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El cerebro del 11-S y dos cómplices aceptan declararse culpables a cambio de la cadena perpetua 

La admisión de culpabilidad evita lo que se preveía como un eventual juicio con una duración de 12 a 18 meses o la posibilidad de que el juez militar desestimara confesiones que eran clave para el caso instruido por el Gobierno.

Torres gemelas
Foto de archivo de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York en el día de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Fernando Salas / EP

El acusado como cerebro de la operación que tuvo lugar el 11 de septiembre y dos de sus cómplices aceptan declararse culpables a cambio de ser condenados a cadena perpetua para evitar el juicio que podría conllevar a la pena capital en Guantánamo (Cuba).

El penal militar de Guantánamo cobija a 30 reos de los 800 encerrados en sus celdas en el apogeo de la ofensiva lanzada por el presidente George W. Bush contra Osama bin Laden y la red de Al Qaeda. Muchos de los internos no estaban relacionados con los ataques de septiembre o el terrorismo islámico.

Los reos llevan bajo custodia estadounidense desde 2003 después de que George W. Bush se embarcara en una cruzada contra los "combatientes enemigos" que derivó en la guerra más larga de EEUU.

La noticia sobre el acuerdo aparece en una carta de los fiscales del tribunal de guerra a los familiares de las víctimas del 11S. "A cambio de evitar la pena de muerte como posible castigo, estos tres acusados han aceptado declararse culpables de todos los delitos imputados, incluido el asesinato de las 2.976 personas enumeradas en el pliego de cargos" alegaba la carta, firmada por Aaron C. Rugh. Entre las víctimas van incluidas las de las Torres Gemelas, y los atentados frustrados contra el Pentágono y el Capitolio.

La admisión de culpabilidad evita lo que se preveía como un eventual juicio con una duración de 12 a 18 meses o, la posibilidad de que el juez militar desestimara confesiones que eran clave para el caso instruido por el Gobierno. Mohammed, ingeniero educado en Estados Unidos y yihadista confeso, fue acusado de concebir la idea de secuestrar aviones y estrellarlos contra edificios. Los fiscales afirman que presentó la idea a Bin Laden en 1996 y que después ayudó a entrenar y dirigir a algunos de los secuestradores, entre ellos Mohammed Atta, el jefe de la cuadrilla de pilotos.

Mustafa al-Hawsawi y él fueron capturados juntos en Pakistán en marzo de 2003 y encerrados en prisiones secretas de la CIA hasta su traslado a la base naval estadounidense de Guantánamo en septiembre de 2006 para ser juzgados. El traslado a Guantánamo privó a los reos de las garantías a las que habrían tenido derecho como prisioneros en suelo estadounidense.

Garantías

Los tres hombres se enfrentarán a un juicio reducido, probablemente no antes del próximo año. Dos de los cinco acusados originales no participaron en el acuerdo. Ramzi bin al-Shibh, encausado por ayudar a organizar una célula de secuestradores de aviones en Hamburgo (Alemania), fue declarado inhábil para ser juzgado por enfermedad mental, y su caso fue archivado.

El quinto acusado conocido como Ammar al-Baluchi, no participó en el acuerdo de admisión de culpabilidad y podría ser juzgado solo. Es sobrino de Mohammed y está acusado, al igual que Hawsawi, de ayudar a los secuestradores con la financiación de los atentados y los preparativos de viaje mientras trabajaba en el golfo Pérsico.

Los hombres querían garantías de que no cumplirían sus condenas en régimen de aislamiento, así como beneficios en las comunicaciones con sus familias y garantías de asistencia legal. Baluchi, en particular, también quería que EEUU se comprometiera a establecer un programa especial de tratamiento de recuperación de la tortura para ellos en la prisión. La Administración demócrata estudió la petición durante más de un año y luego declinó intervenir.

El acuerdo se produce en medio de la 51ª ronda de audiencias previas al juicio en el caso desde la acusación en 2012. Mohammed y los demás fueron vistos por última vez en el tribunal hace casi dos semanas, para el testimonio de un psicólogo que lo había interrogado a él y a otros prisioneros de la CIA.

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