Este artículo se publicó hace 4 años.
Conflicto Israel-PalestinaEl inamovible Abás, el mejor administrador de la ocupación para los intereses israelíes
La ocupación militar de los territorios palestinos experimentará un acelerón en los próximos meses con la inevitable anexión a Israel del 30% de Cisjordania. Los principales responsables de esta trágica situación son el propio presidente Mahmud Abás y la
Eugenio García Gascón
El presidente palestino, Mahmud Abás, anunció en la noche del martes al miércoles la cancelación de todos los acuerdos con Israel y EEUU, incluidos los acuerdos de seguridad que han mantenido la costosa estabilidad en la Cisjordania ocupada desde que él se hizo cargo del liderazgo, tras la muerte de Yaser Arafat en noviembre de 2004.
En estos dieciséis años Abás ha hecho absolutamente todo lo que le han ordenado los israelíes. La comunidad internacional, con la beatífica Unión Europea a la cabeza, se creyó que las cosas se solucionarían solas y que en algún momento Israel entraría en razón. No ha sido así.
De hecho, ha habido indicaciones en sentido contrario a diario, desde la construcción desorbitada en las ilegales colonias judías, hasta las redadas que cada noche ejecutan los soldados contra cualquier palestino "terrorista" o que simplemente es crítico con el gobierno de Abás, quien a sus 85 años no hace ningún amago de levantarse de la silla.
Pero, ¿alguien se cree que Abás vaya a renunciar a los acuerdos con Israel? En Israel no se han dado por aludidos y entre los palestinos nadie en su sano juicio piensa que la alocución de su presidente del martes por la noche en Ramala vaya en serio. Es la enésima vez que la hace y todos estamos acostumbrados al cuento de Pedro y los lobos que tantas veces hemos escuchado.
La anexión del 30% de Cisjordania es inminente. Israel quiere ejecutarla antes de las elecciones americanas de noviembre con el fin de que Joe Biden, en caso de ganar, no les dé una sorpresa. A ojos israelíes, un presidente como Donald Trump vale su peso en oro, máxime en un momento en que la UE está en proceso de descomposición, no solo en lo tocante a su política exterior, especialmente en Oriente Próximo, donde la descomposición comenzó hace muchos lustros, sino también en lo tocante a su política interior.
La agencia palestina Wafa informó el miércoles de la reunión de urgencia que los líderes palestinos celebraron en Ramala para discutir los planes del gran tándem que forman el primer ministro Benjamín Netanyahu y Trump, y lo hizo de forma clara. Sin embargo, se trata de palabras huecas. Al igual de lo que ocurre con los líderes israelíes, a los líderes palestinos no hay que creerles nada.
La máxima que debe regir la información sobre Israel y los palestinos es informar de lo que hacen, que es bien distinto de lo que dicen.Pero bueno, he aquí lo que escribió pomposamente la agencia oficial citando las palabras de Abás: "La Organización para la Liberación de Palestina y el estado de Palestina están exentos, desde hoy, de todos los acuerdos y entendimientos con los gobiernos americano e israelí, y de todas las obligaciones basadas en esos entendimientos y acuerdos, incluidos los de seguridad".
Y añadió Abás: "La autoridad de ocupación israelí, desde hoy, tendrá que soportar todas las responsabilidades y obligaciones frente a la comunidad internacional como potencia ocupante sobre el territorio del estado ocupado de Palestina". Rimbombantes palabras que no tendrán ninguna repercusión aunque se formalice oficialmente la anexión israelí en los próximos meses.
La solución de este conflicto no depende de los israelíes, que no quieren solucionarlo, y la prueba es que tras la anexión del 30% de Cisjordania van a seguir sin establecer sus fronteras porque confían en dar más adelante otro zarpazo y quedarse con todo el territorio de Cisjordania. Tampoco depende de los pobres palestinos que sufren a diario una brutal ocupación militar, puesto que no pueden hacer nada. La solución depende únicamente de las potencias extranjeras, y más específicamente de la Unión Europea, pero con líderes de la talla de Angela Merkel y Emmanuel Macron tenemos la garantía de que no se hará nada, fuera de los consabidos y huecos comunicados a los que nos tienen acostumbrados.
Algunos analistas afirmaron el miércoles que las implicaciones de las palabras de Abás "no están claras". Craso error puesto que están muy claras. Son las monsergas de siempre repetidas por un anciano encerrado en Ramala que ha contribuido todo lo que ha podido a consolidar la ocupación y la expansión israelí en los territorios palestinos.
Abás tenía que haber dimitido hace mucho tiempo para dar una oportunidad a la paz. Las ambiciones territoriales israelíes no son nuevas y solo los fantasmagóricos enviados europeos han podido creerse las mentiras que durante años han escuchado de los líderes israelíes. Los mismos diplomáticos europeos, que han visto lo que sucedía en el día a día, advertían a sus cancillerías, pero Angela Merkel, Emmanuel Macron y sus compinches frenaban cualquier decisión de envergadura. Así se ha llegado a donde se ha llegado.
Si Abás hubiera dimitido hace una década, la resistencia se habría activado y habría habido una esperanza de alcanzar la paz. La evacuación israelí de la Franja de Gaza mostró con claridad que solo la resistencia puede hacer cambiar de opinión a los líderes israelíes. El ejército y los colonos judíos no abandonaron Gaza porque fueran unos inocentes angelitos que querían la paz, sino porque la situación se les hizo insoportable, con ataques diarios a los colonos y con la destrucción de sus tanques y la muerte continuada de soldados.
Abás ha preferido hacer en Cisjordania el trabajo sucio de Israel, es decir gobernar y administrar una cómoda ocupación militar sin obtener nada a cambio, llevando la situación a un punto de no retorno. Está claro que Israel, y no Abás, debería asumir cuanto antes sus responsabilidades de potencia ocupante y administrar la ocupación con todas las consecuencias que ello implica, de ahí que la dimisión del anciano presidente sea la condición más urgente que tienen los palestinos para alcanzar una solución del conflicto, sin hacer caso a Europa, a los "hermanos" árabes ni a nadie.
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