Este artículo se publicó hace 2 años.
La desesperación de las personas 'trans' ante la guerra en Ucrania: "Me iría ahora mismo, cuanto más lejos mejor"
La imposibilidad de seguir con el tratamiento habitual de hormonas, el peligro de no disponer de seguimiento médico, la burla que padecen por su aspecto, la prohibición de salir al exterior porque oficialmente aparecen como hombres y la posible llamada al frente, son algunos de los problemas que sufren las personas 'trans' en el período de guerra.
Pepa Suárez
Lugansk-Actualizado a
Sasha tiene 22 años y nació en Lugansk pero en 2014, cuando comenzó la guerra en el Donbás su familia tuvo que huir a Jersón. Ella apenas tenía apenas 14 años. El 24 de febrero, día de comienzo de la invasión rusa, huyó por segunda vez junto un amigo debido a los bombardeos a los que fue sometida la ciudad. Hicieron todo el viaje en autostop hasta llegar a Lviv (Leópolis), al oeste del
país buscando un remanso de paz. Deseaba salir al exterior, pero su pasaporte dice que es un hombre y la ley marcial prohíbe abandonar el territorio ucraniano a los varones entre 18 y 60 años.
Desde entonces, Sasha ha encontrado apoyo en la ONG ucraniana Insight. Esta organización trabaja y reivindica los derechos de las personas LGBTQI+ (lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero y queers) y, en estos momentos de conflicto, están centradas en ofrecer cobertura a las necesidades más apremiantes como viviendas y alimentos para esta comunidad refugiada que huye de las zonas más castigadas por la guerra.
Isight también proporciona el tratamiento hormonal al que están sometidas algunas personas trans y que ahora consiguen en el exterior. Debido a la escasez de medicamentos en plena guerra, resulta imposible encontrar estos productos en la farmacia. Es el caso de Sasha que toma hormonas desde hace un año y ahora necesita ayuda para conseguirla. Pero tiene miedo: "Estas hormonas, que
vienen del exterior, son diferentes a las que yo consumía y no sé como va a reaccionar mi cuerpo, explica. A este problema se suma la falta de seguimiento médico. Sasha nunca lo consiguió.
Recorrió muchos hospitales en varias ciudades, pero las cosas se retrasaban mucho y decidió comenzar con el tratamiento por su cuenta. La autorización del médico es necesaria para ir después a la oficina de alistamiento militar para ser eliminada del servicio militar. Pero ella, tenía, además, miedo a que en un momento determinado, aprovechando la visita a la oficina, pudieran llevarla al
frente. "Mi estado de salud es bueno y no presento ninguna discapacidad, eso significa que podía ser una potencial soldado", añade.
Ir al frente significa para ella no poder ayudar a su familia a escapar de Jersón. Pero también convivir con unos soldados que la tratarían como si fuera un hombre: "Me preocupa la actitud que tendrían conmigo”, comenta con inquietud. Explica que la guerra ha puesto en evidencia la poca importancia que tiene para la sociedad, las peculiaridades de las personas LGBTQI+. Para llamar a filas solo tienen en cuenta el nombre del pasaporte, no su condición sexual, ni como se siente o se identifica sexualmente cada persona. "Y, por otra parte, tendría que abandonar mi tratamiento hormonal".
La discriminación que padecen las personas trans en Ucrania han quedado al descubierto, aún más si cabe, en esta guerra. Los numerosos check points establecidos a lo largo del país, tanto en carreteras como en las ciudades, son lugares donde padecen la burla de los soldados por su aspecto, por el hecho de ser diferentes: "Miran mi pasaporte, después me miran y se ríen, resulta muy
humillante y un desgaste emocional inmenso", apunta. Pero también asegura haber sufrido la discriminación de la sociedad por el hecho de ser trans. En este aspecto explica que la situación no ha cambiado desde que comenzó la guerra: "La única diferencia es que antes te podían pegar en una cafetería. Ahora que están cerradas, te pueden pegar en la estación de tren que es el lugar donde más
se frecuenta por los continuos traslados de refugiados", apunta.
Resulta impensable, por otro lado, cruzar la frontera para escapar de los bombardeos. Si el pasaporte tiene el nombre original, como es el caso de Sasha, sería retenida en la frontera bajo la ley marcial que prohíbe a los hombres entre 18 y 60 años salir del país. Sasha ni siquiera lo ha intentado. Según Olena Shevchenko, presidenta de Insight, los problemas de toda la comunidad
LGBTQI+ son muy similares en estas circunstancias excepcionales. Por una parte necesitan refugio para ellas, sus hijos y su familia. Y por otra, tienen miedo a la represión rusa en los territorios ucranianos que puedan estar controlados en un futuro por este país: "Por ello, están tratando de
encontrar lugares seguros para vivir o salir del país de forma temporal. La peculiaridad de las personas trans es que no todas pueden cruzar la frontera porque aquellos que sus pasaportes dicen que son hombres, son reclutados", añade. Es el mismo caso de los hombres homosexuales.
La tarea prioritaria de esta organización en estos momentos es ayudar a los grupos vulnerables de la sociedad como son las personas LGBTQI+ y las mujeres, según explica Shevchenko. La asociación busca refugio, asesoramiento humanitario y legal y ayuda humanitaria como medicamentos, alimentos, pañales, comidas para bebés y dinero para sobrevivir en medio de la guerra. Desde Lviv, envían todos los días paquetes de ayuda a diferentes regiones de Ucrania. Cuentan con tres casas refugios, dos en Lviv y una en Chernivtsi, ciudad situada al suroeste del país, cerca de la frontera rumana. Las tres casas están totalmente ocupadas y, una de ellas, está habilitada exclusivamente
para mujeres con sus hijos. Estos albergues comenzaron a funcionar cuatro días después de comenzar la guerra y, hasta la fecha, han cubierto las necesidades de refugio de 247 personas.
Los objetivos de Insight se han mantenido sin cambios a lo largo del tiempo, según explica esta activista de los derechos humanos, feminista y defensora de los derechos de la comunidad LGBTQI+, como ella misma se define. “Nuestra tarea se basa en brindar asistencia legal, psicológica y social a la comunidad LGBTQI+ en Ucrania y promover las ideas de igualdad de género. "Siempre hemos trabajado para segurar que la comunidad reciba una asistencia efectiva,
esto es lo más importante para nosotras", explica Shevchenko que es también miembro de la junta directiva de las organizaciones internacionales IGLYO (Organización Internacional de Jóvenes y Estudiantes de Lesvianas, Gays, Bisexuales, Transgénero, Queer e Intersex) e ILGA EUROPE, la
misma organización a nivel europeo.
Sasha tiene claro que quiere abandonar el país: "Me iría ahora mismo de Ucrania, cuanto más lejos mejor". Le teme a la entrada de los rusos, afirma que puede suponer una persecución en toda regla a la comunidad LGBTQI+. De la misma manera piensa Olena Shevchenko. Por eso, Sasha quiere irse a Canadá. Domina el inglés y cree que eso le ayudaría a desenvolverse en el país: “Me sentiría respetada y podría vivir en paz y con libertad. En Ucrania no me siento segura". Pero duda por un momento y vuelve a recordar a su familia y su idea de evacuarla de Jersón: "Puede ocurrir lo mismo que en Bucha, los rusos son unos fascistas", comenta.
Pero los problemas que sufre esta comunidad en Ucrania no se reduce al cambio de sexo, como explica Sasha. También hay problemas a la hora de conseguir un trabajo, aunque la ley ampare la igualdad y, en multitud de casos, son discriminadas por su condición sexual. La sociedad, en general, es reacia a aceptar la diversidad sexual: "En Lviv, una ciudad grande y cosmopolita, he
tenido problemas a la hora de entrar en una tienda de ropa, me mandan directamente a la sección de ropa de hombre y no me dejan entrar en un vestidor para probarme la ropa de mujer", añade. Por eso, Sasha lanza un mensaje a las personas que decidieron cambiar de sexo: "Son muy valientes y
les deseo que sigan luchando por su libertad".
Desde 2008 Insight trabaja por la igualdad en Kiev y, a partir de 2015, abrieron más de 10 centros en diferentes ciudades ucranianas. Realizan trabajos de sensibilización de sobre la problemática específica de las personas trans entre el personal sanitario, actividades de sensibilización de cara a la sociedad y, también, crean espacios seguro donde estas personas puedan comunicarse libremente.
Además de investigaciones en el campo de la transexualidad, Insight organizó dos conferencias internacionales entre 2015 y 2018 donde se abordaron cuestiones sociales, médicas y legales relacionados con esta comunidad. Así como acciones públicas para llamar la atención sobre la discriminación transgénero y la necesidad de cambio. En particular, comenta Shevchenco, tienen mucha importancia las transmarchas que se realizan anualmente en Kiev aunque rodeadas de fuertes medidas de seguridad.
La historia de la aceptación de la comunidad LGBTQI+ ha tenido en Ucrania una trayectoria errática. En 1991, con la caída de la Unión Soviética y la independencia de Ucrania, la diversidad sexual se hizo más visible en las calles. La homosexualidad se legalizó en 1991 aunque la aceptación por parte de la sociedad es otra cosa muy distinta. Pero los ataques de los grupos nacionalistas y la no aceptación por parte de la Iglesia Ortodoxa cristiana hicieron retroceder los vientos de libertad. En 2015, durante el Gobierno de Poroshenko, se aprobó un plan de acción con el objeto de implementar la Estrategia Nacional de Derechos Humanos hasta el año 2000 que incluía la promesa de proteger, con un proyecto de ley, las uniones del mismo sexo. Sin embargo, la oposición de los grupos nacionalistas, y El Consejo de Iglesias consiguieron abortar su aprobación en 2018. En 2015 se aprobó una enmienda al Código del Trabajo que prohíbe la discriminación por orientación sexual e identidad de género en el trabajo, un requisito exigido por la Unión Europea para eliminar la necesidad de visados en el espacio Schengen. Por otra parte, Ucrania no tiene firmada la Convención de Estambul que hace referencia a la violencia de género.
A pesar de existir una ley contra los delitos de odio que incluye la orientación sexual y la identidad de género, los ataques homófobos son numerosos, sin que la justicia tome cartas en el asunto. Amnistía Internacional tiene registrados y comprobados numerosos casos sin que se la justicia haya aplicado el protocolo de delitos de odio. En mayo de 2021, la sede de la organización Insight sufrió un ataque en Kiev por un grupo de personas. El mismo día, mientras su presidenta, Olena Shevchenko impartía una conferencia en Odesa, otro grupo irrumpió en el local y tuvieron que anular el acto. También sufrió ataques la sede de la asociación LGTBI LIGA por grupos enmascarados. En ninguno de los casos se abrió investigación penal y, más tarde, los activistas presentaron una denuncia por inacción policial. También sufrieron ataques el mismo año la sede del grupo KyivPride durante la proyección de una película con bengalas y botes de humo. Aunque este último incidente se investigó, nunca fue declarado como delito de odio. Igualmente nunca fueron condenados los ataques realizados por varias personas, contra la defensora de los derechos humanos Vitalina Koval, con productos que le provocaron quemaduras en los ojos. La guerra ha supuesto un
alto en la lucha por los derechos LGBTQ+. Y la invasión rusa supone un camino incierto como segura Sasha.
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