China honra a Al Bashir, acusado de genocidio
El líder de Sudán califica de "amigo y hermano" al presidente Hu Jintao
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China desplegó este miércoles la alfombra roja para recibir con todos los honores al presidente de Sudán, Omar al Bashir, reclamado por la Corte Penal Internacional de La Haya (CPI) bajo cargos de genocidio, crímenes de guerra y contra la humanidad. El presidente chino, Hu Jintao, demostró una vez más la manga ancha de su Gobierno hacia los regímenes más represivos del planeta en tanto que estos le brinden buenos negocios, básicamente materias primas.
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Y como no hay recurso más preciado que el petróleo, que Sudán posee en abundancia y del que China se lleva 160.000 barriles al día (65% de la producción), Hu Jintao no tuvo ningún reparo en invitar a Al Bashir a pasar revista a las tropas. Satisfecho con los fastos, el presidente de Sudán terminó calificando a Hu de "amigo y hermano". Sobre todo después de que el presidente chino reafirmara su alianza con el presunto genocida. "El lado chino apoya firmemente una política amistosa hacia Sudán. No importa si hay cambios internacionales o en la situación interna del país, nuestra política es inalterable", afirmó Hu, según la agencia Xinhua.
Ya un día antes, Pekín advirtió de que Sudán es "un país amigo" y manifestó sus "reservas" respecto a la orden de captura de la CPI, recordando que China no es miembro del tribunal y no tiene obligación de arrestarlo. La Haya apunta a Al Bashir como responsable de los crímenes y violaciones de los derechos humanos cometidos en Darfur. Mientras tanto, China sigue siendo el principal proveedor militar del régimen de Jartum.
Puesto que el petróleo y las armas fluyen amistosamente entre los dos países, ambos presidentes se dedicaron este miércoles a "estrechar lazos", en palabras de Hu Jintao. Durante la jornada se firmaron varios acuerdos de ayuda económica y tecnológica a Sudán, además de préstamos para el desarrollo de infraestructuras y equipamientos cuyas cantidades no se hicieron públicas.
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La visita de Al Bashir a China ha provocado la ira de las organizaciones de derechos humanos y el estupor de Occidente y parte de África. Varios países de ese continente miembros de la CPI, como Suráfrica, ya han advertido que arrestarán a Al Bashir si este entra en su territorio. Para Human Rights Watch, la visita del presidente sudanés "es una afrenta a las víctimas de los atroces crímenes cometidos en Darfur". Mientras, Amnistía Internacional mostró su temor de que Pekín se convierta en un "refugio seguro para presuntos genocidas".
China ha recibido recientemente a Then Sein, líder de la junta militar de Birmania, una de las dictaduras más represivas del mundo que también provee a China de gas y petróleo. Pekín es su único valedor internacional, como también China lo es de Corea del Norte, a quien protege desde hace 60 años.
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El amor declarado entre China y Sudán pasará una prueba de fuego el próximo 9 de julio, fecha en la que Sudán del Sur proclamará su independencia, arrebatando a Al Bashir gran parte de sus actuales reservas petrolíferas. Pekín prometió este miércoles que seguirá invirtiendo en el nuevo Sudán del Norte, aunque está mediando entre los dos gobiernos y tratando de evitar una guerra a toda costa, ya que no puede permitirse el lujo de perder parte del carburante de su gigantesca locomotora económica.