Este artículo se publicó hace 13 años.
El intercambio de prisioneros lleva a un júbilo de palestinos e israelíes
El cabo israelí Shalit vuelve a su casa mientras la primera tanda de los 1.027 presos palestinos queda en libertad
Tras una semana de tensión, los territorios palestinos e Israel se sumieron ayer en un éxtasis de alegría con la liberacion de medio millar de presos de un lado y, del otro, de Guilad Shalit, el soldado cuyo rostro serigrafiado en azul y blanco ha llenado hogares y calles israelíes durante cinco años. Los 477 palestinos liberados ayer son la primera tanda del total de 1.027 acordado en el intercambio.
La mayor fiesta se vivió en la franja de Gaza, feudo de los islamistas de Hamás, que fueron jaleados tanto allí como en toda Cisjordania por ser los artífices de lo que muchos consideran "un milagro".
Cerca de trescientos prisioneros llegaron por la mañana en autobuses al puesto fronterizo de Kerem Shalon, por el que salieron de Israel y entraon al Sinaí. Poco antes, miembros del Comité Internacional de la Cruz Roja habían recibido a Shalit de manos de sus captores y lo transferían al Ejército egipcio, que ha jugado un papel fundamental en la mediación de este pacto.
Antes de ser entregado al Ejército israelí, el joven cabo, atribulado, nervioso y con problemas para concentrarse, se sometía a una entrevista de la televisión estatal egipcia duramente criticada en Israel por insensible y agresiva.
"He echado mucho de menos a mi familia, pero también a mis amigos", dijo el joven de 25 años, que mostró su esperanza de que "este acuerdo lleve a la paz entre israelíes y palestinos".
Shalit: "Que este acuerdo lleve a la paz entre palestinos e israelíes"
Tras recibir las primeras pruebas de que el soldado estaba vivo y en buenas condiciones de salud, y después de que la Cruz Roja certificase la identidad de los presos liberados, Israel les dejaba partir.
Los 293 que llegaron a Gaza fueron recibidos por todo lo alto, en un día de fiesta nacional en el que los comercios y escuelas estuvieron cerrados y los ciudadanos llenaban las calles repartiendo dulces y dándose abrazos. Unos 160 eran deportados y no han podido todavía encontrarse con sus familias.
"Esta misma noche (por ayer) viajamos todos a Egipto para entrar a Gaza por Rafah y ver a mi hermano", dijo a Público, un radiante Oday Odeh, de Jerusalén Este, cuyo hermano Loai dejó ayer de cumplir una condena de 28 años después de nueve en prisión.
Mientras los ya ex reclusos iban llegando, Shalit volaba a una base área israelí donde el primero en recibirlo y fotografiarse con él era Binyamin Netanyahu, intentando sacar rendimiento a un pacto por el que ha tenido que pagar un alto precio político. Más tarde, ante las cámaras, Bibi defendía que "era el mejor acuerdo al que se podía llegar".
El primer ministro israelí llevó al soldado, vestido con un uniforme nuevo, pálido y muy delgado, ante su padre, que le dio un rápido abrazo antes de llevarlo con el resto de la familia. Todo el procedimiento estuvo cerrado a la prensa, que solo pudo utilizar el material difundido por la oficina gubernamental.
"Llevo esperando este momento toda mi vida", dice la hija de un liberado
Los médicos que le examinaron determinaron que se encuentra saludable aunque con signos de malnutrición y falta de exposición a la luz, además de algunas cicatrices de las heridas que sufrió el día que fue capturado. Ya de noche, pisaba de nuevo su casa, en la pequeña localidad de Mitzpe Hila, en Galilea, por primera vez en más de cinco años. Cientos de personas ondeaban banderas israelíes a las afueras.
Mientras en Cisjodania, miles de personas esperaban a sus seres queridos en Betunia, a las afueras de la prisión de Ofer, cerca de Ramala.
Allí estaba Sanah Salame, de 29 años, que sólo ha conocido a su padre Hasán en prisión: lo encarcelaron cuando ella tenía 19 días y cumplía cadena perpetua.
"Estoy muy nerviosa, porque en el último canje, en el 85, también dijeron que lo iban a sacar y luego lo pararon cuando estaba en la puerta. No lo creeré hasta que lo vea", decía horas antes de que saliese.
"Llevo esperando este momento toda mi vida. Literalmente. Toda", decía, emocionada, y añadía que le han preparado para recibirle kudre, un plato típico palestino con arroz, carne y especias.
"Era el mejor pacto al que podíamos llegar", proclama el premier Netanyahu
"Soy muy afortunado por haber llegado vivo a este día. Estos 30 años han sido una miseria. Muy, muy difíciles para todos", recuerda su abuelo Ali Nimer, mientras levanta en las manos el retrato de Hasán, para el que guarda en el coche un traje recién comprado.
También en la Muqata de Ramala se concentraron miles de personas. El presidente Mahmud Abás dio allí la bienvenida a los 95 presos que regresan a sus casas en Cisjordania. Los liberados se fundían en emotivos abrazos con sus familiares, lloraban, besaban y eran levantados en hombros mientras hacían el signo de la victoria y gritaban "Alá es grande".
Promesas de AbásTodos ellos tenían palabras de agradecimiento para Hamás, gran triunfador de la jornada. Tratando de quitar un poco de protagonismo a los islamistas, Abás anunciaba que en breve se hará una nueva liberación de presos negociada con Israel por su partido, Fatah.
Entre el público, Lama Abda Obeidi, de Jerusalén, no dejaba de sonreir y aseguraba estar muy alegre, aunque no sea una de las afortunadas. Su hermano Jihad Obeidi (cuya foto sujeta en una pancarta) no está entre los que salen. Lleva 24 años entre rejas y le queda por cumplir aún uno. "Igualmente estamos contentos, porque todos los prisioneros son nuestra familia", dice esta joven.
Su hermano, Hasan, no tiene dudas de que esta liberación "va a suponer un impulso para Hamás, un empuje para la resistencia, que es la único que consigue sacar a los prisioneros".
"Necesitamos coger otros cinco soldados. Si no, tendremos que esperar que los libere Abás con sus negociaciones de paz", dice con ironía.
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