Irán culpa a Rushdie del ataque que sufrió: "Provocó la ira de los musulmanes"
"No consideramos a nadie más que a él y a sus seguidores culpables", dijo en rueda de prensa el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí.
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Teherán, Actualizado:
Irán ha culpado este lunes a Salman Rushdie del ataque que sufrió el viernes en EEUU y ha rechazado toda responsabilidad, pese a la fatua que emitió el ayatolá Ruholá Jomeiní en 1989 contra el escritor por supuestamente insultar a musulmanes en uno de sus libros.
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En la primera reacción oficial desde el ataque a puñaladas en Chautauqua, en el norte del estado de Nueva York, las autoridades iraníes rechazaron vínculos con el atacante o cualquier responsabilidad en el suceso, y en lugar de ello volvieron a señalar al novelista.
"No consideramos a nadie más que a él (Rushdie) y a sus seguidores culpables", dijo en rueda de prensa el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí.
Una fatua del ayatolá Jomeiní pedía su asesinato en 1989
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El escritor británico de origen indio, de 75 años, fue apuñalado en un acto público en el Estado de Nueva York por Hadi Matar, a quien especialistas en radicalismo islámico identifican como simpatizante de Irán y de la Guardia Revolucionaria Islámica, considerada el ala dura del régimen iraní.
Rushdie continúa ingresado en estado grave, con daños en hígado, riñón y un ojo, que podría perder, pero está evolucionando positivamente y ya no necesita respiración asistida.
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Insultos al islam
El portavoz iraní subrayó que Rushdie provocó la irá del público al insultar el islam y los musulmanes en su libro Los versos satánicos, publicado en 1988.
"Salman Rushdie provocó la ira pública al insultar el sagrado islam y a 1.500 millones de musulmanes", dijo Kananí.
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"Rechazamos definitivamente cualquier lazo con el atacante", dice el Gobierno
El portavoz no hizo ninguna referencia a la fatua que emitió Jomeiní pidiendo el asesinato de Rushdie en 1989 y de cualquier persona implicada en la publicación del libro, lo que obligó al escritor a pasar años en la clandestinidad.
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En lugar de ello, Kananí rechazó vínculos con Matar, nacido en Estados Unidos y de origen libanés, y cualquier responsabilidad iraní.
"Rechazamos definitivamente cualquier lazo con el atacante", remarcó el portavoz, quien afirmó que solo saben lo que ha salido en los medios de comunicación. "Nadie tiene derecho a acusar a Irán", añadió el diplomático.
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Kananí además hizo un llamamiento para no usar la libertad de expresión para insultar las creencias de los demás. "La libertad de expresión no puede justificar el abuso de religiones divinas y sus principios", dijo. "Pedimos que se aplique una libertad de expresión imparcial", añadió.
Sin unanimidad en la reacción iraní
Tras el ataque a Rushdie, las autoridades iraníes habían guardado silencio hasta ahora y las reacciones públicas no habían sido unánimes.
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Por un lado, los medios de comunicación conservadores celebraron el suceso con titulares como "La divina venganza alcanza a Salman Rushdie", del diario Keyhan o "El ojo del diablo ha sido cegado", del periódico Jaam-e Jam.
A la vez, la indiferencia y el silencio fue la tónica general entre los ciudadanos, que consideran el asunto una cosa del pasado o directamente desconocen el nombre del novelista.
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Los religiosos, sin embargo, sí celebraron el ataque. "El imán Jomeiní lo declaró apóstata, y cuando alguien es declarado apóstata está permitido matarlo", dijo ayer a Efe el importante clérigo Yalal Mohebí en el santuario Saleh de Teherán.
Fatua
Los versos satánicos despertó la ira de los musulmanes chiíes, quienes la consideraron un insulto al Corán, a Mahoma y a la fe islámica y fue prohibida en la India, Pakistán, Egipto, Arabia Saudí y Sudáfrica.
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A los pocos meses de su publicación, Jomeiní emitió una fatua pidiendo el asesinato de Rushdie, lo que obligó al escritor a pasar años en la clandestinidad.
Años más tarde, el entonces moderado presidente iraní Mohamad Jatamí se distanció a finales de los 90 de la fatua y afirmó que el Gobierno no buscaba la muerte de Rushdie.
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Sin embargo, el líder supremo de Irán, Ali Jameneí, reiteró la fatua en 2017: "El decreto continúa tal y como lo emitió Jomeiní". Dos años más tarde, volvería a subrayar que la fatua "es irrevocable".