Este artículo se publicó hace 14 años.
Lo que pasa en Arizona "es como retroceder en el tiempo"
Movilización del Tea Party en Phoenix a favor de criminalizar a los inmigrantes indocumentados
Isabel Piquer
Phoenix se ha convertido en el punto de encuentro del movimiento Tea Party gracias a la ley migratoria firmada por la gobernadora de Arizona, que debería entrar en vigor el próximo 29 de julio. Este sábado, ante el Capitolio local, manifestantes de todo EEUU vinieron a respaldar la iniciativa que criminalizará la presencia de indocumentados, en una manifestación que tomó el centro de la ciudad. Y se anuncian muchas más.
En el podio se sucedieron los principales portavoces de la polémica iniciativa (SB1070). El sheriff del condado de Maricopa, Joe Arpaio, prometió que ya no mandará a los inmigrantes ilegales a los servicios de inmigración como era el caso hasta ahora: "Los meteré en la cárcel aquí, en Phoenix".
Tom Tancredo, ex representante de Colorado, una de las voces más duras contra los indocumentados a nivel nacional, arremetió contra el senador John McCain y ridiculizó su reciente conversión anti-inmigrantes: "Desde que está en campaña no se parece al que era". Tancredo era tan radical cuando estaba en el Congreso, que llegó incluso a ser persona non grata en la Casa Blanca de George W. Bush.
Russel Pearce, senador local y autor de la ley SB1070 también subió al escenario improvisado para arremeter contra McCain, que se enfrentará en las primarias republicanas del 24 de agosto al candidato del Tea Party J. D. Hayworth. Una contienda que según los sondeos debería ganar.
El sheriff Joe Arpaio alardea de que ahora podrá meter a los sin papeles en la cárcel
Entre los asistentes, Debbie McNicol asiente convencida. Lo tiene todo: la bandera de Arizona, con la estrella dorada de las minas de cobre que crearon la primera riqueza del estado, la gorra de los Minute Men, los patrulleros que durante una época impusieron su ley en la frontera, ahora venidos a menos por disensiones internas, y una pistola al cinto, una Ruger sp 101. "Porque puedo y me siento más segura. Porque en todas partes me atienden antes, no sea que la señora del arma se ponga de mal humor", dice riéndose. Debbie McNicol es enfermera de un servicio de psiquiatría.
Niega ser racista, sólo quiere que se aplique la ley. "Además, los que vienen ilegalmente no quieren ser americanos, quieren seguir siendo mexicanos. Este es el país del melting pot (crisol) y hay que integrarse", subraya.
"No somos racistas"Michael Bailey, es historiador del automóvil y ex soldado. Cree que las ideas del Tea Party, del que forma parte, están mucho más extendidas de lo que dicen los sondeos, "muchos amigos míos aunque no estén aquí hoy, respaldan lo que decimos, porque no dependemos de un partido. Incluimos a demócratas y republicanos". Bailey defiende que la mayoría de la gente afín al Tea Party "no es racista como pintan los medios, es gente muy razonable".
Patrick Smith tiene un negocio de ascensores. Ha enganchado a una caña de pescar la bandera original de los revolucionarios estadounidenses (la llamada Gadsden flag) una serpiente de cascabel negra sobre fondo amarillodonde se lee don't tread on me (en traducción libre, no me pises porque muerdo). Entiende que los inmigrantes vengan a trabajar pero los responsabiliza de bajar los sueldos de los estadounidenses. "Cuando empecé en la construcción hace 30 años había blancos y latinos, ahora hay sólo latinos porque nadie quiere trabajar por ese dinero".
"Son esa gente que viene a tu casa y se instala en el sofá", dice un republicano
Mike Koetting ha venido de San Luis (Missouri) para apoyar a los manifestantes de Arizona. Los inmigrantes son "esa gente que viene a tu casa, se instala en el sofá y se queda". Piensa que la ley debe aplicarse para todos: "A mí me detienen si la infrinjo. ¿Por qué vamos a dar un trato especial a los indocumentados?".
Entre los manifestantes circula Carlos Galindo. Es locutor en una emisora de radio local y trata de pasar desapercibido, aunque es obviamente latino. Para que no se metan con él lleva en la mano un cartelito de propaganda de Jim Deakin, que también compite por el escaño de McCain con una plataforma ultraconservadora. "Esto se ha convertido en una guerra racial", dice Galindo.
Al otro lado de la plaza, delante del Capitolio, a pocos metros de la manifestación del Tea Party, Rosa María Soto mantiene una vigilia desde el pasado 19 de abril. Ante un altar improvisado de la Virgen de Guadalupe, que con los días se ha ido llenando de ofrendas, pide, con una decena de creyentes, que la ley no llegue a aplicarse. Y si sus plegarias no reciben respuesta, siempre quedan las urnas. "Ya nos acordaremos en noviembre", dice Soto refiriéndose a las elecciones legislativas. "La SB1070 nos devuelve a la época anterior a Martin Luther King y César Chávez [el líder sindicalista latino]. Es como retroceder en el tiempo".
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