Los gays italianos acusan al Vaticano de homofobia
La Santa Sede se opone a despenalizar la homosexualidad en todo el mundo
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Casi sin voz. La condena que sufren los colectivos homosexuales en Italia es que no aparecen en ningún sitio. Los medios de comunicación no logran verlos ni aunque convoquen una concentración ante la plaza de San Pedro del Vaticano. Este sábado, lograron abrir una pequeña brecha mediática, gracias a la militancia de Vladimir Luxuria, la famosa transexual italiana.
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Ella y unas 500 personas más se reunieron en la plaza de Pío XII, justo donde termina Italia y empieza la Ciudad del Vaticano, para protestar contra la oposición de la Santa Sede a la posibilidad que la homosexualidad deje de ser un delito en todo el mundo.
La propuesta ha llegado de la mano de Francia, presidente de turno de la Unión Europea, que quiere que la Asamblea General de la ONU diga abiertamente que la homosexualidad no es ningún delito.
Actualmente hay 93 países en el mundo que la consideran ilegal y nueve que la castigan con la pena capital. De momento, ya hay 26 países que han votado a favor de la propuesta de Francia. Pero el Vaticano no la ve con buenos ojos "porque llevaría a nuevas discriminaciones a los estados que no reconocen las uniones gays", arguyó Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede en la ONU.
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El presidente de Arcigay, la organización que convocó la protesta, Franco Grillini, aseguró que este gesto evidencia que "el Vaticano es moralmente culpable" del asesinato de homosexuales en otros países y acusó a la Santa Sede de estar al lado de "los talibanes" e "islamistafascistas". Vladimir Luxuria, consideró "escandaloso que justamente el Vaticano, que siempre defiende la vida en los casos de los embriones y la eutanasia, no firme un documento que salva la vida a otros seres humanos".
Pero no todos los manifestantes de ayer tenían un discurso tan duro contra el Vaticano. Angelo Palermo, de 40 años, es "católico y practicante" y reclamó "un respeto por la palabra del Papa" ya que es un defensor "de la paz en el mundo".
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Aun así, Palermo reconoció que "el Papa tiene que dar pasos hacia adelante en el tema del sexo". Este gay católico llevaba ayer una pancarta en la que pedía que la homosexualidad no fuera "ni un delito ni un pecado".
Cerca de él estaba Massimo, de 37 años, que se definió como "más cristiano que católico" ya que "los cristianos tienen valores como la tolerancia, mientras que los católicos tienen leyes". Massimo cree que "es una contradicción que la Iglesia Católica sea intolerante".
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Otra de las entidades que ayer apoyaban la protesta es la Asociación de Padres de Homosexuales. Anna Tedde lo es por partida doble: "Mi hija es lesbiana y se ha tenido que ir a vivir a Francia y mi hijo es gay y se quiere ir a vivir a España" explicó a Público. Según su experiencia, los homosexuales sufren acoso en el trabajo y además "no pueden hacer una vida normal". Tedde se casó por la Iglesia, bautizó a sus dos hijos y tuvo fe hasta que descubrió que los dos eran homosexuales: "Ya no quiero saber nada del Vaticano porque nos dieron la espalda".
Valerio, en cambio, explicó que nunca se ha sentido insultado ni presionado por ser homosexual. Tiene 24 años y las ideas claras: "El problema es que parece que no existimos. Es la herencia de un comportamiento típicamente católico: lo que no gusta se tiene que esconder. De esta manera no existe el conflicto. Somos ciudadanos menores". Valerio dijo que muchos gays admiran España por los derechos que tiene los homosexuales pero sentenció: "Actualmente cualquier país europeo está por delante de nosotros".
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