Este artículo se publicó hace 13 años.
La muerte del dictador norcoreano hace temer una escalada bélica
Washington y Seúl recelan ante una posible lucha por el poder en la cúpula militar de Pyongyang. La inexperiencia del hijo y sucesor atiza los temores
Las calles de Pyongyang amanecieron heladas hoy, el día en que sus habitantes supieron que Kim Jong-il había muerto. Una locutora vestida de riguroso luto y deshecha en lágrimas anunció en la televisión que el Querido Líder, de 69 años, había muerto durante un viaje de un infarto provocado por "fatiga física y mental por exceso de trabajo".
Tras el anuncio, frente a la cámara de la televisión china, la única a la que se permitió viajar a la capital norcoreana, se repetía el mismo ritual: al atisbar el objetivo, la gente comenzaba a sollozar de forma desconsolada. Los ciudadanos norcoreanos hacían exactamente lo que el régimen esperaba de ellos.
El hijo y sucesor del autócrata, Kim Jong-un, aún no ha cumplido 30 años
Algunas de esas lágrimas seguramente eran sinceras. Pyongyang es una ciudad adicta al régimen, en la que sólo se permite vivir a los burócratas cercanos al poder, y además la propaganda siempre ha presentado a Kim Jong-il como un padre virtuoso que vela por sus hijos.
Tan imposible como saber qué pensaba realmente esa gente es conocer el futuro de la dictadura más hermética del planeta. ¿Se desatará una lucha de poder dentro de la cúpula militar? ¿Colapsará Corea del Norte ante la ausencia del hombre que gracias a su puño de hierro mantuvo a raya durante 17 años a una sociedad reprimida y famélica?
China suele ser un buen termómetro para conocer los vaivenes de su aliado. Pekín prohibió hoy a todos los expertos en Corea del Norte hablar con periodistas, pero alguno de ellos no hizo caso a esa directriz. "Hay que ver cómo evolucionan las cosas dentro del país, especialmente el grado de lealtad de los miembros del partido y del Ejército, comprobar si realmente apoyan a Kim Jong-un como su líder", dijo Liu Ming, experto de la Academia de Ciencias Sociales de Shanghái, a la BBC.
Pyongyang utiliza su arsenal nuclear para amenazar a los países vecinos
Tampoco la Embajada norcoreana en la capital china dio señales de vida más que para poner la bandera a media asta. El hermetismo y la incertidumbre es tal que algunas fuentes adelantaron que no se permitirá la presencia de delegaciones de Estado extranjeras en el funeral de Kim Jong-il, el 28 de diciembre.
Ante la falta de información, el mundo hace cábalas sobre qué va a pasar con Corea del Norte. Y en una cosa todos coinciden: el heredero, Kim Jong-un, aún no está listo para tomar el bastón de mando. Ni siquiera ha cumplido 30 años (se cree que nació en 1983 o 1984) y no ha tenido tiempo para reforzar su legitimidad y mucho menos el carisma de su padre y de su abuelo Kim Il-Sung, el fundador de la dinastía política un factor clave para subyugar al pueblo y asegurarse el respeto de la nomenclatura. Sin embargo, todos los indicios, tras la muerte de Kim Jong-il, apuntan hacia un traspaso de poder sin sobresaltos en la única dinastía comunista de la historia.
El 'Gran Sucesor'Corea del Sur y Estados Unidos tratan de hallar una respuesta conjunta
Esa es la sensación que trata de transmitir la agencia estatal de noticias KNCA, que se apresuró hoy a presentar a Kim Jong-un como el Gran Sucesor y urgió a los 24 millones de norcoreanos a mantenerse unidos bajo su liderazgo. "Todos los miembros del partido y del Ejército y los ciudadanos deben seguir con esperanza el liderazgo del camarada Kim Jong-un, y proteger y reforzar todavía más el frente unido del partido, del Ejército y de la ciudadanía", rezaba un comunicado, que proseguía: "Es una gran persona, idéntico a Kim Jong-il. Ninguna fuerza en el mundo puede oponerse al avance revolucionario de nuestra gente, liderada sabiamente por Kim Jong-un".
La comunidad internacional, sobre todo Corea del Sur y Estados Unidos, no tiene las cosas tan claras. Tras conocerse el deceso del dictador, Seúl reforzó la vigilancia militar en la frontera y el Gobierno puso en marcha un Gabinete de crisis.
Una guerra inacabada"La lealtad del Ejército y del partido es crucial", subraya un experto
Las dos Coreas se encuentran formalmente en estado de guerra después de que la contienda que las enfrentó de 1950 a 1953 concluyera con un armisticio, que puede ser revocado, en lugar de un tratado de paz definitivo.
El presidente surcoreano, Lee Myung-bak, mantuvo hoy mismo una conversación telefónica con su homólogo estadounidense, Barack Obama, para tratar de coordinar una respuesta conjunta a una posible deriva bélica de la situación en Corea del Norte. La amenaza no es baladí: el régimen de Pyongyang posee un arsenal nuclear que le ha servido para amenazar a sus vecinos y a la comunidad internacional cada vez que se sentía bajo el punto de mira de Occidente.
Ahora, con una élite en pleno proceso de recomposición, es una incógnita qué sucederá con las centrifugadoras de uranio secretas que el régimen tiene repartidas por el país. Los expertos creen que Kim Jong-un necesitará efectuar una demostración de fuerza ante sus 1,2 millones de soldados y ante el mundo. Esto podría traducirse en un nuevo ensayo con armas nucleares o una escaramuza contra Corea del Sur como la del año pasado, cuando Pyongyang hundió una corbeta surcoreana, en la que murieron 46 militares, y bombardeó la isla surcoreana de Yeonpyeong.
Y ahí radica la duda: uno de los peores tiranos de las últimas décadas ha muerto, pero ¿cómo será su hijo y sucesor, Kim Jong-un?
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