Este artículo se publicó hace 11 años.
El hombre más rico de Francia da marcha atrás y ya no quiere ser belga para pagar menos impuestos
Bernard Arnault, jefe del imperio LVMH, recula en su intención de nacionalizarse belga y espera así "mostrar mi compromiso con Francia y mi confianza en su futuro"
Bernard Arnault, el hombre más rico de Francia, abandonó el intento de obtener la nacionalidad belga y seguirá pagando impuestos en su país tras meses de especulaciones de que, al igual que el actor Gerard Depardieu, intentaba evitar un impuesto del 75% para los millonarios.
El jefe del imperio de lujo LVMH, cuya petición de nacionalidad parecía destinada a fracasar, anunció la decisión en una entrevista con un diario, al decir que su intención no había sido la de evitar el pago de tributos. "El mensaje nunca se entendió. Hoy, decidí ponerle fin a la confusión. Estoy retirando mi solicitud de la nacionalidad belga", dijo Arnault al diario Le Monde.
La noticia de la intención de Arnault de buscar la ciudadanía belga generó el año pasado críticas de los lideres del socialismo francés y de otros partidos de izquierda que acusaron al multimillonario de falta de patriotismo en momentos en que la segunda mayor economía de la zona euro pasa por dificultades. La petición de nacionalidad quedó en entredicho después de que un tribunal de Bruselas entregase en enero una opinión negativa a la oficina de inmigración.
Arnault alegaba que intentaba evitar que sus hijos tuvieran que pelear por su herencia
Arnault dijo que su frustrado intento por obtener la nacionalidad belga no estuvo motivado por los mayores impuestos, sino por temas legales para que sus hijos no tengan que pelear por su herencia. "Dada la situación en la que se encuentra el país, el esfuerzo de recuperación necesita ser compartido, y con este gesto espero mostrar mi compromiso con Francia y mi confianza en su futuro", dijo Arnault. El presidente ejecutivo de LVMH dijo que la empresa pagó más de 1.000 millones de euros en impuestos por beneficios en Francia, más de la mitad de todos los tributos que abona, pese a que el 90 por ciento de sus ventas es en el exterior.
El presidente Francois Hollande prometió un impuesto de un 75% a las ganancias de más de un millón de euros al año al asumir el poder en mayo de 2012. Sin embargo, después de que una corte rechazase la iniciativa, Hollande dijo en marzo que estaba modificando el plan para que las empresas paguen el impuesto por sus empleados, en lugar de que lo hagan los individuos.
Arnault dijo que rechazó las peticiones de algunos de sus empleados para buscar su residencia impositiva fuera de Francia.
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