Este artículo se publicó hace 11 años.
El negocio de la acogida
La publicación del vídeo en el que se fumiga a los migrantes de Lampedusa contra la sarna pone sobre la mesa las vejaciones a las que éstos se enfrentan en los centros de internamiento, gestionados por empresas privadas
Los escasos recursos del Centro de Socorro y Primera Acogida de Lampedusa, el principal escenario de llegada de migrantes en Italia, vuelven a ponerse en tela de juicio ante los ojos de la comunidad europea e internacional. Y de la peor manera.
La escalada de críticas comenzó este martes, cuando el programa semanal de la cadena pública Rai 2 emitía un vídeo grabado por un migrante el pasado 13 de diciembre, en el que se observa el tratamiento vejatorio de los empleados hacia los huéspedes del centro de acogida de Lampedusa. En él se ve de qué forma los inmigrantes reciben chorros de agua a presión y una sustancia desinfectante para ser tratados contra la sarna. Khalid, el autor del vídeo, comenta: "Nos ponían en fila india, desnudos delante de los demás y al aire libre". Días después de la emisión, confiesa: "Se reían de nosotros, de la vergüenza y el miedo que pasábamos".
Los centros de acogida como el de Lampedusa, en Italia, son gestionados por empresas privadas que, bajo el control de las delegaciones del Gobierno presentes en todas las provincias, reciben del Ministerio del Interior italiano las subvenciones destinadas al desarrollo de la actividad de acogida.
Lampedusa Accoglienza es la cooperativa que ganó hace años el concurso para gestionar el centro de acogida de Lampedusa. Esta estructura que toma oficialmente la categoría de "Centro de Socorro y Primera Acogida", es donde los inmigrantes son identificados y se establece la legitimidad de su permanencia en el territorio italiano.
La gran polémica del vídeo radica en las gestiones exclusivas que tiene la cooperativa, también en ámbito sanitario. Los médicos pertenecen al personal externo del centro y se turnan con frecuencia a lo largo de cada temporada de trabajo: "Me quedé sólo 8 días", explica a PÚBLICO uno de los médicos que prestó servicio en el centro en el último año. Pide por favor que no se publique su nombre porque le causaría problemas profesionales.
Presiones de silencio a los médicos"Los médicos recibimos muchas presiones del personal interno para que callemos sobre ciertas conductas" "Lo que ocurre normalmente en el centro de acogida de Lampedusa es espeluznante. Lo más eficaz para tratar la sarna son esos chorros de agua mezclados con medicamento. Pero el propio centro dispone de un cuarto habilitado para este tipo de tratamiento. No es que esté en perfectas condiciones higiénicas, pero su uso está destinado a eso. No es lo mismo recibir ese tratamiento en un cuarto con un enfermero dentro que al aire libre delante de los demás", explica con detalle el médico. Razona su marcha de Lampedusa: "Me fui del centro de acogida a los ocho días. Los médicos recibimos una presión extraordinaria por parte del personal interno para que no digamos absolutamente nada acerca de cierto tipo de conductas".
Este control de la información hacia el personal sanitario se percibe también como periodista. Al obtener los permisos para entrar en el centro de acogida, el director y el subdirector nunca dejan solos a los médicos cuando hay entrevistas.
Organizaciones humanitarias como Cruz Roja, Acnur y Save The Children denuncian desde hace tiempo, a nivel interno, esta situación. "Este tipo de vejaciones no son fáciles de ver. Ninguno trabaja aquí todos los días todo el día, de modo que es difícil coincidir para poder ver estas situaciones e incluso poder denunciarlas con pruebas y sin ningún tipo de represalia", explica F.G., voluntario en el centro de acogida de Lampedusa.
El lucrativo negocio de los centros de acogida se basa en un sencillo flujo de dinero. El Gobierno italiano, a través del Ministerio del Interior y a su vez la Delegación del Gobierno de Agrigento (la provincia a la que pertenece la isla de Lampedusa) paga al centro de acogida 25 euros por inmigrante al día para que este organismo desempeñe sus funciones.
Háganse cuentas. Si sólo este año Lampedusa ha acogido alrededor de 18.000 inmigrantes por una media de 6 días de permanencia a 25 euros la jornada, se traduce en más de 3 millones de euros en el año 2013. Y eso sólo en Lampedusa. Hay dos docenas de centros de acogida repartidos por toda Italia. Se trata de un negocio de unos beneficios muy altos donde, al centrarse en el cuidado de seres humanos, cualquier reducción de costes es difícilmente justificable.
El Gobierno italiano paga 25 euros al día por inmigrante a las empresas que gestionan los centros
Da igual la ocupación máxima. Si Lampedusa puede acoger un máximo de 350 personas y tiene 1.000 huéspedes, el centro de acogida dispondrá igualmente de 25.000 y no 9.000 euros al día. El negocio es incluso mayor en otros centros de acogida de segundo nivel, donde las permanencias son de larga duración, aunque las estructuras no sean las adecuadas. Es algo que ocurre, por ejemplo, en centros de acogida como los de Crotone, Foggia y Caltanissetta.
La comisaria europea de Interior, Cecilia Malmström, ha sido tajante: "Las imágenes que hemos visto de Lampedusa son terribles e inaceptables". El ejecutivo italiano ha expresado una opinión unánime, desde el jefe del Gobierno Enrico Letta hasta ministro de Interior Angelino Alfano, pasando por la ministra de inmigración Cècile Kyenge: "Son imágenes graves e inaceptables en un país democrático, se llevará a cabo una investigación. Y una vez que se sepa quiénes son los responsables pagarán por ello".
La alcaldesa de Lampedusa, Giuseppina Maria Nicolini, a veces acusada de estar poco presente en la isla debido a sus numerosas reuniones fuera de la isla, comenta: "Lo que hemos visto en el centro de acogida recuerda a un campo de concentración". "Este vergonzoso modelo de acogida tiene que cambiar", añade con la tranquilidad de quien sabe que el Ayuntamiento de Lampedusa no tiene ninguna jurisdicción en tal problema.
La figura más importante y la que tendrá que dar explicaciones muy pronto es el consejero delegado de Lampedusa Accoglienza, C. Galipò. El periódico italiano La Repubblica ha entrevistado telefónicamente a Federico Miragliotta, el director del centro de acogida, que no asume responsabilidades y hace referencia a órdenes superiores. Ambos tendrán que aclarar hasta qué punto, efectivamente, las humillaciones hacia los inmigrantes son una praxis habitual y por tanto, resulta creíble que nadie supiera nada antes de la emisión del vídeo. Hay dos vías para sospechar que esto es poco probable.
Empecemos por el centro de acogida. Los médicos y las ONGs denuncian y advierten de la gravedad de los hechos a nivel interno y, como en el caso de Acnur, mandan diariamente informes a Roma. Por otro lado, los empleados del centro de acogida ejecutan y afirman que esas prácticas se deben a órdenes de superiores y a su vez, sus directores hablan de presiones de la cooperativa Lampedusa Accoglienza.
Empecemos esta vez por la Unión Europea. Bruselas anuncia retirar las ayudas y pide explicaciones al ejecutivo italiano, que a su vez las pide a la Delegación del Gobierno de Agrigento, la institución que mantiene contactos con Lampedusa Accoglienza y su consejero delegado, C. Galipò.
Tensión por posibles despidosInterior habla de despedir a toda la plantilla y que el centro pase a ser gestionado por Cruz Roja
El clima es muy tenso en el centro de acogida de Lampedusa estos días. El personal contratado sabe que no le queda muchos días de trabajo. Fuentes del Ministerio del Interior hablan de la posibilidad de despedir a la totalidad de la plantilla de trabajadores internos del centro de acogida y de que se expulse a la cooperativa. La gestión podría pasar a manos de la Cruz Roja Internacional.
Los habitantes de la localidad siciliana se indignan ante el hecho de que estos vídeos estropeen la imagen de una isla solidaria: "Pensaba que habíamos llegado al límite con los naufragios y los muertos. No quiero imaginarme cómo tratan aquí de verdad a los inmigrantes", comenta Alessio, pescador y vecino lampedusano de 23 años.
Vista de varios cuerpos del naufragio de una embarcación en Lampedusa Franco Lannino - EFE
La realidad del centro de acogida de Lampedusa, ahora más que nunca, entra en el máximo de su contradicción. Mientras el ente organizador gana una media de 6.125 euros al día, no siempre hay comida, agua y duchas para todos. Ver pequeños altercados a la hora de cenar es incluso razonable pensando en alguien que procede de una tierra en conflicto tras un largo viaje. Aun desembarcados en la acomodada Europa, quien llega último come peor. O no come.
Mientras algunos migrantes llegan con fuertes enfriamientos causados por las gélidas travesías, otros contraen enfermedades dentro del centro de acogida. Mientras algunos empleados del centro no respetan a los inmigrantes en horario de trabajo, los vecinos de Lampedusa se encargan de cuidarlos en el tiempo libre. Mientras el Centro de Acogida representa la vergüenza, sus habitantes son, para muchos, el orgullo.
En medio de las contradicciones, para los lampedusanos el vídeo, a modo de olla a presión, servirá para denunciar lo que otros no habrían conseguido nunca. Poner en evidencia un escenario vergonzoso en el que impera la hipocresía de todos aquellos que, hace un par de meses, decían que esto no se volvería a repetir. Los muertos en el mar no fueron suficientes para evitar los maltratos de los vivos en tierra.
Tras los naufragios del 3 y el 11 de octubre, en los que hubo centenares de muertos, se cuestionaba si eran suficientes los esfuerzos de Italia ante la inmigración procedente del Norte de África. Pero en todo momento los términos de discusión eran de carácter político, militar y económico. En esta ocasión, sin embargo, al hablar de maltrato y abuso de poder hacia los inmigrantes, la gravedad sube de nivel.
Las Fiscalías de toda Sicilia, que investigan desde hace meses el contrabando ilegal de personas organizado por las mafias libias en el Norte de África; ahora, tras la emisión del vídeo emitido por Rai 2, tendrá el importante cometido de aclarar qué ocurre en el negocio de la acogida en Italia. Una actividad que, mal ejecutada, da lugar a la violación de los Derechos Humanos también la ribera Norte del Mediterráneo.
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