En Egipto crece la preocupación por el estado de salud del presidente Hosni Mubarak, uno de los aliados claves de EEUU en el mundo musulmán, al igual que Pervez Musharraf en Pakistán.
Varios medios de Oriente Medio han divulgado en los últimos días que Mubarak, de 79 años, tiene la salud muy delicada a causa de una enfermedad que le impide desarrollar sus actividades con normalidad. El presidente y ex militar, que gobierna Egipto desde hace un cuarto de siglo, ha comenzado a preparar su sucesión en la persona de su hijo Gamal.
Mubarak se desmayó la semana pasada cuando se disponía a viajar a Arabia Saudí para asistir a una cumbre regional y, desde entonces, lo vigila constantemente un equipo de médicos egipcios. Su salud es tan precaria que los médicos no le han permitido viajar a Alemania para recibir un tratamiento adecuado.
Egipto es uno de los regímenes amigos de Washington, aunque se le critica a menudo por la falta de apertura del aparato de poder estatal. En los últimos años, la oposición liberal, que es muy reducida, y la nutrida oposición islamista se han manifestado exigiendo mayor libertad y el inicio de un proceso democrático pleno.
Sin embargo, Mubarak ha limitado al mínimo los gestos de apertura y de democratización, consciente de que la única alternativa al régimen son los Hermanos Musulmanes, una cofradía que se rige por los principios islámicos y que quiere establecer un gobierno de carácter religioso y sometido a la ley islámica o sharia.
Rumores de su muerte
Hace sólo unos días, el Gobierno egipcio desmintió rotundamente unos rumores que aseguraban que Mubarak había fallecido, rumores que se propagaron como la pólvora.El diario digital estadounidense World Tribune informó ayer que fuentes de servicios de inteligencia occidentales creen que Mubarak es consciente de que su situación es delicada y vaticinan que en las próximas semanas se verá a menudo a su hijo en actos oficiales.
Gamal, de 44 años, se prepara de esta manera para la sucesión del presidente, en el poder desde el asesinato de Anwar al-Sadat en 1981.
En los últimos años han desaparecido otros dos importantes dirigentes en la región que han sido relevados por sus hijos tanto en Siria como en Jordania. Todo indica que en Egipto se prepara un proceso hereditario similar.
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