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Chile La batalla cultural por los símbolos que se libra en el epicentro de las protestas de Chile

Desde el inicio del estallido social de octubre de 2019, la estatua del general Baquedano, erigida en medio de 'Plaza Dignidad', ha lucido casi tantas versiones distintas como viernes de protestas en Santiago se han convocado.

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La estatua del general Manuel Baquedano arde durante una protesta contra Piñera. — Esteban Garay / Efe

Santiago de Chile,

Pintada de colores, teñida toda de rojo, disfrazada, re-pintada, rayada, restaurada o quemada. Desde el inicio del estallido social de octubre de 2019, la estatua del general Baquedano, erigida en medio de la plaza con el mismo nombre –o Plaza Dignidad, como la bautizaron los manifestantes– ha lucido casi tantas versiones distintas como viernes de protestas en Santiago se han convocado. Desde el 12 de marzo, pero, el pedestal del militar permanece vacío en el centro de la plaza y rodeado por un muro de acero de tres metros que custodia Carabineros día y noche. Hasta 1.000 policías han llegado a estar a cargo de resguardar el podio desocupado para evitar que los manifestantes se lo lleguen a tomar.

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Después de 93 años, el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN) ha decidido remover la estatua para restaurarla tras los daños sufridos durante la movilización social del último año y medio. La decisión llegó luego de que, en la manifestación del 8 de marzo, mientras las mujeres protestaban en la plaza, un grupo de hombres encapuchados intentara derribar la figura ecuestre cortando las patas del caballo con una radial. Tres días antes, otro grupo de manifestantes la incendió colocando neumáticos en su base.

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"Los cobardes desadaptados que cometieron este acto indignante y repudiable para todos nuestros compatriotas son antichilenos, porque desconocen la historia y, en su ignorancia, son incapaces de descubrir el extraordinario aporte que el General Baquedano", expresó el Ejército ante el intento de quemar el monumento. En el mismo comunicado también los militares también pidieron que la escultura fuese trasladada a otro lugar para protegerla. Como gesto de "desagravio", el ministro de Defensa, Baldo Prokurica, acudió hasta el lugar para dejar una corona de flores a los pies del militar, donde yacen los restos del "soldado desconocido", encontrados en un campo de batalla de la Guerra del Pacífico (1879-1884), que enfrentó a Chile contra Perú y Bolivia.

"Baquedano [1826-1897] participó en un momento crucial de la historia de Chile, cuando el Estado-nación chileno se expande de forma violenta hacia el norte y sur a fines del siglo XIX, a través de conflictos bélicos y de formas de conquista", explica la historiadora de la Universidad de Chile Claudia Zapata, integrante del Centro de Estudios Culturales Latinoamericanos. "En el sur se perjudicó al pueblo mapuche porque se incorporó a la fuerza la zona de Wallmapu", añade.

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"Descolonizar la idea de nación"

La escultura, de dos toneladas y media de bronce, se retiró de madrugada, aprovechando el toque de queda, en una suerte de ritual que incluso contó con honores militares. Aunque el presidente Sebastián Piñera, según trascendió en la prensa, no era partidario del traslado del monumento –podía leerse como una victoria de la revuelta–, no pudo evitar que fuese removido. El día anterior, un grupo de políticos de ultraderecha y excastrenses, entre quienes había un condenado por torturas y violaciones a los derechos humanos durante la dictadura, protagonizaron un acto de "homenaje" a la efigie.

Para Magdalena Novoa, integrante de Monumentos Incómodos, la disputa no tiene que ver con la estatua en si, sino con "querer descolonizar la idea de nación" instaurada en el siglo XIX, tras la independencia, y "controlada por un grupo conservador y conectado con la oligarquía, que ha mantenido el control político, económico y cultural del país". Y añade: "En el fondo, se protege un modelo". La experta, que también es doctora en Arquitectura y profesora de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, destaca otros choques entre partidarios y detractores de esta simbología, como el uso del espacio público o la conmemoración pública que nos representa.

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La Plaza Baquedano es un lugar simbólico de la capital que desde el inicio se señaló como el epicentro de las protestas. Es un punto de encuentro para celebrar hitos deportivos y victorias políticas y, además, por décadas ha representado el punto de división social de Santiago entre la clase alta y la baja. "Es un lugar divisorio simbólicamente que representa muy bien el conflicto que hay hoy entre el grupo conservador histórico que ha mantenido el control del país y la otra parte de Chile que vive en condiciones muy distintas", comenta Claudia Zapata.

Desde el 2019, el lugar está prácticamente copado por la protesta y la represión policial y representa, también, el foco de disputa simbólica y cultural. "Hay un sector que considera que la historia es la que es y no la podemos cambiar, pero no hay una discusión de fondo sobre por qué se ha contado así cuando se podría haber explicado de otra forma", opina la académica.

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"Recuperar los relatos tapados"

El compromiso de las autoridades es que, una vez reparada, la escultura regrese a su sitio original. "Quiero decir en forma clara y categórica que nosotros, como Gobierno, vamos a reponer la estatua del General Baquedano en la Plaza Baquedano. Primero, como un reconocimiento al tremendo aporte que hizo en ganar la guerra del Pacífico. Segundo, queremos manifestar nuestro aprecio y respeto por nuestros y por nuestra historia", recalcó Piñera.

Varios expertos, pero, coinciden que será difícil que el monumento vuelva a la plaza. La propuesta que ha empezado a tomar fuerza es que se consulte a la ciudadanía con qué hay que reemplazar al militar. "En mi opinión, habría que desacralizar y no volver a monumentalizar; no lo reemplazaría por otra figura ni impondría a futuras generaciones conmemorar figuras determinadas porque podrían no estar de acuerdo", apunta la historiadora. En caso de llegar a un acuerdo ciudadano, pero, propone que solo dure "hasta que la ciudadanía se sienta representada con eso".

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Para la arquitecta, un autor o artista "siempre sabe" que su obra "no es eterna" y que las personas "tenemos la agencia y el poder de resignificarla". Ambas coinciden en que la desmonumentalización es un ejercicio de memoria histórica: "Recupera los relatos que ha tapado la narrativa histórica que se refleja a través del paisaje con los monumentos públicos", precisa Novoa.

A raíz del traslado de Baquedano, Carabineros se plantea ahora trasladar algunas de las esculturas del centro de la ciudad más afectadas por las acciones de los manifestantes

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Durante el estallido social, otras esculturas han sido atacadas en Chile. En Temuco se derribó un busto de Pedro de Valdivia, conquistador español que lideró las campañas contra el pueblo mapuche. Su cabeza fue colocada en las manos de la escultura del guerrero mapuche Caupolicán. Semanas después, en Concepción, cientos de manifestantes lograron tumbar una estatua del mismo colonizador. Escenas como estas se han repetido en otros países del mundo en el último tiempo.

"Hay una ola de malestar mundial con las formas de acumulación de riqueza, contra la desigualdad que afecta a los símbolos", apunta Zapata. Para ella, la lectura de estos acontecimientos pasa por entender que los privilegios de conquistadores, esclavistas y soldados que ganaron las campañas militares de siglos anteriores llegaron hasta ciertos sectores de la sociedad de hoy. Y concluye: "Lo que se interviene no tiene que ver solo con el pasado porque tiene un reflejo en el presente".

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