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Cisjordania Una nueva colonia en Hebrón: el gran paso de Israel para expandir la ocupación

Israel ha anunciado su objetivo de doblar la población de colonos judíos que residen en la ciudad palestina de Hebrón, donde desde hace décadas existe una tensión extrema. Contando con el apoyo ciego de Donald Trump y con la pasividad absoluta de la Unión Europea, el ministro de Defensa israelí confirmó el sábado que se dispone a establecer una continuidad territorial judía entre la mezquita de Abraham y la colonia de Avraham avinu.

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Dos hombres observan cómo maquinaria israelí demuele una casa palestina cerca de Hebrón. / REUTERS

jerusalén,

La constante y firme expansión colonial judía en los territorios palestinos ocupados dio un gran paso adelante el sábado cuando el ministro de Defensa, Naftalí Bennett, anunció la próxima construcción de una nueva colonia en el corazón de la ciudad árabe de Hebrón, en el sur de la Cisjordania ocupada, una localidad que representa como ninguna otra todo lo peor de la ocupación militar israelí.

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El objetivo de esta decisión, explicó Bennett sin tapujos, es “crear una continuidad territorial (judía) desde la Tumba de los patriarcas hasta el barrio de Avraham avinu (Nuestro patriarca Abraham) con la que se doblará el número de habitantes judíos de la ciudad”. Bennett, un político nacionalista y religioso que en noviembre asumió la cartera de Defensa, ha respondido así al deseo de los colonos que viven en Hebrón, entre unos 800 y 1.000, de multiplicarse rápidamente.

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La luz verde que Donald Trump ha dado al primer ministro Benjamín Netanyahu para consolidar la presencia judía en los territorios ocupados se cobra otra pieza de caza mayor, debido en gran parte a la pasividad sepulcral de los mandatarios europeos, quienes como mucho emiten comunicados vacíos de contenido, que han dejado de ser cómicos para convertirse en surrealistas y hasta absurdos.

Los comunicados europeos son tan surrealistas y absurdos como las declaraciones de los líderes israelíes que el sábado festejaron junto a unas 50.000 personas el aniversario de la mítica adquisición por parte de Abraham de la tierra donde hoy se levanta la mezquita de Abraham, donde según la Biblia están enterrados los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob y sus esposas.

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Innumerables historiadores no sionistas, y hasta algunos sionistas, sostienen que las narraciones bíblicas más antiguas son pura superchería y que Abraham es un personaje legendario que nunca existió. Además, según la cronología bíblica, habría vivido hace 4.000 años y el pueblo judío, sostienen historiadores y arqueólogos, tiene una antigüedad menor a los 3.000 años en el más favorable de los casos.

La cuestión es que Naftalí Bennet ha puesto en marcha un plan que existía desde hace años y que acabará con el mercado árabe tal como se ha conocido hasta ahora. La idea es destruir las tiendas palestinas del mercado para construir en su lugar altos edificios que darán cobijo a otro millar de colonos en la zona más sensible de Hebrón, donde reina el terror impuesto por soldados y colonos.

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En los pisos superiores de una parte del mercado ya viven colonos que tienen la fea costumbre de arrojar a la calle todo tipo de basura y objetos, desde botellas a sillones, pasando por cualquier otra cosa que se les pueda ocurrir. Esto ha forzado a los comerciantes palestinos a instalar redes metálicas encima de los tortuosos callejones para protegerse ellos mismos y para proteger a los clientes y turistas.

El ministerio de Defensa ha dicho que la planta baja de los nuevos edificios la asignará a los comerciantes palestinos. Estos, naturalmente, desconfían de cada letra que pronuncian las autoridades de ocupación y recuerdan que cuando construyeron el muro de Cisjordania dijeron que dejarían que los campesinos palestinos siguieran cultivando sus tierras del otro lado del muro. Esa promesa no la han cumplido y cada día los campesinos tienen más restricciones y prohibiciones para desplazarse.

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Un protocolo firmado en 1997, tras la matanza de la mezquita de Abraham, cuando un médico y colono judío israelí y estadounidense, Baruch Goldstein, descargó munición hasta dar muerte a 19 palestinos en el interior de la mezquita, estipuló que Hebrón quedó dividido en dos sectores. Uno de ellos, el H1, está teóricamente bajo el control de la Autoridad Palestina, mientras que el otro sector, el H2, en el que viven cerca de un millar de colonos, está bajo el control total del ejército.

El ejército entra cuando quiere en el sector H1 y controla el acceso de palestinos al sector H2, que representa el 20 por ciento del territorio del municipio. Por ciertas calles no se permite la circulación peatonal de palestinos y un gran número de tiendas han sido cerradas por el ejército. La tensión en esta zona es muy grande y los soldados las patrullan continuamente.

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Hasta 1929 hubo en Hebrón una pequeña presencia de judíos cuyas relaciones con los palestinos eran buenas en términos generales. Sin embargo, el empuje del sionismo cambió las tornas y las fricciones fueron creciendo paulatinamente. En 1929 circularon rumores de que los sionistas iban a tomar la mezquita al Aqsa de Jerusalén, lo que causó revueltas palestinas. En Hebrón, decenas de judíos fueron masacrados por los palestinos.

Los tribunales israelíes han confiscado en las últimas décadas numerosas propiedades palestinas alegando que antes de 1929 eran judías. Los palestinos aseguran que en ese proceso se han excedido los tribunales y se preguntan por qué esos tribunales no devuelven a los palestinos las propiedades que eran suyas dentro de Israel. Las propiedades palestinas dentro de Israel eran infinitamente superiores a las de los judíos de Hebrón, pero los jueces israelíes simplemente se limitan a aplicar las leyes sectarias que dicta la Kneset.

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Está claro que Israel va a seguir por el camino que se marcó tras la guerra de 1967, cuando ocupó Cisjordania. La apropiación del territorio palestino nunca se ha detenido y ha sido constante, y nada indica que vaya a cambiar de dirección, especialmente en una situación en la que cuenta con el respaldo ciego de Estados Unidos y con la pasividad completa de los mandatarios de la Unión Europea.

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