Este artículo se publicó hace 4 años.
CoronavirusDesde la 'zona roja' de Italia: "El virus ha unido más a los vecinos"
Federico Scarioni, 25 años, es uno de los cerca de 50.000 italianos que llevan desde el fin de semana aislados en diez pueblos del norte del país por el brote de coronavirus. "Ahora estamos tranquilos", afirma.
Cristina Casero
Londres-Actualizado a
Hace una semana Fede oía "coronavirus" en las noticias y le sonaba a algo lejano. Hoy utiliza con naturalidad su término científico (Covid-19) cuando habla con Público desde su casa de Casalpusterlengo, una de las diez localidades del norte de Italia que componen la llamada zona roja. Después de seis días de aislamiento no sólo se ha acabado familiarizando con la terminología, también lo ha hecho con la situación: "Los primeros días fueron difíciles pero ahora estamos tranquilos. El virus ha unido más a los vecinos", relata Federico Scarioni, de 25 años.
El susto llegó el viernes cuando en el tren, de camino a la oficina de Milán en la que realiza sus práctica de contabilidad, tuvo noticia de los primeros casos de positivo en la zona: "Esa mañana en el trabajo no me pude concentrar, actualizaba las noticias en el teléfono y llegaban más; las cosas se estaban poniendo serias", recuerda".
"Por la tarde recibí un correo de mi empresa en el que nos invitaban a los que vivimos en esta área a regresar a casa por precaución. Cogí mi mochila y salí volando. En el tren sentí una sensación muy extraña ¡Sólo se hablaba de eso! Cuando llegué a casa me encontré a mi madre pegada al televisor… y por desgracia sólo llegaban malas noticias", continúa el joven italiano.
Unas horas después las autoridades italianas decretaron la zona de aislamiento. Actualmente, en Italia las víctimas mortales superan la decena y el número de infectados ronda los cuatrocientos.
Fede recuerda que el sábado y el domingo fueron los peores días; llenos de dudas y de coches de policía y ambulancias por todas partes. También se ha acabado familiarizando a ello. Casi una semana después, Fede habla con calma. Sus palabras transmiten la misma serenidad que las fotografías que ha compartido junto a sus amigos durante la celebración del cumpleaños de uno de ellos el miércoles por la noche.
Están en zona de alto riesgo pero no hay mascarillas que cubran su sonrisa: "No son obligatorias y hay mucha gente que no las lleva, yo no la llevo", cuenta. Y eso que conoce de primera mano a tres personas que han dado positivo y uno de sus mejores amigos permanece aislado en casa por contacto con otro positivo: "Por suerte es joven y no corre peligro, sólo tiene que quedarse catorce días en casa sin contactos de ningún tipo y cuando le sube la fiebre toma paracetamol. Claro que le echo de menos, pero en sólo unos días podré estar con él".
Hasta entonces hablan por videollamada, igual que hace con los amigos que están fuera de la zona de riesgo. No hay otra opción. "Desde el sábado por la mañana hay policía en todas las salidas del pueblo y te paran si intentas ir a algún sitio. Antes no se podía salir ni entrar de la zona roja bajo ningún concepto pero desde el martes puedes hacerlo si tienes un permiso especial. Yo esta mañana estuve en el pueblo de al lado porque mi empresa me llamó para que fuera a recoger dos mascarillas que me han enviado y en el trayecto sólo me he cruzado con policías", explica.
Insiste una y otra vez en ello, en que en esta pequeña localidad de 15.000 habitantes, hay agentes por todas partes y a todas horas ─"no te puedes imaginar cuántos"─. Aunque no es lo único. En una de las fotografías que ha compartido, tomada desde la casa de un amigo, sólo se ve una ambulancia en mitad de un calle que podría ser cualquiera y a dos personas completamente cubiertas con trajes de protección.
La tercera es la imagen que ha recorrido medio mundo, la de las colas frente a los supermercados: "Son interminables y te puedes pasar horas esperando porque sólo dejan entrar a unos pocos cada vez y la gente compra muchas cosas pero afortunadamente hay comida para todos. Todas las demás tiendas están cerradas. ¡Sólo las farmacias están abiertas!", comenta.
También los gimnasios están cerrados y los entrenamientos con el equipo de fútbol, suspendidos. Así que a partir de las seis de la tarde, cuando termina de trabajar desde casa, la mayoría de los días Fede sale a pasear. Durante sus paseos se ha dado cuenta de que no es el único.
"Este virus nos ha hecho redescubrir cosas hermosas que damos por sentado; mucha gente sale a pasear estos días, muchos de mis amigos salen también por la tarde a dar largos paseos o a montar en bicicleta y veo en Facebook fotos de familias unidas de nuevo porque los padres no tienen que ir a trabajar. Es precioso", relata casi acostumbrado ya a un aislamiento que aún no sabe cuándo terminará.
Comentarios de nuestros suscriptores/as
¿Quieres comentar?Para ver los comentarios de nuestros suscriptores y suscriptoras, primero tienes que iniciar sesión o registrarte.