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AfganistánLos europeos redoblan la presión sobre Biden para extender la fecha de retirada en Afganistán
Los líderes de los países más ricos se dan cita para dibujar la hoja de ruta política en Afganistán. Las evacuaciones, el diálogo con los talibanes o el drama migratorio son los temas cruciales de un G-7 que arranca con el presidente de EEUU bajo presión europea.
María G. Zornoza
Bruselas-Actualizado a
Las potencias más ricas del mundo se reúnen este martes a través de las pantallas para abordar la situación sobre Afganistán. Sobre la mesa del G-7 (Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Canadá, Japón e Italia) hay mucho en juego: qué pasará con las evacuaciones, cuál será la relación con el régimen emergente y cómo afrontar el drama migratorio que viene.
La situación sobre el terreno continúa deteriorándose. Las primeras muertes en los aledaños del aeropuerto de Kabul ya se han producido. Estados Unidos ha repatriado y ayudado a sacar del país a más de 48.000 personas desde el comienzo de la ofensiva talibán. Los números europeos son mucho más modestos. También lo era la presencia comunitaria.
Sin embargo, los rescates van a contrarreloj. La UE ha conseguido evacuar a unas 400 personas que han trabajado en sus misiones. Todavía quedan varios centenares y comienza a asentarse la idea de que no podrá sacarse a toda la gente que lo necesite. Especialmente con ese deadline marcado por los islamistas y aceptado por Joe Biden: el 31 de agosto no deberán haber tropas extranjeras en el país.
El presidente estadounidense llega a la cita, que se celebra bajo la Presidencia británica, con mucha presión. Interna y externa. La popularidad del inquilino de la Casa Blanca ha caído en picado por su gestión de esta crisis. Fuera de sus fronteras, Berlín, París o Londres le urgen a prolongar esta fecha. Estados Unidos cuenta todavía con cerca de 6.000 soldados desplegados sobre el país centroasiático. Si se van, los europeos no pueden permanecer por sí solos. "Para la UE es importante que las operaciones puedan continuar más allá de la fecha establecida para ayudar a más gente a salir", reconocen fuentes europeas.
Entretanto, los talibanes ya están sacando provecho de esta coyuntura. Lo hicieron desde el principio alentando esas imágenes de caos, de desesperación y de una retirada humillante para los aliados transatlánticos. Ahora advierten de que prolongar ese ultimátum tendrá consecuencias para Occidente. Es decir, si quieren hacerlo de forma pacífica y ordenada, tendrán que dar algo a cambio al grupo insurgente.
Todo ello llega, además, en medio de un creciente descontento de Bruselas con Washington. A los europeos les convenía política y estratégicamente permanecer en el país para garantizar una marcha calmada y, sobre todo, para dejar Afganistán con una base democrática y unas fuerzas de seguridad más firmes. Aunque también es complicado ver cómo podrían conseguir en unos meses o años más lo que no pudieron hacer en dos décadas. En cualquier caso, el fallo de cálculo por los aliados de la OTAN sobre la conquista talibán fue enorme. Y algunos analistas afirman que este rápido avance, sin apenas utilizar los AK-47, pilló por sorpresa a los propios talibanes.
Cómo lidiar con el nuevo régimen
El otro gran desafío que afronta la comunidad occidental en el muy corto plazo es qué tipo de relación establecer con el nuevo régimen. Las conversaciones entre los radicales islamistas y miembros de anteriores gobiernos afganos están en marcha. Pero pocos dudan de que el nuevo Estado Islámico de Afganistán vaya a cambiar sus ideas fundamentalistas a pesar de los intentos de lavado de imagen de los últimos días.
El G-7 quiere establecer una hoja de prioridades claras sobre los requisitos para entablar el diálogo político con el régimen den Kabul. Los derechos humanos, especialmente los de las mujeres, el Estado de Derecho, la lucha contra la corrupción y el tráfico de drogar y evitar que el país se convierta de nuevo en un refugio para terroristas son las condiciones, aseguran en Bruselas.
Algunos países como el Reino Unido han ido más allá poniendo sobre la mesa la idea de las sanciones. Pero se espera que la comunidad internacional aguarde para ver cómo se desarrollan los acontecimientos sobre el terreno. "Hablar de sanciones es todavía prematuro", señalan fuentes diplomáticas. Durante el anterior régimen talibán (1996-2001), la ONU y la UE ya impusieron medidas restrictivas y embargos de armas a los insurgentes.
Aumenta la ayuda ante el drama humanitario
Afganistán ha sido en los últimos años el principal destino de la ayuda humanitaria europea. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha anunciado el aumento de este paquete de 50 a 200 millones. Entretanto, la partida destinada a desarrollo está congelada como medida de persuasión a los talibanes.
El conflicto, la sequía, la hambruna o la pandemia ya habían obligado a cientos de miles de afganos a abandonar sus hogares antes de la toma de Kabul, pero la conquista talibán ha incrementado el drama. Irán o Pakistán acogen al 90% de los refugiados del país. Y Turquía ya advertido a la UE de que sus recursos son limitados y ya cuenta con fuerte presión migratoria.
En este contexto y con la consigna clara de evitar un drama migratorio como el de 2015, el plan europeo inmediato se sostiene sobre tres pilares: dar asistencia a los países vecinos para que asuman la mayor parte de solicitantes de asilo, aumentar la asistencia financiera a agencias como ACNUR y debatir un plan limitado de acogida a los refugiados cuya vida corra peligro. "Hay que actuar tan rápido como sea posible para dar claridad y credibilidad y evitar el aumento de las mafias de tráfico de personas", explican fuentes comunitarias.
La pata económica es una de las grandes herramientas de disuasión europea frente a los talibanes. Necesitan la ayuda humanitaria para evitar que el país se desquebraje a sus pies. Pero la situación también es muy diferente a la de 20 años atrás, y Rusia y China enseñan los dientes para aprovechar esta derrota moral de Estados Unidos y Europa y hacerse más fuerte en la región.
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