MADRID
Actualizado:Abdelaziz Bouteflika ha presentado este martes su dimisión como presidente de Argelia tras 20 años en el poder. Su renuncia será efectiva una vez que el Consejo Constitucional se pronuncie al respecto, si bien los medios locales recogen que hay pocas dudas respecto a que el organismo la validará próximamente.
El anuncio ha llegado minutos después de que el jefe del Ejército, Gaid Salá, reclamara la aplicación "inmediata" del artículo de la Constitución que permite la inhabilitación del mandatario, gravemente enfermo tras sufrir en derrame cerebral en 2013 que mermó sus facultades físicas y que le llevó a no hablar en público y a desplazarse en silla de ruedas. Ya el lunes la Presidencia había avanzado que Bouteflika renunciaría a la jefatura del Estado antes del 28 de abril, cuando expiraba su mandato.
La renuncia de Bouteflika, de 82 años, sigue a las protestas multitudinarias que cada viernes, desde finales de febrero, se registran en Argelia para exigir su salida del poder, junto a la de su círculo cercano. Una oleada de protestas que arrancó cuando el mandatario anunció su decisión de presentarse a un quinto mandato en las elecciones presidenciales del 18 de abril
Bouteflika cedió a la presión, retiró su candidatura y anunció un aplazamiento electoral, algo igualmente rechazado por los manifestantes y la oposición, que han denunciado diversas maniobras del presidente y su entorno para intentar mantenerse al frente del país. Igualmente han sido rechazadas las promesas del mandatario para celebrar una conferencia nacional antes de su salida del poder, ante las que la población respondió redoblando sus protestas para exigir su salida inmediata. En este contexto, Bouteflika ha ido perdiendo apoyos en las últimas semanas, desde los partidos de la coalición gubernamental ─incluido el suyo, el Frente de Liberación Nacional (FLN)─ hasta personas de su círculo más íntimo, entre ellos el propio Salá.
El gran conspirador que entregó Argelia al Ejército
El octogenario dirigente pasará a la historia como un gran conspirador, el hombre que se manejó en las bambalinas del poder para garantizar la supremacía del Ejército. Fontanero político de su líder, el coronel Houari Boumediane, el joven Bouteflika fue la voz que derrumbó el acuerdo de paz de Evian y que abrió las puertas al golpe de Estado incruento que le daría el poder al nuevo Ejército argelino.
En 1963, a la edad de 26 años y con el derrocado Ben Bella aún en el poder, fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores, un puesto que desempeñaría durante tres lustros y que le convertiría en la cara amable del régimen militar argelino en tiempos convulsos. Muerto su mentor, Bouteflika comenzó a perder influencia en el gabinete del nuevo presidente, el general Chadli Benjedid (1979-1992), otro de los protegidos de Boumediane.
Su travesía por el desierto comenzó en 1981, fecha en la que fue acusado de corrupción y del desvío a bancos suizos de 60 millones de francos de las embajadas argelinas. Hallado culpable, en 1983 decidió huir y ponerse en lo que sus biógrafos califican de un "autoexilio" de cuatro años en los que vivió en diversos países del golfo Pérsico.
En 1987, con Benjedid aún en la presidencia, regresó al país y volvió a ascender en las filas del Frente de Liberación Nacional, el partido formado en tiempos de la colonia que gobierna Argelia desde la independencia. En 1989 empieza una época poco conocida de su pasado que coincide con el estallido del "decenio negro" (1989-1999), la brutal guerra civil que costó la vida a cerca de 300.000 personas y dejo varios miles de desaparecidos. Bouteflika rechazó varios puestos ministeriales en el Gobierno del nuevo presidente, Liamine Zéroual (1995-1999), enemigo del depuesto Benjedid, viajó a Suiza y cabildeó en la rama más pragmática del Ejército.
En 1999, apoyado por una amplia facción de las Fuerzas Armadas, se presentó como candidato a la presidencia, que ganó con un 75% de los votos después de que el resto de candidatos se retiraran tras denunciar un posible fraude electoral. Pese a que nunca consiguió que el plan de paz se asentara como política de Estado, Bouteflika fue elegido en 2004 en unos comicios que fueron certificados por la comunidad internacional pero que volvieron a ser denunciados por su opositor, el general retirado Ali Benflis.
En 2005, volvió a someter a referéndum su plan de reconciliación, pero el primero de sus achaques de salud sembró las primeras dudas sobre su capacidad y abrió la incertidumbre de la sucesión de un hombre que dominaba el país con puño de hierro junto a un estrecho círculo de militares y políticos conocido como Le Pouvoir.
Una "úlcera sangrante de estómago" le obligó a ser ingresado tres meses en un hospital de Suiza. Ocho años después, y en medio ya de críticas por la corrupción en el régimen y los rumores sobre su supuesta incapacidad, Bouteflika sufrió un derrame cerebral que le condenó a una silla de ruedas, con las capacidades motoras reducidas.
Desde entonces, no volvió a hablar en público ni a viajar al extranjero, y sus apariciones publicas comenzaron a reducirse de forma paulatina, limitadas a las imágenes transmitidas por la televisión estatal. Aún así, volvió a ganar las elecciones presidenciales de 2014, sin ni siquiera participar en la campaña electoral, que dirigió el después primer ministro, Abdelmalek Sellal, en un proceso boicoteado por la mayoría de partidos. El tercer y cuarto mandato fueron posibles gracias a una enmienda de la Constitución concebida en las cocinas de Le Povoir, que en 2017 retorció la Constitución de nuevo y convocó un referéndum que le permitió aspirar a un quinto mandato.
El 22 de febrero de 2019, con el país sumido en una aguda crisis económica y social, y el Ejército en un pulso de poder tras meses de purgas, comenzaron las multitudinarias protestas. Dos días después, Bouteflika fue trasladado de nuevo a un hospital de Suiza. Este mismo domingo regresó a Argelia tras permanecer quince días ingresado sin que se sepa cuál es su verdadero estado.
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