Del Partido Comunista de Togliatti a la Liga de Salvini: Italia, puente entre Rusia y Occidente
Son numerosas las ocasiones en las que Rusia ha prestado interés al valor político italiano. El diario 'La Stampa' ha desvelado la existencia de contactos entre su embajada y la formación del ultraderechista Matteo Salvini.
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roma (italia), Actualizado:
Italia, en el último siglo, ha sido un escenario de gran interés para Rusia, en diferentes épocas de la Historia Contemporánea: tras el final de la Segunda Guerra Mundial, con el inicio de la Guerra Fría, en la amistad entre Berlusconi y Putin y tras la primera oleada de coronavirus en marzo de 2020 que vio a Italia como el primer país europeo en tener que afrontar la pandemia a gran escala.
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La novedad de los últimos días, vinculada a los contactos entre la Rusia de Putin y la Liga del ultraderechista Matteo Salvini un mes y medio antes de la caída del Gobierno del todavía primer ministro Mario Draghi; pone de manifiesto el recurrente interés de Rusia en los asuntos internos transalpinos, en un contexto en el que Roma, tradicionalmente, implica para Moscú un puente y un interlocutor con el resto de Occidente.
Este jueves, el diario italiano La Stampa desvelaba la existencia de contactos entre la Embajada de Rusia en Roma y la Liga, la formación capitaneada por Matteo Salvini, un mes y medio antes de la caída de Mario Draghi como primer ministro, hoy ya en funciones. A finales de este mes de mayo, un importante funcionario de la embajada rusa, según el conocido diario transalpino con sede en Turín, habría preguntado al asesor de asuntos internacionales de la formación italiana "si los ministros de la Liga estaban dispuestos a dimitir y abandonar el Gobierno de Mario Draghi". Salvini, tras la publicación, asegura que son todo "tonterías" mientras que el resto de partidos transalpinos, incluida su aliada ultraderechista Giorgia Meloni, piden explicaciones al líder de la Liga.
El contexto del posible contacto entre Rusia y la Liga ha tenido máxima relevancia en los últimos días en el debate político italiano, porque precisamente un mes y medio después de los acontecimientos revelados por La Stampa —es decir, la semana pasada—, el todavía primer ministro italiano en funciones, Mario Draghi, dimitió formalmente ante el jefe del Estado, el presidente de la República, Sergio Mattarella, también debido a la Liga de Salvini, en cuanto una de las formaciones que no votaron la moción de confianza del pasado 20 de julio en el Senado a favor del Ejecutivo transalpino.
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Las conexiones rusas de la Liga llevan siendo un tema de actualidad en los últimos años en los medios de comunicación italianos, lo cual ha salpicado principalmente a la Liga como partido y no, por el momento, a Salvini como líder. Lo desvelado este jueves coincide con la celebración de las elecciones generales anticipadas en el país el 25 de septiembre, y al día siguiente de que el bloque derechista formado por Giorgia Meloni (Hermanos de Italia), Matteo Salvini (Liga) y Silvio Berlusconi (Forza Italia) celebraran su cumbre de coalición, en la que acaban de sellar el acuerdo que prevé que quien obtenga más votos elegirá o será primer ministro; lo cual, atendiendo a los sondeos, dicha prioridad estaría en manos de la ultraderechista Meloni.
En esta legislatura, no es la primera vez que la Rusia de Putin ha intentado influir no sólo en la Liga de Matteo Salvini, sino también en la acción del Gobierno transalpino para luchar contra la covid. Tras el arranque de la pandemia por coronavirus en Europa, siendo entonces Giuseppe Conte —hoy líder del Movimiento 5 Estrellas (M5E) de Beppe Grillo— primer ministro italiano; en marzo de 2020 Rusia llevó a cabo lo que se conoció como la "diplomacia de las mascarillas", siendo uno de los primeros países del mundo en ayudar a Italia para hacer frente al virus enviando mascarillas, pruebas diagnósticas y batas.
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Rusia llegó a enviar nueve aviones con maquinaria y personal militar especializado en temáticas bacteriológicas a Roma y donde fue muy llamativa la imagen de los camiones rusos circulando por las carreteras romanas en dirección al norte del país luciendo grandes pegatinas con corazones rusos e italianos, unidos por un eslogan: Desde Rusia con amor, empleando el título de la célebre película de la saga cinematográfica de 007. Según describieron en aquel momento los principales medios de comunicación italianos, nunca habían aterrizado, al mismo tiempo, tantos aviones y militares rusos en un país de la OTAN.
En el pasado reciente, hubo un momento en el que los Estados Unidos de George W. Bush y la Rusia de Vladimir Putin tenían un interlocutor común frecuente en Europa: Silvio Berlusconi. El ex primer ministro italiano (1994, 2001, 2008) fue un importante amigo de ambos, lo cual permitió una mayor fluidez en las relaciones de ambos países con Italia como nexo entre Washington y Moscú. Berlusconi sigue haciendo valer su amistad personal con Putin como herramienta electoral en plena guerra de Ucrania, aunque el peso internacional del líder de Forza Italia está hoy mucho más redimensionado respecto al pasado.
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Yendo mucho más atrás en el tiempo, más concretamente a la segunda mitad del siglo XX, es imposible no mencionar la importancia del Partido Comunista Italiano (PCI) en las relaciones entre Italia y Rusia en el contexto de la Guerra Fría. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, el PCI fue una de las piezas clave del antifascismo italiano que vio nacer a la República Italiana en 1946 y la Constitución Italiana en 1948. Es la era de Palmiro Togliatti como histórico líder del PCI.
Con el transcurrir del siglo XX, el PCI terminaría siendo la formación comunista más importante del bloque occidental, donde la entonces Unión Soviética (URSS) era plenamente consciente del potencial geopolítico de una formación comunista pero que pertenecía al sistema político de un país capitalista y perteneciente a la OTAN; siendo en aquel momento el PCI la principal fuerza de oposición en el país con forma de bota. Las cosas empezarían a cambiar, sobre todo, a partir de 1972, cuando el entonces secretario general, Enrico Berlinguer, empujó al PCI hacia la progresiva separación de Moscú, sobre la base de los valores democráticos y europeístas, reunidos en el concepto de eurocomunismo. Algo que, en numerosas ocasiones, complicó la vida incluso en términos de seguridad personal del propio Berlinguer en sus desplazamientos institucionales y personales a la entonces Unión Soviética.