bogotá
Después de una semana de debates, la mayor parte de ellos a puerta cerrada, los 1200 delegados de los guerrilleros que bajaron de las montañas de Colombia para entregar las armas a los delegados de la ONU, y un número indeterminado de miembros del llamado hasta hoy Partido Comunista Clandestino, brazo político de la insurgencia, aprobaron las siglas y los símbolos del nuevo partido, que se pone en marcha una vez disuelta la guerrilla más potente y longeva del continente americano, fundada hace 53 años por un puñado de campesinos al mando de Manuel Marulanda, Tirofijo.
Según testimonios recogidos por Público, en los debates se evidenció el enfrentamiento entre dos tendencias, una encabezada por Iván Márquez, jefe de los negociadores de la guerrilla en las Conversaciones de Paz de La Habana, y otra protagonizada por el máximo jefe, Timoleón Gómez Timochenko y por el resto del Secretariado, donde destacan Pablo Catatumbo y Carlos Antonio Lozada, importantes jefes militares en los últimos años de conflicto armado.
Venció en las votaciones sobre el nombre del partido Márquez. Mientras Timochenko prefería que se llamara Nueva Colombia, los más radicales consiguieron que se conservaran las siglas FARC con otros componentes del acrónimo, lo que podría dificultar la convergencia política que proponen los sectores más dialogantes del nuevo partido. Según declaraba el propio Iván Márquez, “para muchos (mantener las siglas FARC) representa una carga negativa, pero no queremos que el pasado se desdibuje”, señalaba el dirigente.
El texto de los estatutos del nuevo partido que se ha filtrado evidencia las diferencias entre ambos sectores de la exguerrilla. Se ha suprimido del texto inicial que la inspiración del nuevo partido será “la obra y acción política de Marx y Lenin y del pensamiento emancipatorio bolivariano”, para fijar en el artículo 5º que el nuevo partido recoge en sus principios “las elaboraciones teórico-políticas derivadas del pensamiento crítico y libertario, así como de las experiencias que a partir de ellos se han desarrollado tanto a nivel mundial como en nuestro continente americano”.
Un Consejo Político Nacional de 111 miembros sustituirá a partir de ahora al Estado Mayor Central que dirigía las operaciones guerrilleras. Este órgano dará a conocer en las próximas semanas el nombre de sus integrantes y el de las listas electorales, aunque se da por descontado que Iván Márquez será cabeza de lista al senado y Pablo Catatumbo la del Congreso. Ambos serán elegidos forzosamente junto a otros cuatro miembros en cada Cámara, ya que los Acuerdos de Paz prevén la concesión de cinco escaños sea cual sea el resultado de las elecciones legislativas que se celebrarán en unos meses.
La Asamblea Nacional de los Comunes será la máxima instancia de dirección del nuevo partido y sus delegados serán elegidos en el orden local y territorial.
En la noche el viernes, Timochenko, que será el jefe máximo del nuevo partido, como lo ha sido de la guerrilla una vez abatido Alfonso Cano y desaparecido de muerte natural el fundador, Tirofijo, se dirigió a miles de seguidores en la histórica Plaza de Bolívar de Bogotá, donde se encuentran, además de la estatua del Libertador, el Ayuntamiento, el Parlamento y el Palacio de Justicia, para difundir un mensaje pacífico, anunciando que el interés del nuevo partido, aunque siga llamándose FARC, será el de lograr “una gran convergencia nacional para sacar adelante los Acuerdos de Paz” y crear “un movimiento de movimientos que agrupe a las diversas propuestas de superación de la gran crisis nacional por medios pacíficos y democráticos”. “Queremos ser Gobierno o formar parte de él”, añadió Timochenko.
Por el momento, el nuevo partido surgido de la guerrilla no ha recibido la apoyo formal de ninguna formación del espectro político colombiano, incluida la izquierda del Polo Democrático y un sector de los Verdes que consideran “tóxica” cualquier alianza con algo que sigue llamándose FARC.
Al congreso fundacional habían sido invitados todos los partidos políticos de Colombia, incluida la ultraderecha de Álvaro Uribe, contraria a los acuerdos de paz, que considera otorgan “impunidad” a la guerrilla. Ninguno asistió, ni envió representantes. Las nuevas FARC inician su camino en solitario.
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