Este artículo se publicó hace 11 años.
La posibilidad de cambio tras las elecciones es mínima en Alemania aunque Merkel tuviera que pactar
Javier Pérez de la Cruz
"En los impuestos". ¿Y en qué más? "En muchas otras cosas, pero es que no me sé muy bien el programa". Svenja trata de enumerar las diferencias que, a su juicio, existen entre los socialdemócratas del SPD y los democristianos de la CDU, el partido de la actual canciller de Alemania, Angela Merkel.
Lo hace rodeada por una multitud de personas en Alexanderplatz, en pleno centro de Berlín, durante el acto del sprint final de Peer Steinbrück, el candidato del SPD, con el que se pretendía reducir distancias con su rival conservadora. Para ello se había organizado un gran despliegue de medios y de dirigentes del partido. Los pesos pesados de la formación -con los que, por cierto, Steinbrück no tiene muy buena relación- arropaban su presentación por todo lo grande. Además, también había conexiones audiovisuales con los barones y baronesas regionales. Todo para tratar de devolverle el ánimo al votante socialdemócrata hundido en el pesimismo y para recordar a los indecisos que es necesario que el domingo salgan a votar. Y tanto que es necesario. La última encuesta publicada por la cadena ZDF da al candidato opositor una intención de voto del 27%, trece aplastantes puntos porcentuales por debajo de la actual canciller, que alcanza el 40%.
Sigue sin ser plausible una coalición tripartita entre el SPD, Los Verdes y Die Linke para desbancar a Angela Merkel
Este resultado no le sería suficiente al SPD ni para coaligarse con Los Verdes, al que se le presupone un 9%. En cambio, sí que le llegaría para hacer un tripartito junto a los mencionados ecologistas más Die Linke (La Izquierda), una formación de antiguos comunistas y desencantados del SPD al que las encuestas dan un 8,5%. Sin embargo, parece que ésta no es una opción plausible. El propio Steinbrück la ha rechazado y, además, amenaza el pragmatismo y el amor por la estabilidad tan propios de los alemanes.
Aunque, por su parte, Merkel también lo tiene complicado para encontrar pareja de baile, pues a pesar de su cómoda ventaja no alcanza la mayoría absoluta. Su socio en la actual legislatura, el partido liberal FDP, está con el agua al cuello: muchas encuestas le dejan por debajo del 5% mínimo necesario para entrar en el Parlamento alemán. Si finalmente le cerraran en las narices las puertas del Bundestag (la cámara baja), a la CDU no le quedaría otro remedio que seducir al SPD y formar una gran coalición, como ya sucedió entre 2005 y 2009. ¿Podría cambiar entonces algo en Alemania?
"Yo creo que sí, que podrán meter sus ideas dentro de un Gobierno de gran coalición", pronosticaba Svenja mientras agitaba una bandera con las siglas del partido socialdemócrata. "Además, la experiencia del 2005 fue positiva, se tomaron muy buenas medidas en aquella legislatura". Durante estos días, todo el mundo recuerda la coalición de hace ocho años porque tuvo a los mismos protagonistas de estas elecciones: Angela Merkel como canciller y Peer Steinbrück como ministro de Finanzas.
"A mí me encantaría que se juntaran, pero él ha dicho que no", se lamentaba una joven que también recordaba con buenos ojos el pacto de entonces pero prefería no dar su nombre a la prensa. Probablemente era porque, a pesar de juguetear con un globo rojo de la SPD, confesaba que ya había votado por correo a otro partido. No era la única infiltrada en el gran mitin. Entre cientos y cientos de socialdemócratas había también espacio para turistas curiosos, transeúntes que iban de paso y mendigos que buscaban latas de cerveza vacías para recaudar los pocos céntimos que te dan por reciclarla en un supermercado.
Los alemanes reprochan a los socialdemócratas los recortes sociales que aplicaron cuando ocuparon el poder
Un salario mínimo de 8,5 euros por hora, subir los impuestos a las rentas más altas y una especie de Plan Marshall para los países con más problemas de la Unión Europea. La gente aplaudía toda y cada una de las propuestas que Steinbrück iba recordando desde el escenario circular de Alexanderplatz. Y entre propuesta y propuesta, alguno de sus ya típicos irónicos y corrosivos comentarios que despertaron sonoras carcajadas entre el gentío. El objetivo era mostrar el lado más social del partido. Pero alguien se encargó de recordarles que cuando han estado en el poder han marginado este tipo de medidas.
Escrito en tiza en el suelo, en los alrededores de la plaza, se podía leer alguno de esos recordatorios, como el de la presencia en la guerra de Afganistán o el de la pobreza de las clases más bajas; aunque el más repetido era el de Hartz IV. Este es el nombre que se dio a una de las reformas emprendidas con la "Agenda 2010", que supuso un recorte drástico de las ayudas sociales gubernamentales. El Hartz IV, en concreto, es un programa para los parados de larga duración con el que el Estado les paga casi todos los gastos (de alquiler, de seguro médico...) y una mínima manutención. A cambio, el receptor tiene que realizar trabajos esporádicos comunitarios por el que cobran un euro la hora. La guinda del pastel de la reforma se coloca cuando estas personas son excluidas automáticamente de los datos del paro.
El Hartz IV ha sido duramente criticado por agravar la división social entre ricos y pobres, sin dar la posibilidad a los que menos tienen de salir de su situación. El impulsor de estos cambios fue un Gobierno socialdemócrata, el de Gerhard Schröder.
Y a nivel europeo, las dudas respecto a las prácticas reales del SPD también se mantienen. El partido ha apoyado todos los paquetes de rescate presentados por Merkel en el Bundestag y, por tanto, también la austeridad impuesta con ellos. Además, muchos expertos han señalado la creación de eurobonos como una de las mejores soluciones a la crisis del euro. Con estos, sería la Unión Europea en su conjunto la que vendería deuda para poder financiarse, y así desaparecían los problemas nacionales de España, Italia o Grecia con la prima de riesgo y los altos intereses que deben pagar para financiarse. No obstante, tampoco está clara la apuesta del SPD por ellos.
"Incluso con un Gobierno negro-rojo (CDU-SPD) la posibilidad de que se acepten los eurobonos es muy pequeña""Incluso si hay un Gobierno negro-rojo (CDU-SPD), la posibilidad de que se pongan en marcha los eurobonos es muy pequeña. La CDU ha estado muy en contra de ellos y aunque en el SPD los han defendido, después matizaron esa postura". Max Otte, director del centro Institut für Vermögensentwicklung, es conocido por sus críticas al euro. ¿Y la unión bancaria, que también se señala desde muchos ámbitos como otra salida de la crisis? "Primero habría que ver con qué estándares se realiza esa unión porque las tendencias son muy diferentes", responde. "En mi opinión estaría bien que la UE supervisara los grandes bancos, pero los pequeños deberían seguir dependiendo de cada uno de los países. De todas formas, esto es algo que requeriría tiempo para ponerlo en marcha".
A pesar de sus similitudes, la del SPD es la única posibilidad real para reemplazar a Merkel, aunque por ahora todo apunta a que, en vez de robarle la silla, Steinbrück se sentará a su lado. Y aun así, la posibilidad de una alianza entre el candidato opositor y los verdes depende de unos pocos votos. Quizá entonces los socialdemócratas tengan una nueva oportunidad para demostrar, como han repetido hasta la saciedad en la campaña, que SPD y CDU no son lo mismo.
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