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Actualizado:El 4 de octubre de 2006, Julian Assange, un activista australiano a caballo entre hacker y periodista, fundaba la web de filtraciones WikiLeaks. Cuatro años después, la Interpol emitió una orden de busca y captura contra él a instancias de la policía sueca, iniciando el largo calvario de este enigmático personaje.
La justicia sueca había abierto varias causas contra él por presuntas violaciones (que después se rebajarían a acoso sexual) a varias mujeres, pero en 2017 todo quedó archivado. Sin embargo, desde 2012, Assange ha vivido privado de libertad después de que WikiLeaks llevara a cabo la mayor filtración de documentos secretos de la historia.
El 2010 fue el gran año de WikiLeaks. Los prestigiosos diarios The York Times, The Guardian, Der Spiegel publicaron información muy sensible sobre cientos de miles de informes clasificados, imágenes, vídeos y cables diplomáticos sobre las controvertidas actuaciones de Estados Unidos en las guerras de Irak y Afganistán y, posteriormente, sobre la prisión de Guantánamo. Después se unieron Le Monde, Al Jazeera y El País. La información obtenida por el portal de Assange dejó al desnudo el oscuro funcionamiento de la política exterior de la gran potencia mundial.
Torturas sistemáticas, asesinatos de civiles, encubrimientos y versiones falsas sobre numerosos acontecimientos de impacto en todo el mundo, eso era lo que contenían los más de 700.000 documentos revelados en aquella ocasión, aunque no han sido los únicos.
Assange se convirtió en el gran villano de EEUU, que reclama desde entonces su extradición para ser juzgado por casi una veintena de delitos. El fundador de WikiLeacks siempre defendió que las acusaciones de violación en Suecia eran tan solo una excusa para hacer factible su entrega a EEUU, donde podría ser condenado a 175 años de cárcel, según la defensa del activista. Washington le acusa de 17 delitos de espionaje, entre ellos, el de conspiración para acceder a información confidencial y clasificada, y uno de piratería informática.
La detención de Assange se produjo en Londres en diciembre de 2010. Tiempo después de permanecer en paradero desconocido y abandonar Suecia, él mismo se presentó en una comisaría después de que se activara una orden de detención internacional. Una semana después quedó en libertad bajo fianza. En 2011, las revelaciones de WikiLeaks continuaron y, esta vez, destaparon el espionaje estadounidense a grandes líderes mundiales. Londres aprobó la extradición de Assange a Suecia y, en junio de 2012, el activista se refugia en la embajada de Ecuador en la capital británica.
Siete años refugiado en la embajada de Ecuador
Allí pasó siete años. El Gobierno de Rafael Correa le concedió asilo político y, después, la nacionalidad ecuatoriana al tener en cuenta su lucha por la libertad de expresión, la libertad de prensa y por los derechos humanos. Numerosos galardones internacionales han querido poner en valor su empeño por destapar las vulneraciones de los derechos humanos que se necesitan que un país ejercer su hegemonía mundial.
Encerrado en una habitación de pocos metros cuadrados, el fundador de WikiLeaks continuó la tortuosa batalla de su defensa, aunque su salud mental se fue deteriorando a marchas forzadas. Su claustrofóbico asilo estuvo marcado por el hallazgo de un micrófono en la estancia, sospechas de espionaje por parte de la CIE y, sobre todo, por el pánico a una intervención policial británica en la embajada en cualquier momento.
Con la llegada de Lenín Moreno a la presidencia ecuatoriana, la visión política sobre la figura de Assange da un giro de 180 grados y pasa a ser calificado de "miserable hacker malcriado". En abril de 2019, Ecuador permite la entrada de la policía londinense en su embajada y se produce la detención de Assange por incumplir su libertad provisional. Esta vez ya no sería la justicia sueca quien lo reclamara, sino directamente la estadounidense.
Desde entonces, el activista que puso contra las cuerdas a la primera potencia mundial pasa los días encarcelado en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, totalmente incomunicado, lo que ha agravado aún más su ya deteriorada salud física y mental.
Esa es la razón por la que la justicia británica no aprobó inicialmente su extradición el pasado enero. Este viernes, el Tribunal de apelación de Londres no ha considerado tan serios los riesgos de una eventual condena en EEUU, ya que las autoridades han dado suficientes garantías de que Assange recibirá un trato adecuado.
El relator especial de las Naciones Unidas sobre la tortura pidió el indulto para el activista, al que definió como "a un hombre valiente que ha sufrido injusticia, persecución y humillación durante más de una década simplemente por decir la verdad".
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