Este artículo se publicó hace 13 años.
Empieza en EEUU el juicio contra el 'Equipo Asesino' de civiles afganos
La difusión de fotografías en las que se ve a los soldados acusados posando con cadáveres provoca un escándalo
Un soldado estadounidense posa con una sonrisa de oreja a oreja frente a la cámara. Exhibe ante el fotógrafo su trofeo de caza: el cadáver de un joven afgano semidesnudo, con el cuerpo ensangrentado. La fotografía, publicada el lunes en exclusiva por el semanario alemán Der Spiegel, es una de las pruebas que esgrimirá la Fiscalía contra 12 soldados del Ejército estadounidense en el juicio castrense que está previsto que empiece hoy en Seattle.
Cinco de los militares, entre los que está el retratado Jeremy Morlock, formaban parte del Equipo Asesino, al que se atribuye el asesinato premeditado de al menos tres civiles desarmados en la provincia afgana de Kandahar entre enero y mayo de 2010. Los cinco soldados están también acusados de simular que los disparos habían sido realizados en legítima defensa, de fotografiar y mutilar los cadáveres, y de consumir drogas, entre otros cargos. Si son declarados culpables pueden ser condenados a cadena perpetua o incluso a la pena de muerte.
"Son repugnantes y van contra nuestros valores", dice de las fotos el Pentágono
El recuerdo de Abu GhraibEl Ejército de EEUU hizo todo lo posible para impedir que las infames fotografías saliesen a la luz y atizasen el sentimiento antiestadounidense en Afganistán y otros países musulmanes, como ocurrió en 2006 con las imágenes de los abusos de la cárcel iraquí de Abu Ghraib.
Para evitar filtraciones a los medios, secuestró las cámaras, los discos duros y los lápices de memoria de los acusados, revisó sus páginas en redes sociales como Facebook y visitó a familiares y amigos a los que les habían sido enviadas las fotografías. Más tarde, se emitió una orden judicial que prohibía su difusión. Pero el semanario alemán ha burlado las medidas de seguridad y las imágenes están dando la vuelta al mundo.
Los militares son acusados de la muerte de, al menos, tres inocentes
Preparado desde hace meses para este posible revés, el Pentágono emitió el comunicado que tenía preparado en un cajón. "Las fotografías son repugnantes para nosotros como seres humanos y contrarias a las normas y valores del Ejército estadounidense", reconoce el coronel Thomas Collins. "Las fotos suponen un contraste con la disciplina, el profesionalismo y el respeto que han caracterizado la labor de nuestros soldados durante casi diez años de operaciones sostenidas [en Afganistán]", añade Collins en la nota de prensa.
El afgano fallecido ha sido identificado como Gul Mudin, hijo de un agricultor de la localidad de La Mohammed Kalay, en la provincia meridional de Kandahar. Según la acusación, Mudin se acercabadesarmado a los soldados a las afueras de esta aldea el 15 de enero de 2010 cuando Morlock arrojó una granada al suelo para crear la ilusión de que Mudin era un talibán. En ese momento, otros militares abrieron fuego contra el afgano, matándolo en el acto. Después, los miembros del autodenominado Equipo Asesino se jactaron de la muerte de Mudin y planearon otras.
Aviso a los superioresLos acusados simulaban que sus víctimas eran talibanes armados
Pocos días después, un marine del mismo batallón confesó a su padre el asesinato cuando chateaba con él. Le explicó que había desaprobado la conducta de sus compañeros y estos le habían amenazado de tal forma que "temía por su vida", aseguró a los medios su padre,Christopher Winfield.
Preocupado por su hijo, Winfield se puso en contacto con la división de investigaciones criminales del Ejército y con el teléfono de emergencias del inspector general. Informó de las amenazas, del presunto asesinato cometido y de los planes para cometer nuevos crímenes, pero sus advertencias fueron desoídas. Las alarmas no saltaron hasta mayo, cuando la unidad, siguiendo el mismo método, mató a un mulá, considerado por la Fiscalía su tercera víctima. Tras su muerte, le fueron cortados varios dedos para ser conservados como recuerdo.
La macabra idea de mutilarle surgió del sargento Calvin Gibbs, de 25 años, al que varios acusados han señalado como el cabecilla del grupo. Según sus testimonios, Gibbs llegó a Afganistán en diciembre de 2009, presumiendo de lo fácil que le había sido llevarse "material" de Irak cuando estuvo destinado allí en 2004.
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