PARÍS
Un peculiar ensayo con la mirada puesta en las elecciones presidenciales de la primavera de 2022. Los 47,7 millones de electores franceses están convocados este domingo y el 27 de junio a las urnas para participar en las regionales y departamentales. Son los últimos comicios antes de la campaña presidencial del año que viene, que se augura especialmente tensa en un país en que la victoria de la ultraderecha ha dejado de ser descabellada. Lo que convierte estos comicios en un test, en que existe un riesgo serio de que la Reagrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen conquiste su primera administración regional.
El territorio francés está dividido en 13 regiones, sin contar los territorios de ultramar. Representan una de las principales administraciones locales en un Estado bastante más centralista que España. Sin poder legislativo y con menos recursos que las autonomías españolas, los consejos regionales toman decisiones en materia de transportes, turismo, educación secundaria, formación profesional, medioambiente y también participan en la gestión de los fondos europeos. Los sondeos prevén que la mayoría de los presidentes salientes sean reelegidos, lo que confirmará la tendencia de que los partidos tradicionales —los socialistas y la derecha republicana— resisten a nivel local, pese a su decadencia en el plano nacional.
Guénolé: "En Francia, estamos viviendo un momento de psicosis colectiva sobre la inseguridad"
En Francia, todas las regiones metropolitanas comparten el mismo calendario electoral. Este domingo (primera vuelta) y el de la semana que viene (segunda vuelta) se elegirán los consejos regionales del conjunto del país. Esto ha favorecido que los asuntos nacionales marquen esta campaña. Sobre todo, el tema de la inseguridad, que acapara ondas de radio y televisión. "En Francia, estamos viviendo un momento de psicosis colectiva sobre la inseguridad", asegura a Público el politólogo Thomas Guénolé. Según este ensayista, las estadísticas oficiales muestran que no se ha producido ningún aumento significativo de la delincuencia, pero la omnipresencia de esta cuestión se debe a "un efecto de lupa mediático".
Le Pen amenaza con ganar su primera región
"Cuando la inmigración y la inseguridad centran el debate, esto da un rol central a la RN", sostiene Thomas Frinault, profesor en Ciencias Políticas en la Universidad de Rennes. El partido de Le Pen ya se había catapultado hasta el 28% de los votos en las anteriores regionales en diciembre de 2015, celebradas en medio de la conmoción nacional por los atentados en París. Los sondeos apuntan ahora que las listas ultraderechistas obtendrán un resultado inferior. Sin embargo, esta vez cuentan con serias opciones de ganar un consejo regional, a diferencia de lo que sucedió hace cinco años en que siempre fueron derrotadas en la segunda vuelta. Lo que representaría la primera vez que una región cae en manos del lepenismo.
La RN es favorita para dirigir el futuro consejo regional de Provence-Alpes-Côte d'Azur (PACA). Thierry Mariani, un exministro de Nicolas Sarkozy, lidera la lista ultraderechista en esta macrorregión del sudeste de Francia. Todos los estudios de opinión apuntan que se impondrá ante el presidente regional saliente Renaud Muselier. Este dirigente de Los Republicanos compuso una polémica alianza desde la primera vuelta con La República en Marcha (LREM, el partido de Emmanuel Macron). De manera paradójica, esto ha reforzado las perspectivas de los ultras que se presentan como la "verdadera derecha" en este territorio, en que "hay una mayor porosidad que en el resto del país entre los votantes de la derecha republicana y de la ultraderecha", explica Christèle Lagier, experta en el electorado lepenista.
"El frente republicano —sinónimo de cordón sanitario a la ultraderecha— es cada vez menos sólido en Francia", recuerda Fédérico Vacas, director adjunto del departamento de política y opinión del instituto Ipsos, sobre las reticencias crecientes de los votantes de izquierdas de votar a un candidato de la derecha republicana o macronista o de los partidos de retirar sus listas para evitar la llegada el poder de la extrema derecha. En las regionales, pueden presentarse a la segunda vuelta todas aquellas candidaturas que logren al menos el 10% de los sufragios. Esto puede favorecer que varias listas compitan entre ellas en territorios en que la extrema derecha terminará en cabeza en la primera vuelta.
Así sucederá probablemente en el Grand Est (nordeste), Bourgogne Franche-Comté (centro-este), en Hauts-de-France (norte) y en Centre-Val de Loire (centro). En ninguno de estos lugares puede descartarse una victoria de los ultras, aunque parece menos probable que en la región marsellesa. Incluso la RN puede quedar primera en la primera vuelta en territorios que hasta ahora habían resistido al canto de las sirenas del lepenismo, como la Bretaña o la zona de Burdeos, en el suroeste.
Según Frinault, hay "zonas rurales con serias dificultades económicas, en las que la RN recaba un fuerte apoyo"
"El tipo electorado de las regionales suele beneficiar a la extrema derecha", afirma Frinault, sobre el hecho de que muchas de estas regiones son un espejo concentrado de la sociedad francesa y de sus fracturas de clase y territoriales. En sus respectivas capitales predominan las clases medias y superiores, pero también hay "zonas rurales con serias dificultades económicas, en las que la RN recaba un fuerte apoyo", añade.
La escasa implantación local del macronismo
Mientras que la ultraderecha aspira a descorchar champagne la noche del 27 de junio, las perspectivas resultan bastante menos favorables para el macronismo. El partido de Macron podría quedarse sin dirigir ninguna administración regional, algo poco habitual en Francia en la formación del presidente. Según los estudios de opinión, la única lista macronista con posibilidades de ganar es la de Centre-Val de Loire, liderada por el exministro Marc Fesneau, del MoDem, un partido centrista que respalda al joven dirigente. En la mayoría de regiones, los sondeos le dan solo entre el 10% y el 15% de los votos.
Creada en 2016, LREM sufre evidentes dificultades para implantarse a nivel local. En las municipales del año pasado, ya obtuvo unos pobres resultados y no logró conquistar ninguna de las ciudades de más de 100.000 habitantes. "Esta formación no consigue convertirse en algo más que un club de fans del presidente", afirma Frinault, sobre el hecho de que el único capital político del macronismo es la figura del joven presidente, favorito para ser reelegido el año que viene. "Pero si sufre un tropiezo a nivel nacional, no tiene ningún reemplazo", y esto causaría un fulgurante declive de este partido centrista, pronostica este politólogo.
¿Los verdes confirmarán su tendencia al alza?
Después de sus buenos resultados en las europeas y municipales, los verdes franceses quieren confirmar su tendencia al alza. Su mirada se centra en la región Pays de la Loire (oeste), donde aspiran a dirigir por primera vez un consejo regional. Curiosamente, un exdiputado macronista, Mathieu Orphelin, lidera allí la lista ecologista. Ha conformado desde la primera vuelta una alianza con la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon. Una coalición sui generis desde una perspectiva nacional, pero que aspira a arrebatar a la derecha esta región, cuya capital es Nantes.
"Para los verdes también serán importantes los resultados en Île-de-France", explica Vacas, respecto a las expectativas de los ecologistas en la región parisina. La presidenta saliente, la conservadora Valérie Pécresse, cuenta con muchos números de repetir al frente de la administración territorial de París. En esta región, sin embargo, se juega una peculiar primaria de la izquierda, puesto que los sondeos prevén casi un empate entre la lista de los ecologistas, la de los insumisos y de los socialistas (encabezada por una lugarteniente de la alcaldesa Anne Hidalgo). "Si los verdes terminan delante, esto reforzaría sus posibilidades de cara a las presidenciales", asegura el analista de Ipsos.
Guénolé: "Quizás estos comicios confirmarán el liderazgo de la izquierda de los verdes"
"Quizás estos comicios confirmarán el liderazgo de la izquierda de los verdes. Pero esto no se deberá a una fuerte dinámica de los ecologistas, sino a la debilidad de los otros partidos" progresistas, sostiene Guénolé. Este ensayista recuerda la incapacidad de los socialistas de pasar página del nefasto mandato de François Hollande y la fragilidad de la Francia Insumisa, que peca tanto por su escasa implantación local como por las declaraciones torpes de su líder Mélenchon. No obstante, las perspectivas de los verdes resultan menos esplendorosas que el año pasado. Aunque logran notables apoyos en las grandes ciudades, seducen bastante menos en las localidades medianas y rurales. Una tendencia que debería confirmarse en estos comicios.
El fantasma de una abstención récord
Pese a su decadencia nacional, el Partido Socialista aspira a mantenerse en la cúspide en las cinco regiones que ya dirige actualmente. Una situación parecida se produce con Los Republicanos, al frente de siete regiones. La mayoría de ellos cuentan con serias posibilidades de repetir mandato. Una parte de las miradas se centran en el devenir de Xavier Bertrand, que dirige Hauts-de-France. Este dirigente conservador ya anunció su candidatura a las presidenciales, pero sus aspiraciones se verían trastocadas con una derrota en las regionales.
Esta ausencia de alternancia se verá probablemente reforzada por unos elevados niveles de abstención. Según un sondeo reciente de Ifop, un 60% de los electores tiene previsto no ir a votar este domingo. Después de que el año pasado se batieran récords de baja participación en las municipales, ahora se acentuaría aún más esta tendencia. Los franceses parecen bastante más interesados por disfrutar del buen tiempo, de los goles de los bleus y el final del uso de la mascarilla en la calle que de asistir a las urnas.
Además de las regiones, en estas elecciones también se eligen los representantes de los departamentos, el equivalente de las provincias. Los consejos departamentales disponen de unas competencias considerables, pero muchos franceses desconocen su funcionamiento. La campaña de las departamentales ha resultado casi invisible en los grandes medios. Cuando falta menos de un año para las presidenciales, que suelen electrizar a la sociedad gala, la apatía y la desconfianza hacia la clase política imperan en Francia. Un ambiente enrarecido del que puede sacar provecho la ultraderecha.
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