Este artículo se publicó hace 16 años.
Los jóvenes serbios frenan al ultra Nikolic
El aumento de participación permite la reelección del moderado Tadic
Los serbios frenaron ayer en el último momento el ascenso del ultranacionalista Tomislav Nikolic a la presidencia serbia. Nikolic ganó la primera vuelta hace dos semanas, pero el aumento de participación, sobre todo entre los jóvenes, permitió la reelección del moderado Boris Tadic.
"Felicito a los ciudadanos por mostrar que Serbia es una democracia europea", dijo Tadic al proclamar su victoria. Poco después, Nikolic admitió su derrota. Al cierre de esta edición, Tadic lideraba el recuento con el 51,1% de los votos. Unas horas antes del desenlace, nada estaba decidido y en los bares los jóvenes calmaban los nervios bebiendo.Alexander se arriesgó a que se le aguara la noche inmerso en una nueva discusión política. Sabía que probablemente era el único votante del ultranacionalista Nikolic en Toscha, una de las tabernas más concurridas de Belgrado, junto al río Sava.
"Está llena de intelectuales. Apoyan a Boris Tadic porque creen que si gana ingresaremos en la Unión Europea. Son una pandilla de egoístas que sólo piensan en divertirse. No saben lo que es perder algo. A ellos, Kosovo no les importa nada", lamentaba ayer este informático que nació hace 35 años en Pristina, la capital kosovar, en una casa donde ahora vive una familia albanesa. Desde que la ocuparon, su aversión a todo lo que suene a musulmán supera a la que siente por los croatas. Faltaban pocas horas para que abrieran los colegios electorales y en el interior de la taberna todos cantaban con las ganas que los eslavos le ponen a las melodías dramáticas.
Alexander se había bebido ya varias copas de vino y se emocionaba con las letras. "Ésta es de un grupo croata con nombre musulmán. Cuenta la historia de un tipo que se enamora locamente de una mujer, pero un día la encuentra con otro y lo mata. Es preciosa", traduce.
Algo después, él mismo pide una canción. Es de un bosnio que confiesa su amor a las tabernas. "Una maravilla".No hay mejor combinación que la música y el vino para calmar los nervios, explica Tatjana. Quizá por eso, una de las maneras de evitar la temida abstención de los jóvenes fue invitarlos a varias macrofiestas tras el cierre de los colegios electorales siempre que sus dedos estuvieran marcados con la señal de que habían ido a votar.
La pesadilla de Milosevic
¿Realmente estais tan nerviosos? "Sí", admite esta productora de televisión de 39 años. "La última vez que vivimos tanta tensión fue durante la Revolución". Se refiere al 5 de octubre de 2000, cuando las manifestaciones de la oposición a Milosevic lograron derrocarle. Muchos revivieron ayer la pesadilla. En las últimas semanas, han asistido con temor el aumento de votantes del Partido Radical Serbio (RSS) de la mano de Nikolic.
Los recelos han vuelto y los serbios vuelven a desconfiar de sus vecinos. Saben que la independencia de Kosovo es inminente y ese tema resulta doloroso para todos.
Los más pragmáticos se concentran en la capital. Pasean por la avenida de Knez Mijailova, ahora repleta de boutiques de moda, y sueñan con recuperar el nivel de vida que tenían a finales de los años ochenta. No confían en la Unión Europea y mucho menos en la OTAN, que bombardeó la capital en 1999, pero con sus 400 euros de salario medio pueden comprar alguna prendas en las rebajas. Pobreza ruralSus compatriotas del extrarradio y del medio rural, no. Muchos de ellos apenas si superan los 200 euros mensuales. También los pensionistas ven empeorar su situación económica año tras año. "Hay gente muy pobre fuera de Belgrado", explica Mirko, profesor de ruso. Por eso teme la radicalización de Serbia.
Para Mirko, el principal problema es el aislamiento al que se han visto sometidos los serbios en los últimos años por la comunidad internacional. Acostumbrados a viajar, ahora se les deniegan los visados de manera sistemática. "Nuestros jóvenes no tienen contacto con otras culturas y eso les hace encerrarse en sí mismos", añade Mirko. Por una vez, Alexander coincide con él. Pero hay una diferencia sustancial. A este nacionalista no sólo le preocupa la falta de oportunidades. Él, además, se siente "humillado".
Tanto Alexander como Mirko hablan del "chantaje de Europa" y piden "cambios", al margen de lo que ocurra con Kosovo. Pero se refieren a cosas diferentes. Nada raro en un país donde las papeletas electorales se podían leer ayer en 28 idiomas y dialectos diferentes.
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