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"Águila no caza mosca". Con este hiriente refrán despachaba Hugo Chávez a María Corina Machado en un cruce verbal en el Parlamento venezolano. Corría el año 2012, el mandatario ya estaba enfermo por el cáncer que lo iba consumiendo y la oposición confiaba en acabar pronto con la revolución bolivariana. Tras las críticas de Machado, el comandante le recomendó que, antes de dirigirse a él, ganara las primarias en su propio espacio político: "Está fuera de ranking para debatir conmigo, lo lamento mucho". El candidato del bloque antichavista en los comicios de 2013 fue finalmente Henrique Capriles. Pero aquella "mosca" disidente no se dio por vencida. Una década después, Machado se ha impuesto de manera arrolladora en las elecciones primarias de la oposición celebradas el domingo en Venezuela, con un 93% de los votos según datos provisionales.
Machado se ha convertido en una dama de hierro en el tablero político venezolano
De ser considerada un mero peón del antichavismo, Machado se ha convertido en una dama de hierro en el tablero político venezolano. Cuenta con poco más de un año para intentar darle jaque mate al presidente Nicolás Maduro en las elecciones presidenciales que se celebrarán, previsiblemente, a finales de 2024. "Este no es el final, pero sí es el principio del final (...) En 2024 vamos a ganar. Vamos a desalojar a Maduro y a su régimen y a comenzar la reconstrucción", se apresuró a decir nada más proclamarse vencedora de las primarias. Para lograrlo, tendrá que resolver primero algunas cuestiones legales.
El oficialismo y la Plataforma Unitaria (que engloba a casi todas las familias de la oposición) pactaron la semana pasada en la isla caribeña de Barbados un acuerdo para avanzar hacia un proceso de normalización política que tiene como meta la celebración de elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024. El pacto no ha despejado qué pasará con los candidatos que han sido inhabilitados por las autoridades venezolanas. La Contraloría General de la República (el máximo órgano de control fiscal del Estado) inhabilitó el pasado mes de junio a Machado para ejercer cargos públicos por un periodo de 15 años por "errores y omisiones en sus declaraciones juradas de su patrimonio".
Con su triunfo en las primarias, Machado pone ahora en un brete al Gobierno. El reciente acercamiento ente Washington y Caracas (reflejado en la suspensión temporal de sanciones económicas, de una parte, y la liberación de cinco presos políticos, de otra) podría revertirse si Maduro no elimina las inhabilitaciones contra varios líderes de la oposición. Pero en el palacio de Miraflores preocupa mucho la creciente simpatía que despierta Machado en un amplio sector de la población desencantado con la política y asfixiado por la crisis económica. Si se atiende a las encuestas, la nueva líder opositora derrotaría a día de hoy holgadamente a Maduro en las urnas.
Anticomunista y neoliberal
María Corina Machado (Caracas, 1967) nació en el seno de una familia acomodada ("burguesita de fina estampa", llegó a bautizarla Chávez). Su padre, Henrique Machado, era uno de los empresarios más reconocidos del sector metalúrgico. Chávez expropió en su momento las empresas Sivensa y Sidetur, propiedad de la familia Machado. Ingeniera industrial de profesión, divorciada y madre de tres hijos que viven en el extranjero, la dirigente opositora lleva casi tantos años en la política como el chavismo en el poder: más de dos décadas. Su anticomunismo visceral y su credo neoliberal le han ubicado en el ala más reaccionaria de la disidencia. Como dirigente ultraliberal y anticomunista, la comparación con Margaret Thatcher está servida. Es, en todo caso, una dama de hierro caribeña que ha resistido los embates del chavismo con un discurso radical y confrontativo (fue partidaria en su momento de la intervención militar de Estados Unidos).
Machado promete emprender una política de privatizaciones que incluye a Petróleos de Venezuela
Elegida diputada de la Asamblea Nacional en 2010 con un gran caudal de votos, ese respaldo popular le animó a presentarse a unas primarias en las que, sin embargo, sólo obtuvo un magro 4% de apoyos. Capriles, ganador por amplia mayoría en esa contienda, perdería en las urnas contra Chávez, primero, y más tarde frente a Maduro. Las tornas han cambiado hoy. Ante la alta popularidad de Machado, Capriles renunció a su candidatura hace unas semanas, dejando el camino allanado para la victoria de Machado.
Ninguneada por el chavismo y por una parte de la oposición, Machado fundó en 2012 su propio partido político, Vente Venezuela, y buscó la complicidad de los halcones de la disidencia. Junto a Leopoldo López, de Voluntad Popular (hoy refugiado en Madrid tras ser condenado a varios años prisión por incitación a la violencia), organizó en febrero de 2014 una campaña de violentas protestas callejeras (llamada "La salida") que se saldó con más de 40 muertos y dos millares de detenidos. Un juez le prohibió a Machado abandonar Venezuela desde ese año.
La nueva líder de la oposición venezolana pretende darle la vuelta al país si llega a la presidencia. Emprenderá una política de privatizaciones que incluye a Petróleos de Venezuela (PDVSA), la joya de la corona de un país que cuenta con las mayores reservas mundiales de petróleo. Favorable a la desregulación y al imperio del libre mercado, apuesta por "un modelo de desarrollo inclusivo y liberal para generar prosperidad, riqueza y libertad en Venezuela", según sus propias palabras. Un modelo que, antes de la aparición de Chávez, había llevado a la pobreza a millones de personas en un territorio con recursos naturales casi ilimitados.
Tras años de divisiones y fracasos (tanto en el terreno electoral como en el de las intentonas golpistas y la agitación callejera), la oposición venezolana parece haber encontrado en María Corina Machado una pieza valiosa para darle su ansiado jaque mate al chavismo, invicto en unas elecciones presidenciales desde su irrupción en 1998. Las fichas ya están dispuestas. La partida acaba de comenzar.
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