Este artículo se publicó hace 4 años.
Protestas en IsraelCrece y se endurece la polarización entre los bloques anti y pro Netanyahu
La polarización y radicalización política y social que experimenta Israel no tienen precedentes en el último cuarto de siglo. Las protestas contra el primer ministro Benjamín Netanyahu y sus políticas se multiplican, y se han agravado con la aparición de contramanifestantes violentos de la extrema derecha que el martes por la noche volvieron a derramar la sangre de manifestantes.
Eugenio García Gascón
Jerusalén-
Las protestas contra el primer ministro Benjamín Netanyahu alcanzaron el martes por la noche un punto de ebullición sin precedentes cuando numerosos elementos de la extrema derecha agredieron a manifestantes en Tel Aviv causando el ingreso en hospital de cinco de ellos, dos con heridas profundas en la espalda.
"Quiero decir con claridad y a la luz de los violentos acontecimientos del último día, que la muerte de un manifestante que salió a protestar en el estado de Israel y el asesinato de un primer ministro en Israel (ya) no son un escenario de la imaginación", advirtió el presidente Reuven Rivlin el miércoles en un comunicado.
Las protestas que se iniciaron a principios de julio tienen lugar a diario en distintas poblaciones del país, especialmente en Jerusalén y Tel Aviv, y conforme pasan los días revela una polarización creciente que no está limitada a los políticos sino que está teniendo eco en la calle con una acritud que no se veía desde el asesinato de Yitzhak Rabin en 1995.
Los incidentes del martes comenzaron bien entrada la noche en los alrededores de la vivienda del ministro para la Seguridad Pública Amir Ohana, uno de los políticos más radicales del Likud, quien hasta hace solo unas semanas era titular de Justicia, desde donde condujo una cruzada contra la fiscalía y los jueces para defender a Netanyahu en los casos de corrupción en que está implicado.
Los manifestantes denunciaban en esta ocasión la brutalidad policial. El ministro Ohana ha sido grabado esta semana pidiendo a la policía que reprima con dureza a los manifestantes anti-Netanyahu, y en medios políticos se señala que es un hombre del primer ministro dispuesto a cualquier cosa para salvarle la cabeza.
En un momento dado, grupos de jóvenes vestidos en su mayoría completamente de negro sacaron botellas rotas, gas pimienta, palos y todo tipo de objetos contundentes, y arremetieron contra los manifestantes que protestaban de forma pacífica contra la violencia policial. Varios videos muestran los ataques mientras la policía estaba desplegada en la zona sin intervenir.
Algunos medios hebreos, como la emisora de la radio militar, han identificado al corazón de los contramanifestantes como miembros de La Familia, un nutrido grupo de seguidores del equipo de fútbol Beitar de Jerusalén, que son conocidos por sus ideas de extrema derecha, por nacionalistas y por racistas, y normalmente se identifican políticamente con el Likud de Netanyahu y provocan altercados periódicamente.
De hecho, el pasado fin de semana, jóvenes igualmente vestidos de negro, probablemente los mismos, propinaron palizas a manifestantes que protestaban contra la corrupción de Netanyahu junto al domicilio del primer ministro en Jerusalén. Entonces el patrón de comportamiento fue similar al del martes.
El ministro Ohana ha dicho que hay que acabar con las protestas como sea, de ahí que muchos israelíes piensen que las contramanifestaciones violentas están de alguna manera vinculadas al Likud. Los manifestantes disponen de una especie de campamento base cerca de la residencia de Netanyahu y cada noche acuden a esa zona cientos o miles de israelíes de todo el país para secundar protestas contra la corrupción, la gestión sanitaria de la crisis del covid-19, la gestión económica o la violencia policial.
El miércoles al mediodía Netanyahu se refirió de manera clara a las protestas y a la violencia que han suscitado. Fueron sus primeras declaraciones sobre una cuestión que desde hace semanas está presente en todos los medios de comunicación, y que Netanyahu había preferido orillar pese a la inquietud que despierta.
Netanyahu ha pedido que se persiga policialmente a quienes tienen un comportamiento violento, pero inmediatamente ha recordado que él y su familia reciben amenazas de muerte continuamente, amenazas que todos ignoran y nadie se molesta en condenar. "No ha lugar para la violencia por ningún motivo. Tampoco ha lugar para la incitación y las amenazas de asesinato explícitas e implícitas contra mí y mi familia", dijo.
Acto seguido acusó al líder de la oposición Yair Lapid, y al exprimer ministro Ehud Barak, de "incitar a grupos anarquistas cuyo objetivo es violar el orden público y socavar las bases de la sociedad israelí". Unos minutos antes, Lapid había dicho que Netanyahu tenía las manos manchadas con la sangre que el martes por la noche vertieron los contramanifestantes en Tel Aviv.
"Netanyahu, ya no te tenemos miedo", dijo Lapid, líder de Hay un Futuro. "Sí, la gente de Hay un Futuro participa en las manifestaciones. Sí, seguiremos combatiendo el odio y el veneno que derramas a tu alrededor hasta que te saquemos de Balfour", la calle de Jerusalén donde se encuentra la residencia oficial del primer ministro.
Por su parte, el ministro de Defensa Benny Gantz, líder de Azul y Blanco, coaligado con Netanyahu en una coalición cada día más inestable, aseguró que el martes "se cruzó una línea roja" que todo el gobierno de Netanyahu debería condenar sin excusas, una línea roja que causó heridos entre "ciudadanos que ejercían su derecho a protestar". Además, criticó que Netanyahu hubiera guardado silencio durante tanto tiempo.
La ministra de Transporte Miri Regev, muy cercana a Netanyahu, advirtió que Israel "se encuentra ante un desastre" que se va a producir si la sociedad no se despierta pronto y actúa contra quienes instigan "contra la vida del primer ministro y su familia".
De una manera u otra, Israel se está sumergiendo en una crisis que puede tener consecuencias muy graves a corto y largo plazo para el gobierno de Israel y para la sociedad en general. El radicalismo y la polarización han alcanzado niveles desconocidos desde hace un cuarto de siglo y el deterioro de la situación siempre gira en torno a Netanyahu, quien no parece dispuesto a dimitir bajo ninguna circunstancia.
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