Este artículo se publicó hace 13 años.
El cerebro de la yihad
Ayman al Zauahiri. Este médico egipcio, activista desde 1966, es el heredero de Al Qaeda
Eugenio García Gascón
De todas las figuras del yihadismo internacional, Ayman al Zauahiri es quien mejor resume cómo un simple activista puede convertirse en terrorista. Y aunque Bin Laden era más mediático, Al Zauahiri siempre ha sido considerado el cerebro de Al Qaeda, la persona que defendía una doctrina radical del islam en nombre de la cual se podía asesinar a inocentes.
Al Zauahiri es un veterano: comenzó su activismo a los 15 años, mientras cursaba los estudios secundarios en El Cairo en 1966, cuando el ideólogo islamista Sayyid Qutb fue ejecutado. Al Zauahiri organizó entonces un grupo clandestino de estudiantes cuyo objetivo era derrocar al Gobierno de Gamal Abdel Naser para establecer un régimen islamista.
En este pequeño grupo había varios adolescentes que más tarde estarían implicados en el asesinato del sucesor de Naser, el presidente Anuar al Sadat, en 1981. Un historiador dijo que el hecho de que Al Zauahiri creara una organización tan joven muestra que estamos ante una persona con un cerebro singular y con una gran capacidad organizativa y de liderazgo.
Pasó varios años en la cárcel en Egipto, donde conspiró por un Estado islamista
Al Zauahiri, que habla francés e inglés con soltura, se licenció en Medicina en 1978 y durante los tres años siguientes trabajó como cirujano en el Ejército. Es interesante observar que en los años setenta Sadat mantuvo una estrecha relación con prácticamente todas las organizaciones islamistas del país, a las que utilizaba para neutralizar a los partidarios de Naser, muerto en 1970. Pero la luna de miel entre Sadat y los islamistas terminó en 1977 cuando el presidente egipcio visitó Israel. Para la firma de los acuerdos de Camp David entre Egipto e Israel, en 1979, todos los grupos islamistas de Egipto ya estaban fuera de la ley y habían pasado a la clandestinidad.
Sadat fue asesinado en octubre de 1981 y las redadas posteriores llevaron a Al Zauahiri a la cárcel hasta 1984. No había sido partidario de matar a Sadat y creía que se debía esperar hasta tener todo listo para dar un golpe islamista. En 1984, viajó a Arabia Saudí y a la ciudad paquistaní de Peshawar para atender a los refugiados afganos heridos en los combates con los soviéticos. Comprendió que la yihad iba a desempeñar un papel esencial contra el comunismo y el capitalismo que defendía la verdadera superpotencia, EEUU. Fue en Pakistán donde conoció a un joven saudí llamado Bin Laden. Los analistas consideran que ahora ya llevaba un tiempo en desacuerdo con el líder terrorista.
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