El papa Francisco ha sido ingresado la mañana de este miércoles en el hospital Gemelli de Roma para ser sometido a una operación por riesgo de obstrucción intestinal. Tras la cirugía, la Santa Sede ha confirmado que la intervención quirúrgica "se ha desarrollado sin complicaciones y ha durado tres horas"

"Lo primero es que el papa está bien, creo que esa es la noticia que todos esperábamos. Está bien, despierto, consciente y ya ha hecho una broma hace diez minutos", ha anunciado el cirujano que le operó, Sergio Alfieri, en una rueda de prensa tras la operación.

El Vaticano explicó que "la operación, dispuesta en los últimos días por el equipo médico que asiste al papa, se ha hecho necesaria a causa de una hernia incisional incarcerada que está provocando síndromes suboclusivos recurrentes, dolorosos y que empeoran".

El pontífice, de 86 años, "estará ingresado varios días para permitir el curso posoperatorio normal y la recuperación funcional completa", añade. La operación ha sido considerada de urgencia después de los resultados de la TAC a la que se sometió este martes y se produce después de la intervención de colon a la que se tuvo que enfrentar en julio de 2021.

En una reciente entrevista con la agencia estadounidense AP, el papa Francisco reveló que volvía a sufrir de diverticulos, el problema por el que tuvo que ser operado y se le extirpó una pequeña parte del colon pero que estaba bien de salud.

El pontífice fue operado en este hospital romano el 4 de julio de 2021 y dado de alta después de diez días a los que siguieron una lenta recuperación.

Problemas de salud

Se trata de la tercera vez que el papa es ingresado en el hospital romano. El pasado mes de marzo estuvo hospitalizado tres noches por "una pulmonía aguda". Enfermedad que le obligó a reducir su agenda de actos por la Semana Santa.

Además, el papa sufre un problema en su rodilla derecha que le obliga a andar con bastón o ser trasladado en silla de ruedas y ha asegurado en varias ocasionees que no se quiere operar.

El episodio más reciente tuvo lugar el pasado 26 de mayo, cuando el papa tuvo que anular su agenda por tener fiebre, al día siguiente, sin embargo, pudo continuar sus actividades.