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Bruselas sopesa crear una 'CIA europea' que corone la Defensa común y evite riesgos exteriores

Un informe de la Comisión Europea encargado al expresidente finlandés Sauli Niinisto plantea un servicio de inteligencia para disuadir acciones hostiles de Rusia, espirales de violencia como las de Oriente Próximo, riesgos geoestratégicos 'made in China' o peligros híbridos como flujos de migrantes auspiciados por enemigos exteriores.

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Ursula von der Leyen, el pasado 9 de septiembre durante una conferencia de prensa tras recibir de Mario Draghi un informe sobre la competitividad de la UE en el futuro. — Christophe Licoppe / EUROPA PRESS

Madrid,

La renovada Comisión Europea parece confiar la hoja de ruta de su mandato a las conclusiones de informes de consultores externos; asesores con el estatus de reconocidos expertos con larga trayectoria en los máximos cargos de responsabilidad política. Parece un sello personal de su presidenta, la conservadora alemana Ursula von der Leyen, que ya encargó a Mario Draghi su visión estratégica sobre el déficit de competitividad económica de la UE, y a Enrico Letta la suya sobre las deficiencias del mercado interior.

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A estos informes de los dos ex primeros ministros italianos se une ahora un tercero, el que suscribe el expresidente finlandés, Sauli Niinisto, liberal y que ejerció el cargo durante nada menos que 12 años. Al comprobar sus diagnósticos, irrumpe una idea motriz: los tres guardan similitudes, o, cuanto menos, tienden puentes sobre las carencias geoestratégicas de la Unión Europea. El de Niinisto también deja un mensaje rotundo: si Europa desea continuar siendo un actor principal en el escenario internacional y no perder peso a marchas agigantadas, necesita con urgencia crear una agencia de inteligencia genuinamente europea.

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A fallback.

Niinisto clama por mejorar las herramientas de contraespionaje y propone a Von der Leyen que debata con sus comisarios mecanismos que impulsen un servicio europeo de inteligencia capaz de operar en el territorio comunitario y de detectar, primero, y responder, después, ante todo tipo de amenazas exteriores. Con el propósito de que no haya, como ahora, fugas y escape de información sensible a través del método de comunicación de las distintas agencias de espionaje nacionales, que acaban solapando funciones y perdiendo efectividad. Esta nueva estructura de espionaje europeo también debería asumir la misión de orientar sus pesquisas a la geoestrategia de la Unión en el orden mundial y dotarse de instrumentos de reacción rápida para responder a cualquier crisis geopolítica, económica o tecnológica.

Las consignas del informe Niinisto, avanzadas por Bloomberg, podrían revelarse con detalle a lo largo de las próximas semanas y se enmarcan dentro de las iniciativas que las autoridades de la UE se han fijado para impulsar su política de Seguridad y Defensa ante los crecientes riesgos que irrumpen desde la Rusia de Vladimir Putin y el conflicto en Oriente Próximo.

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Aunque también, y sobre todo, ante la amenaza de China, la superpotencia a la que Bruselas ha catalogado como rival competitivo de especial calibre dentro de la revisión geoestratégica que realizó Josep Borrell como jefe de la diplomacia europea, y que ahora ha tomado cuerpo con la decisión comunitaria de imponer aranceles al vehículo eléctrico del gigante asiático tras varios meses de investigación sobre el posible dumping de precios hacia la industria automovilística comunitaria.

A este triunvirato de riesgos geopolíticos se le unen otros peligros, llamados híbridos, porque no son ataques directos, como los intentos de Rusia y Bielorrusia de desestabilizar consensos en la UE con las supuestas maniobras de Moscú y Minsk de impulsar flujos de migrantes al espacio comunitario. La puesta en marcha de un servicio de inteligencia europeo, con oficiales que estén constantemente analizando datos recabados de manera directa, como trabajo de campo, daría margen de maniobra a las instituciones de la Unión para repeler amenazas y elevar la capacidad de reacción ante cualquier tipo de eventualidades hostiles, dice el informe.

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El temor latente a una guerra híbrida de Putin

La convicción de que Rusia buscará desestabilizar aún más a la UE, empezando por su región del Báltico, y siguiendo por ciertas latitudes del este de la Unión, y abrir un segundo frente a la OTAN que conduzca a un nivel de amenaza ostensiblemente superior al que ya le ha generado tras la invasión de Ucrania, se ha asentado en Bruselas. La tensión en la Narva, la frontera fluvial entre Rusia y Estonia, resulta especialmente ilustrativa a los ojos de los jerarcas europeos. De hecho, Tallín ha denunciado en varias ocasiones intentos de asalto por parte de patrullas navales rusas, unos incidentes oficialmente aceptados por la Alianza Atlántica. "Rusia está desarrollando dos guerras en realidad -explica el sucesor de Niinisto, Alexander Sutbb-: una cinética o convencional, contra Ucrania, y otra híbrida contra Europa y Occidente con el objetivo de influir en el discurso público, las acciones políticas y minar nuestro sentido de la seguridad".

Las exrepúblicas soviéticas del Báltico y Finlandia, aunque también algunos otros socios del este como Polonia, inciden en que el Kremlin y su aliado bielorruso han informado puntualmente del envío de grupos de migrantes para torpedear las frágiles medidas de asilo europeas y crear disensos en el seno de la Unión. Pero también el uso de señales de interferencia de GPS o envíos de criminales reclutados para realizar pequeñas acciones de sabotaje, así como unidades ligadas a sus ejércitos que actúan como hackers para preparar ciberataques a redes e infraestructuras estratégicas para el funcionamiento del mercado interior.

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Finlandia, Estonia, Lituania, Letonia y Polonia tienen fronteras combinadas con Rusia de más de 2.300 kilómetros, a las que habría que añadir otros 1.250 de límites geográficos con Bielorrusia. Con pasarelas de alto valor militar como el Pasadizo Suwalki que comunica, con 100 kilómetros, territorio lituano y polaco y que se considera estratégico ante cualquier conflicto armado con la Rusia de Putin. O el sensible enclave de Kaliningrado, la ciudad rusa que sirve como atalaya del Kremlin para otear a sus vecinos bálticos y que podría cortar el flujo de ciudadanos de estos tres socios europeos con el resto de territorios nacionales de la UE.

En Lituania, por ejemplo, su Gobierno ha tenido que salir al paso en varias ocasiones para calmar a su población y alertar de que ciertos mensajes en redes sociales procedían del ámbito de Moscú y que se trataba de desinformación aunque también han tenido que confirmar actos de sabotaje e intentos de desestabilización social.

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En paralelo, iniciativas como la propuesta de Putin en la reciente cumbre de los BRICS+ en Kazan para impulsar un sistema de pagos transnacional alternativo al Swift (el que ha predominado entre bancos y empresas en sus negocios en el exterior en todo el mundo) y que eluda las sanciones del G7 y minimice el dominio del dólar, también se consideran amenazas latentes entre socios europeos vecinos de Rusia.

No en vano, el Kremlin no tuvo reparos en admitir que este gesto de independencia financiera exigiría romper con el modelo Euroclear de liquidación de valores y custodia de activos que gestiona la empresa belga del mismo nombre, o Clearstream, propiedad de Deutsche Börse (la sociedad de la Bolsa de Fráncfort), ante el veto del G7 de impedir que bancos y compañías de terceros países tengan negocios con Rusia y que ha creado los primeros problemas serios entre entidades financieras chinas o turcas, esencialmente, por retrasos en los pagos desde las arcas de Moscú.

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Niinisto considera esencial prorrogar el mandato del Centro de Situación e Inteligencia de la UE (EU INTCEN, según sus siglas en inglés), que forma parte desde 2011 del Servicio de Acción Exterior y al que, a juicio del antiguo mandatario finlandés, sería preciso dotarle de autonomía propia para que fuera realmente operativo y pudiera interceder habitualmente con los servicios secretos de otros aliados atlánticos. Además de asumir funciones de contraespionaje, esenciales para diluir los riesgos potenciales del exterior.

Industria de Defensa y competitividad de mercado

Las recomendaciones de Niinisto se enmarcan en el revisado Plan de Defensa que dedicará varias de sus nuevas líneas maestras a impulsar los gastos en Seguridad y a financiar a su sector militar. "Los europeos debemos ponernos en guardia", reclama Von der Leyen, para hacer del Viejo Continente "un lugar más seguro en el que vivir", lo que, en su opinión, requiere rearmarse a marchas forzadas para continuar siendo "un espacio de libertad y de seguridad".

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La declaración de intenciones de la renovada presidenta de la Comisión es que la industria bélica europea coja músculo empresarial y se adentre en las exigencias de innovación de sus rivales de EEUU, Rusia y China. De ahí que la también actualizada Estrategia Europea de Defensa Industrial contemple que la mitad de los sistemas defensivos de la Unión se contraten con firmas del club europeo antes de 2035. O que sus firmas manufactureras reciban préstamos preferenciales con carácter inmediato del Banco Europeo de Inversiones (BEI) que preside Nadia Calviño, con un "reforzamiento de sus objetivos políticos" a la hora de decidir líneas crediticias; en especial, para "reforzar la industria militar europea y su capacidad disuasoria", como reconoce la exvicepresidenta del Gobierno español. Además de hacer uso de fondos Next Generation, como ha propuesto el todavía presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.

Pero, por encima de cualquiera de estas estrategias multidisciplinares, la opinión más relevante ha sido la de Mario Draghi. El expresidente del BCE apeló en su informe de Competitividad a la necesidad imperiosa de que los socios europeos instauren eurobonos para avalar los exigentes gastos de unificar la Defensa del bloque. Una idea que hiere el alma ortodoxa alemana, aunque también plantee soluciones financieras para abordar el consenso germano de elevar su dotación en Seguridad y rearmar sus ejércitos.

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Desde el Instituto Bruegel creen que ha llegado el momento de emplear parte de los 800.000 millones de euros anuales que Draghi aconseja desplegar para suturar la brecha competitiva de la UE frente a sus rivales comerciales —EEUU y China— en construir un Sistema de Defensa Aéreo que ejerza de escudo antimisiles en los cielos abiertos europeos ante amenazas procedentes de Rusia. O ante cualquier otro tipo de injerencias como las que están siendo sufridas por los países bálticos con drones de fabricación iraní y dirigidos desde el Kremlin.

En este contexto, también cuenta la contribución de Letta de avanzar hacia la unificación de un mercado de capitales propiamente europeo. Los dos ex primeros ministros italianos hablan muy a las claras de la conveniencia de que en la UE se reinstaure las épocas de las dos velocidades y se invoque la integración como cauce para impedir vetos y rechazos de determinados socios de la Unión a proyectos armonizadores y bajo mayores grados de soberanía comunitaria. La opción de que los eurobonos operen en una bolsa europea para financiar empresas armamentísticas del club comunitario ha seducido a Von der Leyen.

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Las voces diplomáticas, a favor de más integración militar

También a su diplomacia. Algunas voces oficiales de Bruselas insisten en que la UE tiene un gran problema con su "ausencia de espionaje propio", que está "recibiendo una inusitada atención de un tiempo a esta parte ante las hostilidades rusas y los resortes de captación de información confidencial por parte de China". El Gran Poder geopolítico —dicen— "está de vuelta y Europa debe estar preparada" para la Guerra Fría 2.0, matizan. "Los riesgos del espionaje no deben ignorarse" admite Samuel Cogolati, parlamentario verde belga, a Politico: "Es simplemente real" y los socios europeos no pueden compartir permanentemente información secreta. "Ningún país europeo ha tenido nunca un servicio de contrainteligencia fuerte", asegura un antiguo militar de EEUU, y eso "es especialmente peligroso en un mundo en estado de excitación geopolítica permanente".

"El mundo es hostil y hay que adaptarse al nuevo clima, que demanda espías para determinar y precisar la acción exterior". Así justifica Bélgica sus recientes cambios en la estrategia de Defensa, porque "no se puede descartar un encontronazo con el FSB [la antigua KGB] rusa", avisa Kenneth Lasoen, experto en Inteligencia de la Universidad belga de Amberes.

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También Emily Harding, directora de Seguridad Nacional y Tecnología del Center for Strategic and International Studies (CSIS), think tank estadounidense, considera que Europa debe acelerar "el coro de funciones y misiones en materia de Defensa y Seguridad para garantizar la estabilidad de su territorio y su mercado".

Especialmente, cuando la Inteligencia Artificial (IA), el machine learning y el big data "han hecho su aparición fulgurante en el sector privado e inversor y augura un intenso cambio de ciclo tecnológico capaz de provocar movimientos telúricos e irreversibles en el orden mundial".

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