Este artículo se publicó hace 2 años.
Johnson anuncia cambios internos en el Ejecutivo tras el informe sobre las fiestas en Downing Street
El primer ministro británico ha asegurado que lo principal ahora es "aprender" y enmendar los problemas de rendición de cuentas que hicieron posible los "fallos de liderazgo" a los que alude el informe.
El primer ministro británico, Boris Johnson, ha anunciado este lunes ante el Parlamento que emprenderá cambios en el funcionamiento interno del Gobierno, porque "pedir perdón no es suficiente", tras conocer el informe parcial de la alta funcionaria Sue Gray sobre las fiestas en Downing Street durante la pandemia.
Johnson ha asegurado que lo principal ahora es "aprender" de los errores cometidos con la celebración de las fiestas, y dijo que enmendará los problemas de estructuras y de rendición de cuentas que hicieron posible esos "fallos de liderazgo" que critica el informe de Gray.
Un informe rotundo en el que la alta funcionaria pasa revista a lo sucedido y concluye que tales encuentros nunca debieron producirse: "No se debería haber permitido que algunos de esos eventos tuviesen lugar", detalla el texto.
Es más, pese a que el llamado "partygate" está siendo investigado por la Policía británica, la investigadora cree que los hechos deben ser abordados también desde el Ejecutivo: "Hay enseñanzas importantes que sacar de estos eventos que deben ser tratadas inmediatamente en el Gobierno y eso no necesita que terminen las pesquisas policiales".
Entre las supuestas fiestas que investiga la policía se encuentra un evento en el jardín de Downing Street al que acudió el primer ministro, Boris Johnson (20 de mayo de 2020); una reunión en la sala del consejo de ministros en ocasión del cumpleaños de Johnson (19 de junio de 2020), así como un encuentro social en la residencia del número 10 de Downing Street (13 de noviembre de 2020).
El texto no sólo denuncia la inacción del Gobierno, sino que cuestiona duramente el liderazgo de Johnson, subrayando que hubo "fallos de liderazgo y de juicio". También alude al doble rasero por parte de los representantes públicos presentes en dichos encuentros.
Según Gray, algunos de los eventos bajo su lupa no cumplieron los "estándares" que se esperan de aquellos que trabajan para el Gobierno ni tampoco aquellos que estaban obligados a observar los ciudadanos británicos en general, cuyas actividades estaban severamente restringidas en aquellos meses para minimizar contagios.
Pese a todo, Gray hace hincapié en que el suyo no es un análisis legal, sino puramente ético y añade que no le corresponde a ella determinar si alguien violó las leyes que establecían esas restricciones, pero recalca que los miembros del Ejecutivo no valoraron lo suficiente si era "apropiado" convocar esas reuniones en vistas a lo que "estaba ocurriendo en el país".
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