Cargando...

"Portugal ya no es una democracia. Es una farsa"

Publicidad

Vasco Lourenço formó parte de la dirección del Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), la organización clandestina en el seno del Ejército portugués que derrocó a una de las dictaduras más longevas de Europa. Mes y medio antes de la Revolución de los Claveles, que este 25 de abril cumple 40 años, le designaron a las islas Azores. El destino alejaba al conocido como ‘el eterno capitán de abril' de su rol como responsable último del golpe ideado para instaurar la democracia en Portugal.

Publicidad

Con la caída del Estado Novo de António de Oliveira Salazar y Marcelo Caetano, Lourenço regresó a Lisboa y fue miembro del Consejo de la Revolución, el órgano encargado de poner en práctica el "programa de salvación" del MFA. Despojado del uniforme militar, hoy preside la Asociación 25 de Abril, desde donde lucha para que los valores democráticos y de libertad por los que se alzó junto a sus compañeros no desaparezcan.

Click to enlarge
A fallback.

Han pasado 40 años de la revolución que cambió la historia reciente de Portugal, ¿qué lectura hace hoy de aquellos días decisivos?

Es un caso único en la historia universal: la primera vez que una transformación radical fue tan rápida y también la primera vez que los periodistas hicieron reportajes en directo. Aquellos días recibíamos gente de todos lados, entre ellas una delegación de Cuba para decirnos lo que debíamos hacer. Les respondí que las revoluciones no se exportan, que cada pueblo hace la suya de acuerdo a su cultura y a sus características. Una de las cosas que mejor hicimos para la construcción de una sociedad libre y democrática, como era nuestro objetivo, fue no quedarnos con el poder. No teníamos un líder; fue una acción colectiva en la que tuvimos la suerte de conjugar los valores de diferentes personas.

Publicidad

En ese análisis, ¿tiene cabida la autocrítica?

"La revolución nos traicionó. La propia estructura militar, no sólo los políticos, nos crucificó y nos trató mal"

Publicidad

Mi primera autocrítica es que no supimos preparar el día siguiente. Otra de mis teorías es que los militares de abril eran la flor y nata de los oficiales del Ejército; si no hubieran sido los mejores no hubieran conseguido hacer lo que hicieron. Y a partir de ahí podemos plantear cómo es que siendo los mejores pocos llegaron a la cúspide de su carrera. La revolución nos traicionó. La propia estructura militar, no sólo los políticos, nos crucificó y nos trató mal.

¿Qué aprendieron Portugal y el mundo de la Revolución de los Claveles?

Publicidad

Portugal consiguió estar en el centro del mundo, convirtiéndose en el primer país que comenzó una nueva ola de democratización. Tuvo una influencia directa e indirecta prácticamente en todo el mundo. Por ejemplo, en España no habría habido una transición pacífica hacia la democracia sin el 25 de abril portugués. Nuestro ejemplo ayudó bastante al fin de la Dictadura de los Coroneles en Grecia y a las grandes transformaciones hacia la democracia en América Latina. También logramos la independencia de las colonias e, incluso, influimos en el fin del apartheid. Hasta la misma caída del Muro de Berlín tiene alguna influencia de lo que fue el 25 de abril.

¿Qué contacto existió entre la revolución portuguesa y quienes participaron en la Transición española?

Publicidad

Hubo contactos con los militares de la Unión Militar Democrática y también con los dirigentes españoles que acabaron estando al frente de la Transición, como [Adolfo] Suárez. Hay un refrán que dice ‘cuando veas las barbas del vecino quemar, pon las tuyas a remojar' y eso fue lo que hizo Franco.

"Nuestros amigos españoles quisieron evitar determinados errores porque tenían aún presente el trauma de la guerra civil"

Publicidad

Aquí en el año 75 estuvimos cerca de una guerra civil y nuestros amigos españoles quisieron evitar determinados errores porque tenían aún presente el trauma de la guerra civil. En España se legalizó el Partido Comunista porque tuvieron miedo de que hubiera una situación de ruptura como en Portugal. Y tuvieron la suerte de que Carrillo era un hombre moderado que participó con un papel importante. Pudieron hacer una transición pacífica, algo impensable. El 25 de abril parece fácil porque en términos militares salió todo bien, pero fue muy complicado.

¿Qué queda hoy de aquella Revolución?

Publicidad

Hay que recuperar los valores de abril. Tenemos ya 40 años de democracia y este aniversario debe ser utilizado para recuperar aquellos valores, pues ya hemos sufrido mucho. En la práctica el Gobierno se comporta como el heredero de los vencidos en el 25 de abril, pero no tiene el coraje para asumirlo, para asumir que están contra de los valores de abril. El Gobierno se siente obligado a conmemorar la Revolución. Este año ni siquiera crearon una comisión para las conmemoraciones sociales; y no es por razones económicas o de crisis, pues una comisión puede ser formada con menos medios.

Aparte, en estos 40 años se ha pasado a una gran desilusión por el fracaso de la Unión Europea. La UE es un proyecto errado que tiene los días contados. Ha fracasado precisamente porque no es un proyecto solidario. Portugal no ha recibido la solidaridad que su historia y su participación en la evolución de la democracia merecían.

Publicidad

Entonces, ¿hay motivos para una ruptura, para un cambio como el de 1974?

"La UE es un proyecto errado que tiene los días contados. Ha fracasado porque precisamente no es un proyecto solidario"

Publicidad

Sí. Actualmente existe toda la dignidad para resistir y para desobedecer. Es un derecho recogido por la Constitución portuguesa, que reconoce el derecho ciudadano a resistir ante las situaciones injustas. Quienes están en el poder perdieron la dignidad. Como hace cuarenta años, las personas están sedientas de que sucediera alguna cosa. Pero es difícil que la población tome la iniciativa. Va a tener que haber algo que haga ‘clic' y a veces tengo la voluntad de protagonizar ese algo, pero sin coraje ni convicciones. Tengo la sensación de que el fruto está maduro y el terreno está preparado para que las personas reaccionen positivamente.

En Portugal fueron los militares quienes derrocaron una dictadura de 48 años. Y el pasado mes de marzo las propias Fuerzas Armadas se manifestaron en las calles contra las medidas del Gobierno, en una imagen impensable por ejemplo en España.

Publicidad

Las Fuerzas Armadas españolas no hicieron el 25 de abril y tampoco tuvieron una guerra colonial. Al contrario que las portuguesas, son más conservadoras. En Portugal el poder no sabe tratar a sus fuerzas militares. Admiro la capacidad de aguante y de paciencia que tienen los militares y los policías portugueses, que están siendo maltratados por el poder, lo que justificaba perfectamente un tipo de acción. Pero las Fuerzas Armadas no tienen hoy condiciones, estamos formalmente en una democracia y es muy complicado que reaccionen contra el Estado democrático.

Entonces, ¿aún cree en la democracia?

"Es inaceptable que los políticos olviden lo prometido el mismo día que acceden al poder"

Es el menos malo de los sistemas. Aunque la democracia que se está practicando en Europa o consigue refundirse, reestructurarse y encontrar fórmulas nuevas de conjugación entre el modelo participativo y el representativo, o va a llegar al final de su ciclo y vendrán nuevas dictaduras. La democracia es preferible, pero temo que esté cerca el fin, porque lo que hay en Portugal ya no es una democracia. Está el aspecto formal de votar, pero no puedo considerar que viva en una democracia cuando el presidente de la República fue electo por el 23 por ciento de los electores.

¿Cómo definiría el actual sistema político?

Una farsa. Es inaceptable que los políticos olviden lo prometido el mismo día que acceden al poder, haciendo exactamente lo contrario. Es inaceptable que tengamos como viceprimer ministro a uno de los principales responsables de un acto que fue considerado por los tribunales como corrupción. Y aquí no pasa nada.

¿Quién robó abril a la ciudadanía portuguesa?

El capital financiero especulativo tomó cuenta del capital productivo, del mundo del trabajo. Hoy estamos en una dictadura del capital financiero especulativo.

Publicidad