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Cumbre de la OTAN La OTAN busca recomponerse tras el 'huracán Trump' con la vista en Rusia y China

La Alianza Atlántica escenifica su unidad frente a los "regímenes autoritarios" de Moscú y Pekín e identifica por primera vez el cambio climático como un riesgo para su seguridad a corto plazo.

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Vista de la sala donde los líderes de los países de la OTAN han celebrado su reunión, en la sede de la Alianza Atlántica, en Bruselas. — Olivier Matthys/Pool / REUTERS

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De nuevo, un presidente de Estados Unidos monopoliza una cumbre de la OTAN. Aunque esta ocasión se debe a circunstancias radicalmente opuestas. Hace tres años, en su primera visita a los cuarteles generales de la Alianza Atlántica, Donald Trump señaló con el dedo a la canciller alemana Angela Merkel, amenazó con sacar a su país de este foro, dinamitó la sesión sobre Georgia y Ucrania y abandonó el encuentro antes de que concluyese.

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Su sucesor en el cargo, Joe Biden, ha llegado a Bruselas con la prioridad de recuperar la confianza con sus aliados europeos y revertir la tendencia agresiva y de confrontación abanderada por Donald Trump. De hecho, "Estados Unidos está de vuelta", es el mantra que el inquilino de la Casa Blanca ha reiterado sin cesar desde que se embarcó hace unos días en su tour europeo.

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Más allá de las decisiones que salen este lunes, el encuentro ha tenido un fuerte calado simbólico para escenificar la unidad y el "nuevo capítulo" que inicia el atlantismo frente a la creciente amenaza y cooperación entre Rusia y China.

Biden representa un cambio de tono más que notable con respecto a Trump. Pero ambos líderes no difieren tanto en lo sustancial con respecto a la OTAN: la contribución monetaria. Históricamente, Estados Unidos ha reprochado a sus aliados lo que considera un gasto pobre en defensa. Y habrá continuismo en esta línea entre la Administración saliente y la actual, como lo hubo entre la Presidencia de Obama y la de Trump.

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El presidente de EEUU, Joe Biden, a su llegada a la cumbre de la OTAN en Bruselas. — Kenzo Tribouillard/Pool / REUTERS

Los países de la OTAN se comprometieron hace siete años en la cumbre de Gales a invertir el 2% de su producto interior bruto (PIB) en seguridad y defensa. Pero actualmente solo un tercio de ellos alcanzan este umbral, siendo España uno de los más rezagados con la inversión del 1,02%.

Internamente, la deriva autoritaria de un miembro de la OTAN como Turquía, que ha llevado operaciones militares en Siria o Libia contrarias a los intereses de sus aliados, es otro reto urgente a abordar. Sin embargo, más allá de sus discrepancias internas sobre financiación y de los liderazgos personales de sus miembros, la OTAN cuenta con un reto más desafiante y prioritario. Buscar su razón de ser en un mundo en el que la bipolaridad está dando lugar a la multipolaridad y en el que las amenazas evolucionan más rápido que la propia Alianza. Las relaciones con Rusia están hoy "en su momento más bajo desde la Guerra Fría", en palabras del propio secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg.

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Fuera de sus fronteras emana un contexto global crecientemente hostil. Desafíos como la desinformación, las amenazas híbridas o los ataques cibernéticos no existían cuando la Alianza nació en 1949 con el objetivo de contener la amenaza de la Unión Soviética en plena Guerra Fría. Su tibieza para adaptarse a este nuevo escenario le ha valido no pocas críticas. Y no solo procedentes del indomable Trump. El propio Emmanuel Macron, presidente de Francia, la llegó a calificarla de "obsoleta".

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en la comparecencia conjunta en la que han anunciado que la cumbre de la Alianza Atlántica de 2022 será en España. — Kenzo Tribouillard/Pool / REUTERS

Por ello, la primera reunión de los 30 aliados tras la pandemia ha servido de primer termómetro para definir la brújula estratégica de la próxima década. Una agenda a diez años vista que se materializará en el encuentro del próximo año que acogerá Madrid y que tiene por objetivo adaptar las prioridades frente un mundo cada vez más volátil.

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Clima, Rusia y China en la brújula estratégica

Entre los nuevos hitos que la Organización del Tratado del Atlántico Norte identifica para su seguridad se encuentra el cambio climático. El comunicado final lo define como "uno de los grandes desafíos de nuestros tiempos" y "una amenaza con efecto multiplicador que tiene un impacto en la OTAN, en la región euroatlántica y en la vecindad".

Más significativa si cabe es su subida de tono con lo referente a China. A los europeos y a los estadounidenses les preocupa mucho el aumento de influencia militar, espacial y tecnológica del gigante asiático. También su mayor presencia en África o América Latina.

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No fue hasta hace un año y medio, en la cumbre de Londres, cuando por primera vez la OTAN constató que Pekín es una de las grandes esferas de poder a mirar de cerca. Pero por lo pronto la definen como un "riesgo para su seguridad" y no como una amenaza, un tono que sí emplea con Rusia. "No vamos a entrar en una nueva Guerra Fría y China no es un nuestro enemigo, pero tenemos que abordar conjuntamente los desafíos que representa", ha afirmado Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, en el preludio del encuentro.

Los líderes de los países de la OTAN observan una instalación digital después de posar para la foto de familia de la cumbre de la Alianza Atlántica, en Bruselas. — Kevin Lamarque/Pool / REUTERS

Esta estrategia del palo y la zanahoria envía un mensaje simbólico al régimen que lidera Xi Jinping, pero los países de la OTAN evitan la confrontación directa porque necesita al país en cuestiones claves de política exterior, comercio o cambio climático. La cooperación entre Rusia y China, ambos gozan de asientos privilegiados en el Consejo de Seguridad de la ONU, no ha cejado de aumentar. Y este acercamiento preocupa a unos aliados que se han mostrado divididos y sin rumbo común durante el paso del huracán Trump.

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Stoltenberg se ha referido abiertamente a Rusia y China como "regímenes autoritarios" que "no están actuando de manera coherente con lo que se esperaba" y ha pedido una unión transatlántica fuerte que defienda los valores y los intereses occidentales.

Con esta escenificación de "vuelta de Estados Unidos" como socio de confianza para Europa, Joe Biden pone fin a la parada más amena de su tour europeo. En apenas 48 horas se verá con Vladimir Putin, al que hace unas semanas calificó como dictador.

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