos encapuchados y, en el otro, partidarios de la Alianza, que cantaban con el puño en alto. Caricaturizando el ambiente vespertino ante el cuartel general de los policías, el titular bien podría haber sido “el día en el que la izquierda aplaudió a los policías cuando estos salían para hacer cumplir el toque de queda”. No caigamos en la brocha gorda. Lo cierto es que quien ha disparado contra los manifestantes ha sido la Policía Militar, el cuerpo diseñado por el presidente y al que ha otorgado poderes especiales en su “guerra contra las pandillas”. Pero el conflicto entre uniformados es profundo. Tiene que ver con rencillas entre cuerpos, con el contexto de represión y con una purga de agentes que hace unos meses se llevó a cabo bajo el argumento de la “depuración”.

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En Honduras no todo es lo que parece y el impasse puede llevar a la engañosa sensación de que el conflicto está languideciendo. Nada más lejos de la realidad. Hoy está prevista una exhibición de fuerza del Partido Nacional, que se ha mantenido en casa durante un fin de semana de protestas de la Alianza. El conteo sigue adelante sin que los opositores estén presentes. El toque de queda se extiende hasta el domingo, aunque no parece que haya condiciones para que el presidente lo mantenga. A pesar de todo, nadie está en posición de vaticinar qué es lo que ocurrirá al día siguiente sin caer en el riesgo de errar estrepitosamente.

(*) Periodista de Plaza Pública

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