París
La figura inspiradora de Greta Thunberg. Las acciones espectaculares de Extinction Rebellion que empezaron en Reino Unido y que ya se reproducen en Estados Unidos o Francia, entre otros países. O el movimiento estudiantil del #Fridaysforclimate que persevera con sus acciones. La urgencia climática ha sido en los últimos meses uno de los principales motores de las movilizaciones en Europa, con el permiso del resiliente movimiento de los chalecos amarillos. ¿Esta preocupación creciente por el cambio climático se verá reflejada en las elecciones europeas?
Los partidos verdes confían con ser la revelación en los comicios del 26 de mayo. No solo esperan catapultar en el terreno institucional esta incipiente marea verde, sino reflejar en Estrasburgo el crecimiento de estas formaciones en el norte de Europa. Alemania, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Finlandia… Es larga la lista de países europeos en los que crece el apoyo a las formaciones ecologistas.
De hecho, los verdes vivieron su particular Super Sunday el pasado 14 de octubre. Ese día consiguieron un histórico 17,6% en las elecciones regionales en Baviera y se convirtieron en la segunda fuerza en este Länder tradicionalmente muy conservador. El mismo éxito se repitió en las elecciones municipales en Bélgica, en las que se erigieron en la segunda fuerza en Bruselas. También obtuvieron ese día un resultado más que notable en Luxemburgo, donde su apoyo creció hasta el 14,65%. Más recientemente, a mediados de abril, los verdes fueron uno de los vencedores en las elecciones generales en Finlandia, en las que lograron el 11,5% de los sufragios, el mejor resultado en la historia de esta formación.
"La antítesis del populismo de derechas"
"Ante el crecimiento de los partidos ultraderechistas en Europa, la ecología política se ha convertido en la antítesis del populismo de derechas", explica en declaraciones a Público Daniel Boy, director de investigaciones emérito en Sciences Po París. Según este experto en las formaciones ecologistas, "los partidos verdes no solo defienden el medioambiente, sino también los valores feministas y de tolerancia hacia los refugiados e inmigrantes". Una "oposición ideológica muy fuerte" con la extrema derecha que en algunos países les ha convertido en un voto de reacción al auge de los partidos ultraderechistas y la decadencia de populares y socialistas.
Según los últimos sondeos, los verdes conseguirán el 19% de los votos en las elecciones europeas en Alemania. Es decir, prácticamente el doble del 10,7% obtenido en estos mismos comicios hace cinco años. Estos excelentes resultados les permitirían superar a los socialdemócratas (entre el 16% y el 18%), lo que les convertiría en la segunda fuerza del país, por detrás de la CDU de Angela Merkel (28%). Según el barómetro Forschngsgruppe Wahlen-ZDF, publicado el 10 de mayo, el 30% de los alemanes consideran el cambio climático como uno de los desafíos prioritarios en la actualidad, mientras que estos solo eran el 5% cuando se celebraron las últimas elecciones generales en 2017.
También ha progresado la concienciación por la urgencia climática en Bélgica. Fue en este país donde emergió con más fuerza en enero el movimiento de huelgas y manifestaciones estudiantiles para alertar ante el cambio climático, también conocido como #Fridaysforclimate. Unas movilizaciones que no han hecho más que reforzar la tendencia al alza de los partidos verdes en este país. Según los sondeos, las formaciones ecologistas Ecolo (en Valonia y en la zona de Bruselas) y Groen (en Flandes) cuentan con serias opciones de convertirse en las principales fuerzas del país. "La gente prefiere el original a la copia. Deciden votar a los partidos verdes ya que son los más creíbles respecto a la lucha contra el cambio climático", asegura el eurodiputado Florent Marcellesi (Equo).
En Holanda, al otro lado de la frontera belga, las formaciones ecologistas también disponen de buena salud. Tras las elecciones generales holandesas en 2017, los verdes se convirtieron en la primera formación del bloque progresista en este país, ante el descalabro de los laboristas. El éxito de esta formación se ve favorecido por la figura carismática de su líder Jesse Klaver. Además, la eurodiputada ecologista holandesa Judith Sargentini estuvo el año pasado en el centro de los focos tras haber dirigido el informe que aprobó el Parlamento Europeo estableciendo sanciones contra el gobierno ultranacionalista húngaro de Viktor Orbán.
Escasa presencia en el este y sur de Europa
De hecho, no resulta ninguna sorpresa que a nivel europeo la candidatura de los verdes esté liderada por la alemana Ska Keller, de 37 años, y el holandés Bas Eickhout, de 42 años. Ambos confían con estar al frente de un grupo que tenga un rol clave en el nuevo Parlamento Europeo. No obstante, según datos de Europe Elects, una plataforma que agrupa sondeos de todo el continente, los verdes conseguirán 51 eurodiputados. Es decir, solo un representante más que en 2014. "Resultará interesante observar si a nivel europeo los verdes superan la barrera del 7% y llegan hasta el 9% o el 10%", afirma Boy.
El crecimiento de los verdes en el norte de Europa se ve limitado por su escasa presencia en el este y el sur del continente. Pese a la emergencia del incipiente movimiento verde Wiosna en Polonia, las formaciones ecologistas no lograrán representación en la mayoría de países de la Europa oriental. De hecho, en los comicios de 2014 solo obtuvieron escaños en 18 de los 28 países, mientras que populares y socialistas sumaron en todos. Un lastre que probablemente se repetirá la semana que viene.
Tanto en Portugal, Grecia o Italia, la presencia de los partidos verdes es casi nula. Debido a las pugnas internas, Florent Marcellesi se retiró como cabeza de lista de la candidatura Compromiso por Europa (junto con Compromís). Por este motivo, Equo, el único partido verde español con presencia estatal, prácticamente no estará presente en las elecciones europeas.
Los únicos candidatos en puestos de salida en España con posibilidades de formar parte del grupo verde son Ernest Urtasun, en la lista de Unidas Podemos, y los candidatos de Ahora República (la coalición formada por ERC, Bildu y BNG). Si finalmente el presidente catalán en el exilio Carles Puigdemont saliera elegido, y fuera investido, también debería integrarse en la Alianza Libre Europea (los verdes). Lo mismo sucedería con los candidatos de Compromís o del PACMA, en el caso en que logren representación.
Dificultades para seducir a las clases trabajadoras
"Los partidos verdes prosperan en aquellos países que se han visto más beneficiados económicamente por la construcción europea", explica el politólogo Fabien Escalona, miembro del diario digital Mediapart. Según este especialista en la socialdemocracia europea, una de las características del electorado ecologista es su "cosmopolitismo", "lo que hace que a menudo sus críticas respecto a la Unión Europea sean demasiado tímidas". Dado su rechazo al nacionalismo, apuestan por una mayor integración. Una defensa del federalismo europeo que les hacer caer en un cierto misticismo bruselense ("Europa nos salvará"). Lo que favorece que la ultraderecha se haga con el monopolio de la crítica a las evidentes disfunciones de la construcción europea y su déficit democrático.
Otra característica clave de los verdes: el elevado nivel de estudios de sus votantes. "Estos partidos tienen una gran implantación entre los profesionales del sector de la educación y la sanidad. Se trata de profesiones con un gran futuro", asegura Boy. "El perfil de sus votantes son personas jóvenes y adeptas a unos valores culturales liberales", añade Escalona. En definitiva, sus apoyos se concentran sobre todo entre el electorado urbanita.
En cambio, "tienen más dificultades para seducir a las clases populares y trabajadoras", afirma el profesor emérito de Sciences Po París. Por ahora, esto dificulta que estas formaciones logren revalidar la fórmula exitosa antaño de la socialdemocracia: unir a las clases medias con las trabajadoras. "Estamos llegando a las clases trabajadoras a través de la idea de que hace falta una transición ecológica justa. Existen sinergias evidentes entre lo social y lo climático", defiende Marcellesi, quien recuerda el movimiento de los chalecos amarillos como un ejemplo del impacto social que pueden tener unas políticas medioambientales mal diseñadas e injustas.
No obstante, los verdes franceses se han caracterizado por ponerse más bien de perfil y adoptar una posición muy moderada ante la revuelta social que empezó hace seis meses en Francia. De hecho, el candidato de Europa Ecología los Verdes (EELV), Yannick Jadot, causó un gran revuelo en Francia en marzo tras haber elogiado "la economía de mercado, la libertad empresarial y la innovación" y haberse presentado como un "pragmático" que no es "ni de derechas ni de izquierdas". Una estrategia centrista o transversal que parece un calco de los verdes alemanes. Pero en el caso de Francia resulta menos exitosa. Así lo reflejan las perspectivas electorales modestas de EELV (7% u 8%), un resultado inferior al obtenido hace cinco años.
¿Una fuerza clave en el nuevo Parlamento Europeo?
"En Francia, esta llamada a un votante ecologista moderado difícilmente dará buenos resultados", afirma Escalona, quien considera que "a diferencia de otros países como Finlandia, donde el perfil de los verdes es más bien centrista, los electores ecologistas franceses suelen defender posiciones económicas claramente de izquierdas". De hecho, la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon ha hecho del ecologismo uno de los pilares centrales de este movimiento populista de izquierdas. Aunque la lucha contra el cambio climático es en Francia uno de los temas centrales de la campaña para las europeas, los verdes franceses también acusan el lastre de haber formado parte del gobierno durante el decepcionante mandato de François Hollande.
"Haber participado en un ejecutivo que resulta un fracaso es un bache difícil de superar", explica Escalona. Pese a los riesgos que conlleva, los verdes dan una gran importancia a la política institucional a nivel europeo. "Los partidos ecologistas suelen tener unos niveles de actividad muy elevados en el Parlamento Europeo", recuerda Boy. Ante la decadencia de los populares y los socialistas europeos, que, según los sondeos, no alcanzarán la mayoría absoluta por primera vez en la historia de las elecciones europeas, los verdes pueden tener un rol de bisagra en Estrasburgo. No hay que descartar que el grupo ecologista se una a una nueva "Gran coalición", integrada también por populares, socialistas y liberales, para elegir al futuro presidente de la Comisión Europea.
"No hemos formado parte de la gran coalición", asegura Marcellesi. El eurodiputado de Equo defiende, sin embargo, que "más allá de etiquetas, a los verdes lo que nos interesa es el programa". Michel Barnier, el responsable de la UE en las negociaciones por el Brexit, —uno de los nombres que suenan con más fuerza como candidato de consenso para presidir la Comisión Europea— aseguró el pasado domingo que "el desafío más grave que afrontarán las instituciones europeas es el cambio climático. Hace falta impulsar un Green New Deal europeo", en una entrevista para el diario francés Le Journal du Dimanche. Unas declaraciones que parecían un guiño a las formaciones ecologistas.
Tras los comicios del 26 de mayos, los verdes pueden erigirse en una fuerza clave en el Parlamento Europeo, aunque esto comporte el riesgo de decepcionar a los que alertan en la calle ante la urgencia climática.
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