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China desafía a Occidente por el Premio Nobel de la Paz a Liu

Pekín califica de «farsa típica de las sectas» la ceremonia de entrega del galardón al firmante de la Carta 08'. Las autoridades chinas censuran hasta la búsqueda en internet de "silla vacía"

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China ya tiene un nuevo capítulo que arrancar de los libros de Historia de los institutos. Si la masacre de Tiananmen de 1989 fue justificada como un hecho necesario para mantener la estabilidad del país y, acto seguido, eliminada de la memoria colectiva, a la silla vacía de la ceremonia de entrega del Premio Nobel de la Paz le espera la misma suerte: nunca nadie la conocerá, ni se debatirá en las universidades sobre su poder simbólico. Más de 1.300 millones de personas seguirán convencidas de que el 10 de diciembre de 2010 fue un día cualquiera y que el Nobel de la Paz de ese año fue concedido a algún desconocido personaje ejemplar.

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El régimen ha activado su potente maquinaria de censura para cerrar un cordón sanitario en torno a su población. Y lo ha hecho con el éxito habitual. Desde que se anunció el galardón hace dos meses, ha bloqueado páginas web, prohibido palabras clave como "Nobel de la Paz" y "Liu Xiaobo" y silenciado totalmente la noticia en diarios y emisoras. Ayer también cortó la señal de la BBC, la CNN y la TV5 francesa, y bloqueó el acceso a la página web de los Nobel, único reducto para poder seguir la ceremonia. Incluso censuró la búsqueda de las palabras "silla vacía" y "Oslo" en Renren, equivalente chino de Face-book. El resultado: los chinos siguen sin saber quién es Liu.

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De puertas hacia afuera, en cambio, la actitud del Gobierno ha sido radicalmente distinta. Su voz ha sonado más alta y agresiva que nunca. "Los hechos han demostrado que la decisión del Comité Nobel no representa la voluntad de la mayoría de la gente del mundo, especialmente la de los países en desarrollo", clamó en un comunicado Jiang Yu, portavoz del Ministerio de Exteriores chino nada más terminar la ceremonia. "Los prejuicios y las mentiras son indefendibles y la mentalidad de la Guerra Fría no tiene apoyo popular. Esta farsa política no quebrará de ningún modo la resolución y la confianza de nuestro pueblo para seguir la senda del socialismo con características chinas", añadió.

La policía detiene a Zhang Zuhua, amigo de Liu, que está desaparecido

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Así se siente China, como la URSS de los cincuenta, incomprendida y atacada por un grupo de radicales anticomunistas que sólo anhelan su hundimiento. "El Comité Nobel ha traicionado la voluntad de Alfred Nobel y se ha convertido en una mera herramienta de prejuicio ideológico. Es una lástima que el pensamiento de Occidente, otrora nutrido de grandes filósofos como Rousseauy Hegel, haya caído hoy en esta fosilización política", indicaba el editorial del Global Times, propiedad del Diario del Pueblo, portavoz del Partido Comunista Chino. Pero el texto iba mucho más allá al señalar que es "inimaginable que tal farsa, típica de las sectas, tenga lugar en la civilizada Europa", y que la ceremonia de ayer "no es el final, sino el inicio de otro juicio: el que hará la Historia contra el Comité Nobel".

Mientras China utilizaba todos los peones de su tablero para expresar al mundo su indignación, fuera de los focos desplegaba su tradicional juego subterráneo. Chinese Human Rights Defenders (CHRD) denunció ayer que el activista Zhang Zuhua, firmante de la Carta 08 y amigo de Liu Xiabo, fue abordado en el mediodía del jueves por un coche de policía y forzado a subir en él. Zhang sigue hoy en paradero desconocido.

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Otras decenas de activistas han sido obligados a abandonar sus hogares en Pekín y trasladados a los cuatro costados de China, lejos del alcance de los periodistas extranjeros. Por ejemplo, Li Fangping, abogado de derechos humanos, fue enviado a la sureña provincia de Fujian. Otro abogado, Teng Biao, también fue abordado por la policía al terminar de dar clase y llevado a las afueras de Pekín, donde estará retenido hasta el domingo, según CHRD.

Pekín corta la señal de las emisoras de información BBC y CNN y la TV5 gala

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Desde hace 20 años, cada vez que se acerca un 4 de junio, día de la matanza de Tiananmen, la policía saca por unos días de sus casas a todas las voces críticas para evitar que hablen con la prensa extranjera. Lo mismo que ocurre ahora con el Nobel. No es descabellado pensar que, a partir del año que viene, también el 10 de diciembre será una fecha señalada por el régimen para evacuar de sus hogares a la disidencia y silenciar sus opiniones.

Ajena a lo que ocurre a su alrededor, la esposa del Nobel, Liu Xia, seguía este viernes bajo arresto domiciliario sin cargos por segundo mes. Fuera, unas oportunas vallas de obra recorrían ambos costados de la calle que da entrada a su residencia, lo que impidió a las numerosas televisiones allí congregadas poder grabar. Sólo los residentes en el complejo tenían acceso al interior tras mostrar su carné de identidad a los policías.

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Con la disidencia totalmente bajo control, Pekín vivió ayer una jornada de plena normalidad. Sólo internet dio muestras de un disimulado pero persistente bullicio, cuando a última hora fotografías de sillas vacías empezaron a aparecer en la red. Quizá, con el tiempo, esa sencilla imagen se convierta para las nuevas generaciones de activistas chinos en lo que el hombre del tanque de Tiananmen representa para la actual.

 

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