Desde 2011 sólo le han visto los militares que vigilan su cautiverio en una isla turca. En estos dos años no se ha sabido nada de Abdullah Öcalan, conocido entre sus gentes como Apo. No se le ve, pero está negociando con el Estado turco, pues él sigue siendo la voz con más autoridad del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el movimiento guerrillero que él mismo fundó hace casi medio siglo y que lucha contra el ejército turco por los derechos civiles y políticos de su pueblo y por la autonomía de la región. Este pueblo de 40 millones de habitantes, cuyo territorio está repartido entre Turquía, Siria, Irán e Irak, es el más grande del mundo sin un Estado propio. Más numerosos, a veces más reprimidos, y mucho más desconocidos que los palestinos.
Durante las negociaciones que se desarrollaron entre el PKK y Turquía en 2009, y que se interrumpieron a mediados de 2011, Öcalan escribió Hoja de ruta hacia la paz en el Kurdistán, un libro en el que trata los pasos necesarios que deben darse para iniciar un proceso de paz, al mismo tiempo que esboza una solución justa a la cuestión kurda. La publicación ha estado secuestrada por sus captores turcos hasta hace pocos meses, cuando el Tribunal Europeo ordenó a Turquía que permitiese su publicación al constituir una defensa legal del procesado. La editorial Txalaparta lo acaba de publicar en castellano y Mazlum Dinc, uno de los abogados de Öcalan, vino a Madrid para presentar el libro de su defendido y contar la situación de este olvidado conflicto en el corazón de Oriente Medio.
'Éste es un conflicto muy largo, en el que Öcalan ha puesto muchos esfuerzos por llegar a acuerdos', explica Mazlum Dinc, que asegura que el no haber visto a su defendido desde hace dos años 'supone una violación flagrante de los derechos humanos'. Respecto al libro, afirma que 'no es una lista de demandas kurdas, sino una propuesta de democratización del Estado turco, porque el conflicto sólo se va a resolver mediante un proceso en el que se alcance más democracia para todos'. Firme a esta voluntad, el pasado mes de marzo, coincidiendo con el Nevruz o Año nuevo Kurdo, el PKK anunció un alto el fuego, retiró a sus guerrilleros de los enclaves estratégicos de las montañas y abrió un nuevo proceso de negociación con el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, retomando así el frustrado diálogo abandonado en 2011. 'Deponed las armas y cruzad las fronteras, vamos a cambiar la lucha armada por la lucha democrática', decía el mensaje de Öcalan que leyeron dos diputados kurdos en la ciudad de Diyarbakir. 'Vamos a hacer que se callen las armas, que el derramamiento de sangre de turcos y kurdos acabe'.
Alzado en armas contra el poder central de Ankara en 1984, la guerra no declarada entre el PKK y el Ejército turco se ha cobrado más de 45.000 muertos, en su mayoría milicianos y civiles kurdos. De origen marxista-leninista, el PKK renunció a esta línea política hace años para avanzar hacia lo que Öcalan denominó 'el confederalismo democrático', que postula la democracia participativa, el ecologismo y el feminismo como pilares fundamentales para organizar a los kurdos, inspirándose en las teorías de Immanuel Wallerstein y el municipalismo libertario de Murray Bookchin. Una de sus señas de identidad, especialmente remarcable al situarse en un enclave central de Oriente Medio, ha sido el impulso de la lucha por la igualdad de las mujeres kurdas y su participación en toda la organización política y militar del movimiento. De hecho, la guerrilla cuenta con numerosas brigadas formadas únicamente por combatientes femeninas.
Mazlum Dinc explica cómo 'el pueblo kurdo y sus organizaciones buscan soluciones democráticas y ha conseguido que el Estado esté dispuesto ahora al diálogo'. Desde que se rompió el anterior proceso en 2011 ha habido un gran número de detenciones y asesinatos, según denuncia el abogado. Hasta que se abrió el nuevo diálogo el pasado mes de marzo, cuando la situación ya era otra por los cambios que acontecían en la región desde el inicio de las Primaveras Árabes. 'El conflicto sirio afecta a nuestra situación y el gobierno turco se ha visto empujado desde fuera a hacer movimientos y retomar el diálogo', aclara el abogado.
'En el Kurdistán sirio se está dando una revolución, los kurdos han conseguido crear su propia autonomía. Y no lo han hecho gracias al apoyo de fuerzas extranjeras, sino gracias a su propia fuerza social, política y militar' narra el abogado. Los guerrilleros kurdos han combatido al mismo tiempo con el Ejército de Al Asad y con los yihadistas de Al Nusra. Tampoco la oposición moderada contempla el derecho de autodeterminación para el Kurdistán sirio si logran derrocar al dictador.
La cuestión kurda da la vuelta a las alianzas geoestratégicas, pues Turquía apoya a grupos islamistas para combatir a los kurdos, cuando siendo miembro de la OTAN tiene prohibido dar soporte a las fuerzas vinculadas a Al Qaeda. Diversos medios de comunicación internacionales también han señalado está contradictoria complicidad. Pero para el PKK y su movimiento hermanado en Siria, los Comités para la Protección del Pueblo Kurdo (YPG), la partida se juega a una carta: 'Si los kurdos ganan en Siria afectará muchísimo al proceso en Turquía. Si aplastan esa revolución, también seremos vencidos en Turquía'.
Desde hace unos meses el proceso de paz con Turquía 'se ha bloqueado' y el PKK ha dejado de retirar a sus efectivos de las montañas. 'El Estado turco no está apostando por la paz', según Dinc, puesto que el líder del PKK sigue incomunicado pese a ser 'un actor central en este proceso'. Y tampoco esperan que el proceso acabe en la secesión. A ambos lados de la frontera, la reivindicación kurda ya no es la de la independencia: 'Aspiramos a una autonomía democrática, apuntando a la democratización de la sociedad antes que a la construcción de un Estado independiente. En el libro está plasmada la dimensión histórica y teórica de este proyecto y los principios fundamentales para la solución'.
En la apuesta kurda por la democratización del Estado turco las revueltas en Estambul y Ankara del pasado verano fueron un hito histórico y miles de kurdos se sumaron a los turcos en las plazas con un objetivo común, demostrando así que el conflicto no es entre los pueblos sino con el Estado. 'Fue una respuesta de la sociedad turca al Estado. Su estructura antidemocrática reprimía sobre todo a los kurdos, pero también a otros colectivos. Por eso nos sumamos a la protesta, unos y otros queríamos lo mismo: la democratización de Turquía' explica el letrado. Y recuerda que 'lo que propone Öcalan no son soluciones para los kurdos, sino para todas las sociedades, son soluciones para democratizar las sociedades y abordar los conflictos de género y ecológico'.
Aún así, con más de 45.000 muertos sobre la mesa en el conflicto con el Estado turco, son conscientes que la reconciliación entre las comunidades no va ser tarea fácil. 'Va a ser un proceso muy largo, se han destrozado más de 4.000 pueblos. Y se ha ocultado totalmente, ni si quiera en Turquía se conoce'. Pero quieren dar pasos hacia adelante: 'hasta ahora todos los conflictos han tenido que ver con quién estaba en el poder. Nosotros proponemos un modelo de convivencia entre todos los pueblos que habitan en una región'.
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