EEUU Guerra de Yemen EEUU se expone a crímenes guerra por su apoyo a Arabia Saudí en la guerra de Yemen
La fuerte implicación de EEUU en la guerra de Yemen podría terminar con la persecución de altos funcionarios americanos ante tribunales internacionales. El elevado número de civiles muertos en los ataques de Arabia Saudí ha sido denunciado en informes internos elaborados desde la época de Barack Obama y que la actual administración prefiere ocultarlos.
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El apoyo continuado a Arabia Saudí en el conflicto de Yemen expone a EEUU a ser acusado de crímenes de guerra ante la Corte Penal Internacional, tal y como desde hace tiempo vienen indicando funcionarios de los departamentos de Justicia y Exteriores, políticos, organizaciones independientes y medios de comunicación, advertencias que está ignorando deliberadamente la administración de Donald Trump.
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Aunque la administración insiste en que está tratando de reducir el número de yemeníes que mueren en los ataques saudíes, sobre el terreno las bajas civiles siguen siendo elevadas. El mismo departamento de Estado y otros departamentos consideran que no se está haciendo lo suficiente para corregir esta circunstancia, y critican las decisiones que toma la Casa Blanca y la cúpula de la secretaría de Estado.
Aunque la administración afirma que continuamente recomienda a los saudíes que no dirijan sus ataques contra objetivos civiles, la realidad es que el número de víctimas no combatientes sigue siendo alto, un asunto que los responsables de la campaña electoral de Donald Trump ven con preocupación debido a la proximidad de las elecciones del 3 de noviembre.
The New York Times señaló esta semana que congresistas demócratas y republicanos, funcionarios de varios departamentos, y el candidato demócrata Joe Biden, han pedido a la Casa Blanca que ponga fin a su implicación en la guerra con el fin de distanciarse de la muerte de civiles, que pronto podría volverse contra EEUU.
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Desde que estalló la guerra de Yemen han muerto más de 127.000 personas
Desde que estalló la guerra de Yemen, en la primavera de 2015, han muerto más de 127.000 personas, de las que 13.500 fallecieron en bombardeos aéreos ejecutados por Arabia Saudí. Una buena parte fueron civiles, según estimaciones realizadas en Estados Unidos.
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Funcionarios americanos también han denunciado que los saudíes continúan bombardeando objetivos que EEUU ha identificado previamente como civiles, sin hacer ningún caso a las recomendaciones que se hacen desde Washington, una circunstancia que preocupa en el Capitolio.
Responsables de la administración conocen perfectamente el problema pero en cada ocasión que los saudíes matan a civiles se limitan a decir que es necesaria una mayor colaboración con Riad para evitar las incidencias, un pretexto que Washington ha utilizado para exonerar a sus aliados desde la guerra de Vietnam, pasando por las dictaduras latinoamericanas.
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No obstante, la guerra de Yemen no es del todo comparable a lo que sucedió en épocas pasadas puesto que ahora existen mecanismos que permitirían la intervención de la Corte Penal Internacional para juzgar los presuntos crímenes, algo que ya se consideró en un memorándum del departamento de Estado realizado en 2016 bajo la administración de Barack Obama.
En la actualidad, el departamento de Estado está ocultando investigaciones similares que señalan que existe una base sólida para procesar a ciudadanos americanos dado que EEUU está proveyendo las armas con que los saudíes después causan las bajas civiles.
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En abril, y con el apoyo de los dos partidos, el Congreso aprobó una resolución que instaba a la administración a detener su participación directa e indirecta en la guerra, aunque el presidente Trump acabó vetando la resolución. Muchos congresistas comparten la opinión de que en lugar de reducirse, la implicación de EEUU ha aumentado.
Mientras la administración Obama detuvo la exportación de armas a Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos en 2016, precisamente debido a la guerra de Yemen, al año siguiente la administración Trump la reanudó. Desde entonces el número de víctimas civiles, que fue constatado en un informe del mes de agosto último, ha alcanzado cotas que preocupan a un gran número de congresistas.
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Todo esto ha ocurrido después de que Riad incorporara a militares estadounidenses y británicos a la toma de decisiones de los saudíes. Además, los americanos confeccionaron un programa de entrenamiento para militares saudíes que causó varios incidentes, especialmente el protagonizado por el teniente de aviación Mohammad al Shamari, de 21 años, que, imbuido por ideas islamistas radicales, mató a tres marines e hirió a otros ocho en una base en Estados Unidos durante un cursillo para evitar la muerte de civiles en Yemen.
La misma estabilidad de Arabia Saudí está en manos de EEUU. Riad considera que los hutíes yemeníes constituyen un peligro a medio plazo para su estabilidad, de ahí que el príncipe Mohammad bin Salman quiera acabar con ellos. Sin embargo, el desarrollo de la guerra durante el último lustro indica que los saudíes no son capaces de derrotar a sus hutíes a pesar de contar con un apoyo militar prácticamente ilimitado de EEUU, el Reino Unido y otros países occidentales, así como con el nada despreciable apoyo político de Israel.
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La intervención saudí en Yemen comporta un desgaste interior y sobre todo exterior para Bin Salman. Esto es algo que el joven y poderoso príncipe podrá permitirse mientras los republicanos sigan en la Casa Blanca, pero será problemático si hay un vuelco en las elecciones de noviembre.