A las once y cuatro minutos de la noche del viernes, una hora antes del plazo límite, Barack Obama compareció ante las cámaras para anunciar que demócratas y republicanos habían conseguido evitar el cierre temporal del Gobierno de Estados Unidos y aprobado el mayor recorte de presupuestos de la historia del país. Era el final del primer asalto de una batalla que sólo acaba de empezar.
'El Congreso, en nombre de todos los estadounidenses, ha llegado a un acuerdo para evitar la paralización del Gobierno', dijo el mandatario desde la Casa Blanca, en la que reconoció que algunos de los recortes aprobados 'serán dolorosos'. Obama compareció minutos después de que el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, anunciara un acuerdo que permitirá financiar las actividades del Gobierno hasta el próximo jueves, tiempo en el que ambos partidos esperan haber aprobado un presupuesto para el resto del año fiscal 2011, que acaba en septiembre.
Al final, los recortes suman 38.500 millones de dólares (de un presupuesto total de algo más de un billón), una cifra más cercana a la impulsada por los republicanos que a los 33.000 millones propuestos por los demócratas en las últimas semanas. 'Como en cualquier compromiso que merezca la pena, ambas partes han tenido que hacer sacrificios complicados y ceder terreno en asuntos que eran importantes para ellos. Y yo lo he hecho', aseguró Obama.
Los recortes, admitió el presidente, afectarán a 'programas en los que la gente confía' y a 'infraestructuras que son necesarias'. Una renuncia necesaria, enfatizó Obama, para que EEUU aprenda a vivir dentro de sus posibilidades, la única manera de 'proteger las inversiones que nos ayudarán a competir por nuevos trabajos'.
Para llegar a un acuerdo, los republicanos cedieron en su exigencia de cortar todos los fondos de los centros de planificación familiar de Planned Parenthood, el mayor escollo de la negociación, y también renunciaron a eliminar parte de la financiación y el mandato de la Agencia de Protección del Medioambiente.
Planned Parenthood es una red de clínicas dedicadas a la salud de la mujer que permite abortos dentro de su programa pero sólo en ciertos casos y únicamente con los fondos privados de su financiación.
Desde 1970, gracias a un programa aprobado por un presidente republicano, Richard Nixon, recibe fondos del estado (70 millones de dólares este año) para sufragar algunos de sus servicios, pero en ningún caso abortos porque lo prohíbe la ley federal.
Los conservadores querían eliminar estas subvenciones, más las que recibe, otros 300 millones, del fondo médico destinado a los más necesitados (Medicare).
¿Quien ha salido ganando en este pulso? Al no haberse producido el cierre, nadie ha perdido del todo.
La Casa Blanca ha conseguido presentar a Obama como un mediador razonable ante un Congreso desbocado, ajeno a las preocupaciones del estadounidense medio, sujeto al extremismo ideológico de unos pocos. 'La gente quiere que todo el mundo se comporte como adultos y deje de jugar a estos juegos', decía en Filadelfia esta semana antes de meterse de lleno en las negociaciones. Los demócratas han evitado hacer concesiones sobre los temas más cercanos a su programa a cambio de recortes más contundentes de los que tenía previstos.
Boehner puede también adjudicarse la victoria aunque el acuerdo final se queda lejos de los 61.000 millones en recortes que esperaba imponer. Ha asentado su papel de líder de la oposición, evitando los errores que el líder conservador Newt Gingrich cometió en 1995 al pedir expresamente el cierre del gobierno en su pulso contra Bill Clinton. Boehner también ha impuesto un orden relativo en las filas de un partido que todavía no sabe cómo usar el extremismo del movimiento Tea Party, y debe además contar con la inexperiencia de 57 representantes noveles (de 241) elegidos el pasado noviembre con la misión de acabar con el Gobierno federal.
La batalla no ha terminado. Este es sólo el primer asalto, un ejercicio de calentamiento de cara a la próxima pelea, la del presupuesto de 2012 que se anuncia igualmente tensa. Antes habrá otro enfrentamiento, el de la deuda.
Esta semana, el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, compareció ante el Congreso para pedir un aumento del límite de la deuda (que ya supera los 14 billones de dólares) que permita a EEUU seguir financiando sus operaciones 'a riesgo de que los inversores del mundo pierdan confianza en nuestra capacidad para hacer frente a nuestros compromisos y obligaciones'.
Visto que el déficit fue el tema principal de la campaña conservadora de noviembre, será difícil alcanzar un compromiso.
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