Este artículo se publicó hace 15 años.
Una pieza clave para la paz en Oriente Próximo
Fue Ciro II quien convirtió Persia en Imperio. En 1971, el Sha Reza Pahlevi ofreció en Persépolis unos impresionantes festejos con motivo del tercer milenio de Irán. Pero este país, encrucijada de culturas y comercio entre Oriente y Occidente, llevaba desde Alejandro Magno en plena decadencia, expoliado por rusos y británicos.
El golfo Pérsico, que permite la salida del oro negro de todos los países ribereños, también puede cerrar el estrecho de Ormuz e impedir la salida del 40% del petróleo que consume el mundo. Para los británicos, la orilla sur del Golfo era en 1956 su zona de influencia, que también incluía Irak. Por el norte, Rusia se había anexionado Azerbaiján, tan rica en petróleo que llegó a representar las 3/4 partes de la producción soviética.
En 1953, el izquierdista Mohammad Mosaddeq, que había osado nacionalizar el petróleo iraní, fue derribado y se devolvió el pleno poder al Sha Reza Pahleví. Cuando le entrevisté, me habló de su Revolución Verde destinada a desarrollar el país, suprimir la poligamia y empujar la sociedad hacia el laicismo. Los estudiantes de la Universidad, en cambio, denunciaron duramente la SAVAK, la policía secreta torturadora del Sha. Finalmente el pueblo le combatió y derrocó a la monarquía.
Se acaban de cumplir 30 años desde que el ayatolá Jomeini estableciese la República Islámica de Irán. Curiosamente, el nacionalismo del laico Mosaddeq ha revivido con los ayatolás. Añorante de viejas glorias, el Gobierno de Teherán se ha propuesto el desarrollo del arma nuclear con el correspondiente temor de Israel y EEUU.
Si el presidente estadounidense no pierde de vista la ayuda fundamental que Irán puede prestarle en Oriente Próximo y en Afganistán, muchos de los problemas que padece el mundo encontrarán solución. Irán financia a Hizbolá en el Líbano y a Hamás en Gaza. La intransigencia de Bush, so pretexto de no hablar con terroristas, ha impedido una paz duradera para judíos y palestinos.
Obama quiere hablar con todos, igual en Irak que en Afganistán e Irán. El nudo gordiano que impide la paz regional puede ser cortado por un presidente afroamericano que creció en Indonesia, el país con mayor población musulmana del mundo.
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