jerusalén
Benjamín Netanyahu está luchando estos días en la Kneset el combate de su vida a pocas fechas para las elecciones del 2 de marzo. El primer ministro que más tiempo ha ocupado el cargo desde la creación del estado en 1948, se juega su futuro político en función de cómo se dirima en el parlamento su petición de inmunidad por los tres casos graves de corrupción que en noviembre le imputó la fiscalía.
En particular, desde hace una semana la Kneset está asistiendo a una lucha formidable en la que la oposición trata de quitarle la inmunidad solicitó. Si esto llega a ocurrir, Netanyahu podría continuar en su puesto pero recaería sobre sus espaldas una enorme presión ya que la retirada de la inmunidad significaría que los tribunales pueden procesarlo.
El penúltimo episodio del culebrón se inició el 1 de enero, el último día que Netanyahu podía solicitar inmunidad. Aunque apuró el margen al máximo para que la oposición no tuviera tiempo de gastarle una jugarreta antes de los comicios, la oposición, con una sola voz, decidió desgastarlo todo lo posible solicitando la creación urgente de la comisión que debe decidir si se le imputa.
La oposición cuenta con el apoyo de al menos 61 diputados en este asunto, es decir con una ajustada mayoría, pero Netanyahu está revolviendo Roma con Santiago para impedir que la Kneset se pronuncie. Lo que debería ser una cuestión casi administrativa se ha convertido en el fiel de la balanza que inclinará en un sentido u otro el futuro de Israel, según decidan los diputados.
Pidió la inmunidad para evitar ser juzgado por corrupción
En el entorno de Netanyahu se argumenta que la oposición ha conducido a la Kneset a una situación sin precedentes. De hecho, es así. Nunca antes se había creado una comisión durante el interludio que va entre la disolución del parlamento y las elecciones, de manera que el Likud tiene razón. Pero la oposición alega que la situación sin precedentes la ha creado Netanyahu, ya que nunca antes se había imputado a un primer ministro en ejercicio.
Esta semana se ha elegido la Comisión de la Cámara que debe pronunciarse. Se ha elegido sin el consentimiento del presidente de la Kneset, Yuli Edelstein, del Likud, quien se opuso frontalmente a que se diera este paso. Edelstein manifestó que con la Comisión se crearía un “circo político” que no tendría nada de democrático, y que no se trataría con justicia al primer ministro. La oposición acusa al presidente de la Kneset de obrar al dictado de Netanyahu y todas las indicaciones apuntan en ese sentido.
Sin embargo, el consejero jurídico del parlamento, Eyal Yinon, desautorizó a Edelstein y permitió la elección de la Comisión. Acto seguido Edelstein convocó una rueda de prensa para criticar a su consejero jurídico. Se da la circunstancia de que Yinon está casado con una abogada del estado que ha participado en la imputación de Netanyahu. Esto condujo al Likud a apelar ante el Tribunal Supremo, pero la petición fue desestimada.
El martes el Likud y sus aliados se dirigieron públicamente a Edelstein para que aplace hasta la semana que viene la convocatoria del pleno del parlamento que debería confirmar a la Comisión que debe decidir si rechaza la petición de inmunidad. En una situación de transición como la actual, Edelstein es el único funcionario autorizado para convocar plenos, de manera que si el pleno no celebra la Comisión no será confirmada como es preceptivo.
Edelstein manifestó que con la Comisión se crearía un "circo político"
Según el consejero jurídico, la Comisión debe completar su tarea en un periodo de tiempo razonable no especificado, aunque Yinon señaló que debía de ser antes de las elecciones. La imprecisión del consejero puede permitir que el presidente de la Kneset demore la convocatoria del pleno todo lo posible. En un primer momento, Edelstein dijo que no convocaría el pleno esta semana, pero el miércoles por la noche, el Canal 12 dijo que Edelstein está considerando aplazar la convocatoria también la semana próxima con el fin de impedir la votación hasta que no quede tiempo hábil antes de las elecciones.
En una rara muestra de unidad, el conjunto de la oposición ha amenazado con destituir a Edelstein si es necesario y designar un nuevo presidente de la Kneset que sería de Azul y Blanco, el principal partido de la oposición. Esto es algo que no le interesa en absoluto al Likud y el Parlamento está asistiendo a un tira y afloja permanente.
Que haya un presidente de la Kneset de Azul y Blanco sería contraproducente para el Likud puesto que el nuevo presidente lo sería también después de las elecciones, hasta que los diputados eligieran un sustituto, lo que podría demorarse meses en función de los resultados de los comicios.
Por ahora el Likud insiste en que la Kneset no debe ni puede pronunciarse sobre la inmunidad hasta después de las elecciones. La oposición, por su parte, dice no entender que el Likud no quiera que la Kneset se pronuncie sobre algo que ha pedido Netanyahu, quien, consciente de la gravedad de la situación, dirige desde la sombra este asunto personalmente a través de sus confidentes y por medio de llamadas telefónicas.
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