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Claudia Sheinbaum, la mujer que ha roto los techos de cristal en México

Si gana en las elecciones de este domingo, como auguran las encuestas, la candidata progresista, y sucesora de López Obrador, sería la primera mujer presidenta del país.

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La candidata presidencial oficialista, Claudia Sheinbaum, durante su cierre de campaña el 29 de mayo de 2024, en el Zócalo de la Ciudad de México. — Isaac Esquivel / EFE

Ciudad de México,

Claudia Sheinbaum (Ciudad de México, 1962) se ha pasado media vida derrumbando techos de cristal. Primero, durante su formación académica, al ser la primera mujer en obtener un doctorado en Ingeniería Energética en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Años más tarde, en el terreno político, al convertirse en la primera dirigente femenina al frente del Gobierno de la capital.

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Y, si se cumplen las previsiones de las encuestas y se alza con la victoria en las elecciones de este domingo, romperá la más resistente de todas esas barreras invisibles que impiden el ascenso social de las mujeres. Será la primera presidenta en la historia de México.

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La larga campaña electoral mexicana, de tres meses de duración, con baños de masas y mítines extenuantes, ha obrado un cambio sorprendente en la imagen de Sheinbaum por su manera de relacionarse con sus seguidores en la calle. Durante los cinco años que fue jefa de Gobierno de Ciudad de México (2018-2023), a la dirigente progresista se le tildó de gestora eficaz pero distante, una actitud atribuible tal vez a su perfil académico e intelectual.

Sheinbaum se define como "humanista", aunque se le ha tildado de gestora eficaz pero distante

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Aunque no posee el carisma de su mentor, el presidente saliente Andrés Manuel López Obrador, Sheinbaum ha ido superando con el paso de las semanas esa percepción de tecnócrata fría entre el electorado. "Soy una humanista", se define cada vez que tiene ocasión.

Al frente de la coalición Sigamos Haciendo Historia, la candidata de la izquierda aspira a protagonizar un momento histórico en su país. Un cambio de paradigma que se cumpliría incluso si en lugar de Sheinbaum gana la contienda su principal adversaria, la conservadora Xóchitl Gálvez, a quien los sondeos sitúan al menos 20 puntos por debajo de la representante del oficialismo.

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Científica y activista

Licenciada en Física y doctora en Ingeniería Energética, Sheinbaum amplió sus estudios con una estancia de investigación en el Lawrence Berkeley Laboratory, en California. Fue una de las integrantes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU que obtuvo el Premio Nobel de la Paz en 2007 junto a Al Gore.

Esa vocación académica y científica avanzó siempre en paralelo con el compromiso político. Sheinbaum se interesó desde joven por el activismo social. Ya en sus años de formación en la UNAM se adhirió a las reivindicaciones del movimiento estudiantil.

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El salto a la política llegaría en 1989, cuando comenzó a militar en el recién fundado Partido de la Revolución Democrática (PRD), la escisión por la izquierda del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que gobernara México durante siete décadas.

En el año 2000, López Obrador resultó elegido jefe de Gobierno de Ciudad de México y designó a Sheinbaum como responsable de la política medioambiental en una ciudad que presentaba niveles alarmantes de contaminación. Por entonces, ya era una científica reputada precisamente por haber colaborado con el Premio Nobel de Química Mario Molina en investigaciones sobre la mala calidad ambiental de la capital mexicana.

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La carrera política de Sheinbaum estuvo a punto de estalla por un caso de corrupción que afectó a su pareja de entonces

Su carrera política estuvo a punto de colapsar en 2004, cuando era secretaria de Medio Ambiente en la capital, al estallar un escándalo de corrupción que afectaba a su pareja de entonces, Carlos Imaz, un dirigente del PRD al que se relacionó con el cobro de comisiones ilegales.

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Sheinbaum le presentó su renuncia a López Obrador, quien le convenció para que siguiera en el cargo y le mostró su apoyo incondicional. Ambos dirigentes se hicieron inseparables desde entonces.

La investigadora científica y el político de raza unieron fuerzas en el intento de López Obrador de alcanzar la presidencia en 2006. Sheinbaum ofició entonces como portavoz de campaña. El líder progresista perdió por un puñado de votos frente al derechista Felipe Calderón, a quien acusaron de fraude electoral.

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Con AMLO, como se le conoce en México, reinventado como jefe de la oposición, Sheinbaum fue forjándose como su mano derecha, participó en la fundación del hoy hegemónico Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y se postuló a la jefatura del Gobierno de Ciudad de México en 2018. Ganó con el 47% de los votos en la misma jornada en que López Obrador arrasaba con el 53% en las presidenciales.

Gestora eficiente

Se ganó la fama de gestora eficiente durante los cinco años que estuvo al frente de la alcaldía con políticas destinadas a la preservación medioambiental, la reducción de la inseguridad, el fomento de la educación pública y la movilidad sostenible. Sin embargo, su popularidad se vio empañada por una serie de accidentes en la red del metro que causaron varias víctimas mortales.

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La preservación medioambiental y la reducción de la inseguridad como medidas durante su alcaldía

En todo caso, la jefatura del Gobierno en la capital otorga a los dirigentes políticos un plus de visibilidad único. López Obrador lo aprovechó en su día (aunque sufrió dos derrotas electorales consecutivas) y ahora parece que le ha llegado el turno a Sheinbaum, quien ha contado desde el primer momento con el respaldo del líder de Morena para ser la candidata presidencial de ese partido frente a otros aspirantes con trayectorias dilatadas, como el excanciller Marcelo Ebrard.

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Como presidenta de México, Sheinbaum daría continuidad a la agenda de transformación implantada por López Obrador durante su mandato (2018-2024). A falta de la popularidad de su predecesor, su aprobación por parte de los mexicanos dependerá casi exclusivamente del cumplimiento de sus promesas electorales para mantener y ampliar los programas de la denominada Cuarta Transformación (4T), el modelo de capitalismo-desarrollista y políticas sociales que ha instaurado el presidente saliente.

Al eventual Gobierno de Sheinbaum se le exigirá, desde la izquierda, que no baje la guardia en la consecución de avances sociales. Y en el seno de Morena se deberá abrir un debate sobre cómo conservar su hegemonía política sin el híper liderazgo de su fundador. Una hegemonía que ahora tiene rostro de mujer.

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