Este artículo se publicó hace 3 años.
Naftalí Bennett, en camino de convertirse en el primer ministro más radical de Israel
Si no hay sorpresas de última hora, Bennett se convertirá esta semana en primer ministro del país. Sostenido por una coalición que puede desmoronarse en cualquier momento, el lider ultrarreligioso asegura que va a presidir un gobierno de "cambio", sin explicar lo que eso significa.
Eugenio García Gascón
La agresiva evolución nacionalista y religionista que experimenta Israel ha encontrado la horma de su zapato en Naftalí Bennett, quien se perfila como el primer jefe de Gobierno religionista en la historia de este pequeño país que ejerce una determinante y controvertida influencia en Oriente Próximo y una influencia nada desdeñable en Occidente.
Aunque está previsto que la próxima semana la Kneset vote su investidura, Bennett no las tiene todas consigo. Benjamín Netanyahu está esforzándose a fondo para desbaratar una frágil coalición que a duras penas se sostiene. A día de hoy cuenta con el respaldo de 62 de los 120 diputados, pero Netanyahu está presionando a por lo menos cuatro diputados para convertirlos en tránsfugas.
Bennett nació hace 49 años en Haifa, el seno de una familia que recientemente había emigrado desde California. La madre encontró dificultades para adaptarse a su nuevo país y la familia regresó a San Francisco en 1973. Cuando Bennett era niño, la familia se acercó al judaísmo y los tres hermanos se criaron en un ambiente religioso.
Bennett se ha jactado públicamente de haber matado a personas árabes
Siendo todavía niño, la familia regresó a Israel, donde Bennett recibió la educación sionista común a todos los jóvenes en el país, completada con una educación religiosa. Sirvió en Sayeret Matkal, una unidad de combate del Ejército y se ha jactado públicamente de haber matado a muchos árabes. Se casó y tuvo cuatro hijos, a quienes esta semana ha advertido que su padre se convertirá en la persona más odiada de Israel por haber facilitado la creación de una "coalición de izquierdas".
A partir de 1996 se interesó activamente por la seguridad del software, al tiempo que estudiaba Derecho y Administración de Empresas en la Universidad Hebrea de Jerusalén. Junto con otros socios fundó una start up de seguridad de software y se trasladó a Nueva York con su familia. Años después vendió la compañía convirtiéndose en multimillonario.
Su aventura política arranca en 2005, cuando empezó a trabajar como jefe de personal de Benjamín Netanyahu, que todavía no era primer ministro, como voluntario, es decir sin cobrar nada a cambio. No duró mucho en esa posición, que abandonó por desavenencias con Sara Netanyahu, una mujer calculadora de fuerte carácter que influía y sigue influyendo en el entorno del todavía primer ministro en funciones.
En 2010 fue director del Consejo de Yesha, el órgano de los colonos judíos en Cisjordania, desde donde se opuso sistemáticamente a cualquier veleidad del Gobierno para reducir la velocidad de construcción en los asentamientos judíos que hay en los territorios palestinos ocupados en 1967. También fundó un grupo de presión y propaganda para reforzar los intereses de los colonos.
En 2012 se integró en la Casa Judía, un partido religioso que pretendía atraer a laicos ultranacionalistas y del que Bennett se convirtió en líder. Desde entonces ha sido ministro en varios departamentos, especialmente en Economía y Defensa, desde donde ha impulsado las líneas políticas más duras de gobiernos ya de por sí extremadamente nacionalistas.
Bennett y Shaked fundaron Yamina (Derecha), que agrupaba a religionistas y a laicos ultranacionalistas
A finales de 2019, poco antes de las elecciones, Bennett y su compañera política Ayelet Shaked, abandonaron la Casa Judía para fundar un nuevo partido que una vez más pretendía atraer no solo a religionistas, sino también a laicos ultranacionalistas, pero la flamante formación no obtuvo los votos necesarios para obtener representación en la Kneset.
En los siguientes comicios, al frente de Yamina (Derecha), un partido que como los anteriores refleja perfectamente la ideología del fundador, regresó a la Kneset. A finales de 2019, como ministro de Defensa, aprobó la creación de un nuevo barrio judío en la inestable ciudad palestina de Hebrón y autorizó una larga serie de operaciones militares y de sabotaje contra Irán.
Bennett llegará a primer ministro en una situación complicada y gracias a una carambola. La política interior de Israel no cambiará un ápice, y lo mismo la política exterior. Ideológicamente, ha orbitado siempre alrededor de Netanyahu, quien a pesar de ser laico ha hecho el juego a los religionistas, de manera que las diferencias entre uno y otro son mínimas si es que existen.
De hecho, Bennett ha intentado hasta el último momento pactar con Netanyahu. No ha podido porque Netanyahu necesitaba otros dos escaños para obtener la mayoría absoluta y hasta ahora no ha logrado convencer a ningún tránsfuga. En una entrevista televisiva, Bennett reconoció que es "ambicioso" y reiteró que liderará una coalición para el "cambio", sin explicar con claridad en qué consistirá el cambio.
Si llega al poder, será el primer ministro de Israel que se cubra la cabeza con la kipá
En la misma entrevista volvió a recalcar que intentó aliarse con Netanyahu, pero la alianza no pudo concretarse al sumar solo 59 escaños. Si la próxima semana logra la investidura, se convertirá en el único primer ministro de la historia de Israel que se cubra la cabeza con kipá, una señal acorde con los vientos que soplan en el país y que son progresivamente más nacionalistas y religionistas.
Bennett ha conseguido llegar hasta aquí a pesar de que en las últimas elecciones su partido solamente obtuvo seis escaños, y que por lo menos dos de esos escaños están ocupados por diputados que no ven nada claro el pacto con las fuerzas de centro izquierda. Sobre estos escaños Netanyahu ejerce la máxima presión para romper la precaria mayoría de 62 diputados que de momento sostiene a Bennett.
Los problemas no acabarán con la investidura, más bien comenzarán entonces. Bennett ha dicho que su Gobierno estará "un poco más a la derecha" que el de Netanyahu. Sea como sea, se trata de una coalición radical y por naturaleza muy inestable, cuya supervivencia nadie puede garantizar. Bennett es el principal interesado en que no haya nuevas elecciones ya que distintos sondeos publicados en los últimos días anticipan que su partido no obtendría ninguna representación en la Kneset.
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