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El efecto Obama supera a Sarkozy

La elección de un presidente negro en EEUU deja obsoleta la apertura a las minorías del jefe de Estado francés

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Ahora la pelota está en nuestro campo, y nos toca devolverla para no envejecer demasiado rápido". Así de claro describió hace unos días la secretaria de Estado francesa Rama Yade, única africana negra del Gobierno de Sarkozy, el efecto que la elección de Barack Obama ha tenido en París. De un plumazo ha quedado envejecida y obsoleta la política de apertura a las minorías visibles que era el principal as en la manga que quedaba aún en poder del presidente francés, Nicolas Sarkozy.

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Las tres titulares de origen africano del actual Gobierno francés, Rama Yade, al frente de Derechos Humanos, Rachida Dati, al frente de Justicia, y Fadela Amara, al frente de las Políticas Urbanas, recibieron de lleno esta semana el impacto de la ascensión de Obama al frente de Estados Unidos.

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Todas ellas habían sido consideradas, hace año y medio, como el ejemplo de que Francia ya estaba dispuesta, gracias a Sarkozy, a dejar que sus instancias supremas empiecen a cobrar el color auténtico de la sociedad. La realidad de Francia, país mestizo por excelencia gracias a la acogida masiva de inmigrantes europeos, africanos y asiáticos desde hace 60 años, empezaba a colarse por la puerta trasera en el Gobierno.

Ahora, la elección de Obama al frente de Estados Unidos demuestra lo fácil que era romper un tabú en el país más segregacionista de Occidente. Y de pronto, rebaja al rango de antigualla lo poco que había hecho Sarkozy, hijo de inmigrantes húngaros, en el país más mestizo de Europa occidental y el más fácilmente preparado para una traducción política del melting-pot.

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Rama Yade, una secretaria de Estado hoy condenada a buscarse un destino electoral en los comicios europeos de 2009, fue la primera en intentar contrarrestar esa imagen y lanzar una OPA sarkozyana sobre el efecto Obama.

Reaccionando en caliente a la elección del mulato norteamericano, afirmó que se trataba de "una caída del Muro de Berlín elevado al cubo" y, sobrecogida, confesó: "Tengo el corazón en un puño, perdón por la emoción, pero hay de qué decir que la vida, si es así, vale la pena ser vivida".

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¿A qué venía tanta emoción de Yade, propia de una emisión de Operación Triunfo y no de una secretaria de Estado? Segundos después llegó el mensaje explicativo. Al nombrarla a ella, a Fadela Amara y a Rachida Dati hace año y medio, dijo Yade, "Nicolas Sarkozy desencadenó un movimiento histórico, con ese voluntarismo que sólo él tiene".

"Van a hacer falta partidos menos conservadores", "tenemos todavía mucho trabajo que hacer" y la elección de Obama "es un desafío al resto del mundo". "Ahora, la pelota está en nuestro campo, y nos toca devolverla para no envejecer demasiado rápido", sentenció.

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Mensaje recibido: Sarkozy es el autor de los avances en el melting-pot político en Francia, y los partidos son responsables de las barreras que impiden una mejor traducción política del mestizaje francés.

Fadela Amara completó el mensaje al decir que ella "votaría por Obama con los ojos cerrados". Rachida Dati fue mucho más discreta fundamentalmente por una razón de política interna: su viabilidad al frente de Justicia es puesta en duda por el propio Sarkozy desde la huelga de magistrados de octubre.

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Con el nombramiento de las tres perlas negras hace año y medio, Sarkozy optó por una política de símbolos en favor de las minorías visibles. Símbolos que, por cierto, eran exclusivamente femeninos, en un país donde Sarkozy y la propia Fadela Amara acostumbran a hablar de los jóvenes varones magrebíes y africanos de los suburbios tratándolos de "granujas" y de "gandules".

Esos símbolos, además, no han conllevado de hecho ninguna mejoría en la lucha antidiscriminación en la base de la sociedad.

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Ahora, la elección de Obama es como si hubiera abierto la caja de Pandora en el dispositivo Sarkozy. Grupos partidarios de organizar la política en base a las diferentes comunidades negros por un lado, magrebíes por otro, asiáticos por otro, etc apuestan por exigir más tajada del poder político con cabezas visibles. El modelo comunitarista al estilo anglosajón se ha abierto paso en Francia gracias a los errores y aciertos de Nicolas Sarkozy, y ahora puede escapársele de las manos.

No es seguro que la tradición republicana francesa esté dispuesta a aceptarlo y, de hecho, esta semana saltó al ruedo uno de los pensadores más influyentes de la política francesa, Emmanuel Todd, para recordar un dato clave. Francia lleva retraso en la integración política de sus inmigrantes y su representación en las altas esferas, pero también es la sociedad más integradora y mestiza de Occidente.

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La tasa de bodas mixtas entre franceses y no franceses, recordó, sigue siendo la más elevada de Europa, en torno al 15%. Cifra que, pese a ir en descenso, sigue siendo diez veces superior a la tasa de matrimonios entre blancos y negros en el mismo Estados Unidos que ha elegido a Obama.

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