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Kim Jong-un El desarme norcoreano y los incentivos de EEUU: las claves en la cumbre Trump-Kim

La mayoría de analistas coinciden en señalar que resulta imposible que de esta segunda cumbre salga una hoja de ruta detallada.

Kim Jong-un, foto de archivo. REUTERS

Andrés Sánchez Braun (EFE)

La esperada segunda cumbre EEUU y Corea del Norte ofrecerá claves para conocer en qué grado está Pionyang comprometido con su desnuclearización y qué concesiones está dispuesto a hacer Washington para incentivar el desarme.

La primera cumbre del año pasado en Singapur entre el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente estadounidense, Donald Trump, se cerró con una declaración que, pese a ser un importante paso para voltear el enfrentamiento que ambos países mantienen desde 1950, apenas sirve para cimentar un proceso de desnuclearización.

En el documento, de apenas un folio, ambas partes acordaron mejorar lazos y "trabajar para la desnuclearización de la península coreana", al tiempo que Washington se comprometía a ofrecer "garantías de seguridad" para la supervivencia del régimen, sin añadir más contenido al respecto.

La ausencia de coordenadas ha evitado que hasta ahora el proceso de desarme muestre avances consistentes, ya que la Casa Blanca ha exigido a Pionyang que ponga sobre la mesa inventarios concretos para desmantelar y el régimen ha respondido que lo hará si la Administración Trump implementa "medidas correspondientes".

No obstante, Corea del Norte se ha prestado a inutilizar "permanentemente", y siempre que EEUU le dé incentivos, su centro de investigación nuclear de Yongbyon, el lugar en el que el régimen ha fabricado el combustible para las seis bombas atómicas que ha probado hasta la fecha.

A su vez, Trump y su equipo parecen haber rebajado su retórica inicial sobre la necesidad de que la desnuclearización norcoreana sea "total, verificable e irreversible", con el presidente asegurando que "no hay prisa" y mostrándose satisfecho con el simple hecho de que Pionyang haya dejado de hacer pruebas de armas.

La mayoría de analistas coinciden en señalar que resulta imposible que de esta segunda cumbre salga una hoja de ruta detallada

En todo caso, la mayoría de analistas coinciden en señalar que resulta imposible que de esta segunda cumbre salga una hoja de ruta detallada, aunque sí cabe la posibilidad de que se acuerden medidas que sirvan para empezar a trazar un plan a gran escala.

"Una segunda cumbre necesita generar más que solo buena voluntad política", explica a Efe Jenny Town, analista del Stimson Center de Washington y editora de la web especializada en Corea del Norte 38north.org, que dice esperar "unas pocas medidas concretas" de esta cumbre que se celebra en Hanoi (Vietnam) el 27 y 28 de febrero.

Entre esas medidas, dice, podría haber "un compromiso para dejar de producir material fisible (en Yongbyon) y permitir el registro de las instalaciones, y puede que incluso planes para desmantelar dichas instalaciones. Eso sería un primer paso importante".

Necesidad de muestras de confianza

Por su parte, Cho Jin-goo, profesor de Estudios Orientales de la Universidad surcoreana de Kyungnam, afirma rotundo que esta cumbre "gira en torno al cierre del complejo de Yongbyon".

El académico cree que si "se clarifican medidas concretas sobre los programas de uranio enriquecido, el tema sobre el que EEUU quiere averiguar más y de momento no ha podido, se consideraría como una muestra de sinceridad norcoreana para con la desnuclearización".

Con respecto a las "medidas correspondientes" que reclama el país asiático y que EEUU podría concederle, James McKeon, analista del Centro de Control y No Proliferación de Armas de Washington, estima que "el alivio gradual de sanciones, al estilo de lo que se hizo en el acuerdo nuclear con Irán, sería seguramente la número uno".

En ese aspecto, los analistas ven prácticamente imposible que EEUU se comprometa a impulsar la relajación de sanciones impuestas por la ONU como castigo por sus pruebas de armas pero, tal como apunta Town, es posible que se puedan implementar "algunas exenciones para proyectos de cooperación intercoreana".

Entre ellos destacan el complejo hotelero del monte Kumgang y el polígono industrial de Kaesong, situados en territorio norcoreano y que permanecen clausurados desde 2008 y 2016, respectivamente.

Ambos recintos suponen una fuente estable de divisas para el régimen, que en los últimos meses ha manifestado un enorme interés en reactivarlos para dar impulso a los programas de desarrollo económico que ha abanderado Kim Jong-un.
"Entre posibles 'medidas correspondientes' incluiría disposiciones para mejorar la relación bilateral como abrir oficinas de enlace -misiones diplomáticas de grado menor- o una declaración política que ponga fin a la Guerra de Corea (cerrada con un alto el fuego y no un acuerdo de paz)", expone Cha Du-hyeogn, investigador del Instituto Asan de Seúl.

El régimen, consciente del destino que siguieron países como Irak, ve en este último elemento un importante mecanismo que podría garantizar su supervivencia.

A este respecto Cho ve también posible que EEUU haga una declaración de paz "a nivel político, y que luego se traslade a un marco multilateral (el alto el fuego que detuvo la Guerra de Corea en 1953 fue rubricado por Pionyang, Washington y el llamado Ejército Popular de Voluntarios chino) para la firma de un tratado de paz".
En todo caso, y a falta de avances manifiestos tanto en desnuclearización como en el proceso de paz, todos los expertos consultados coinciden en señalar que en ningún caso Washington contempla poner de momento sobre la mesa la retirada o reducción de sus tropas presentes en Corea del Sur (28.500 efectivos).

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