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Berlusconi convierte las regionales en un plebiscito

El primer ministro trata de renovar su liderazgo en las urnas

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El primer ministro Silvio Berlusconi se ha empeñado en convertir las elecciones regionales de hoy y mañana en Italia en un referendo sobre su liderazgo. Una apuesta arriesgada, pues ha puesto el listón muy alto y si no consigue superarlo se enfrentará a dificultades políticas mayores de las que ya ha atravesado en la primera parte de esta legislatura. Y más por el acoso de la derecha que por la eficacia de la izquierda.

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En las últimas regionales, con Romano Prodi en el Gobierno, el centro izquierda arrasó y venció en 11 regiones. Ahora Berlusconi sólo puede mejorar posiciones, pero llegó a prometer ganar seis nuevas regiones, que luego ha dejado en cuatro.

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La lista del PDL está ausente en Lacio, la región de la capital, Roma

Consciente del reto, Berlusconi no ha dudado en hacer trampas y en acaparar los medios de comunicación. En los últimos días ha multiplicado sus entrevistas a telediarios, a pesar de haber prohibido programas políticos de la televisión pública que considera críticos con su poder.

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Están convocados al voto 41 millones de italianos, que entre hoy y el mediodía de mañana deberán decidir el destino de 13 regiones italianas, como Lombardía y Lacio, además de cuatro provincias y 453 municipios, entre ellos el de ciudades importantes como Venecia.

La cita coincide con el primer aniversario del principal partido de la derecha, el berlusconiano Pueblo de la Libertad. El 28 y 29 de marzo de 2009 se cerró un congreso en el que Berlusconi, hasta entonces líder del partido Forza Italia, aparecía abrazado a su número dos, Gianfranco Fini, ex dirigente del posfascista Alianza Nacional. Parecía la apoteosis del poder de Berlusconi: meses antes había ganado sus terceras elecciones, un éxito apabullante en la inestable historia política italiana, y parecía que la unión de los dos principales partidos de la derecha sumaría nuevas fuerzas. En cambio, ha sido todo lo contrario.

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Fini, que nunca ha escondido su enorme ambición política, ha aprovechado este año para distanciarse de los escándalos personales y judiciales del primer ministro hasta el punto de que le ha superado en las encuestas. Cuando la mujer de Berlusconi le abandonó por su sospechosa amistad con una menor de edad, Noemí Letizia, o cuando las revelaciones de la prostituta Patrizia dAddario pusieron en un aprieto a un dirigente que siempre ha presumido de seguir a rajatabla la doctrina del Vaticano, Fini aprovechó para pulir su imagen de hombre serio, institucional.

Enfrentado con Fini, Berlusconi se ha apoyado en la racista Liga Norte

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Cuando quedó claro que los italianos no pensaban pedir cuentas a su líder por sus líos privados, Fini se distanció de la Iglesia en cuestiones bioéticas. Y cuando el Constitucional tumbó la inmunidad judicial de Berlusconi y los tribunales llamaron a su puerta, Fini evitó apoyar a su jefe.

Las riñas entre ambos han provocado el peor ridículo del partido en los últimos meses: el dirigente que debía presentar las listas en Lacio, la región de Roma, no lo hizo a tiempo por culpa de las disputas internas la candidata, Renata Polverini, es finiana, y Berlusconi quería asegurarse un contrapoder en las listas. Así que el PDL como partido quedó fuera de la carrera y no podrá ser votado en parte de la región, aunque sí la lista encabezada por Polverini, que incluye a otros partidos.

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Con tanta sangría interna, Berlusconi se ha apoyado en su otro socio de Gobierno, Umberto Bossi, líder de la xenófoba Liga Norte. Pero Bossi ha vendido caro su apoyo: ha colocado a dos de sus hombres como candidatos en las regiones de Veneto y Piamonte, y si las gana, querrá aún más poder. Así que incluso un triunfo de la derecha en las regiones lideradas por la Liga puede constituir un riesgo para el liderazgo de Berlusconi.

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