Este artículo se publicó hace 6 años.
CONFLICTO DE INTERESESAsí funcionaron las puertas giratorias de los reguladores de la banca de Bruselas
Un tercio de los cargos de la Dirección General de Estabilidad Financiera de la Comisión Europea entraron y salieron del sector público al privado en los años de la crisis financiera
Alejandro González
Madrid-Actualizado a
Un tercio de los altos cargos y altos funcionarios del departamento de la Comisión Europea que regula el sector financiero cruzaron la puerta giratoria entre el sector público y privado, según expone el último informe del Observatorio Europeo de Corporaciones (CEO).
Esta ONG, que aboga por la transparencia en las instituciones europeas, denuncia que 19 de los 61 mayores responsables de la Dirección General para la Estabilidad Financiera, los Servicios Financieros y la Unión de Mercados de Capitales (DG FISMA) entraron y salieron de este departamento al sector privado durante los años posteriores al estallido de la crisis (2008-2017).
"Es legal con respecto a las normas, pero otra cosa es que sea legítimo", explica Margarida Silva, responsable del CEO sobre transparencia en los lobbies y ética en la regulación.
Para Silva el caso de este departamento de la Comisión "es solo un ejemplo, pero si coges otra Dirección General puedes encontrar niveles similares de puertas giratorias. Es un problema generalizado en la Comisión Europea".
El propio presidente de esta institución entre 2004 y 2014, José Manuel Durao Barroso, fichó por Goldman Sachs para hacer lobby ante las instituciones europeas y dos de los tres comisarios de Finanzas que ha tenido este organismo entre 2008 y 2017 también cruzaron la puerta giratoria para continuar su carrera en el sector privado.
El 92% de las reuniones de la DG FISMA con representantes de la sociedad civil fueron con lobbies corporativos
La Unión Europea permite a sus cargos públicos trabajar en el sector privado una vez hayan dejado su puesto si respetan un periodo de tiempo de enfriamiento de unos dos años entre el paso del sector público al privado para dar cierta distancia a ambos ámbitos. También tienen un límite de doce meses para representar a lobbies o grupos de interés pero solo en el caso de que sean sobre compañeros de trabajo o en materias que ellos mismos hubieran regulado anteriormente. Según Margarida Silva, el problema está en que "los límites de la Comisión no se implementan siempre bien o no se estudian e interpretan correctamente las posibilidades de conflictos de interés que puede haber".
"La investigación muestra también un problema cultural: tú puedes tener las mejores normas del mundo, pero, si la cultura está mal, estas normas no se implementarán de la forma apropiada”, argumenta Silva.
Para el CEO, "el deber de representar el interés general de los altos funcionarios de la DG FISMA, podría entrar en conflicto con sus proyecciones laborales futuras”, lo que podría suponer un problema para el proceso de toma de decisiones. La organización expone como ejemplo el caso de cuatro de los cinco directores generales de este departamento. Estos terminaron sus carreras en el sector financiero, lo que podría suponer que “tuvieran en mente este siguiente paso en sus carreras estando aún en cargos públicos”.
Añadido a esto, una investigación realizada por la asociación de transparencia ALTER-EU muestra que el 92% de las reuniones de la Dirección General de Finanzas con diferentes representantes de la sociedad civil fueron con lobbies o grupos de interés corporativos, la mayoría de ellos del sector financiero.
Según explica Silva, el interés que despiertan estos políticos en las empresas radica en que pueden llevarse su influencia a sus nuevos puestos de trabajo y aportar su experiencia sobre el funcionamiento de las instituciones y del sector para beneficiar a sus nuevos empleadores.
Las puertas giratorias de la DG FISMA
Según documenta el CEO, de los cinco directores que ha tenido este departamento de Finanzas de la Comisión en el periodo analizado, la trayectoria profesional de cuatro de ellos ha discurrido entre el sector público y privado.
Después de abandonar el puesto de Director General del FISMA en 2015, Jonathan Faull fue reclutado para una delegación europea que debía convencer a los votantes ingleses de permanecer en la UE, pero, con el triunfo del Brexit, Faull decidió pasar al sector privado para entrar a trabajar en la consultora de lobbies Brunswick en Bruselas. Y esta asesora a entidades como el Banco de Escocia, el de América o Paypal, entre otros.
Faull también entró en el consejo asesor del think tank 'Centro para la Reforma Europea', que fue fundado, entre otros, por American Express, Deutsche Bank, Barclays, Goldman Sachs, JP Morgan y Lloyds. En el periodo entre octubre de 2016 y mayo de 2017, poco después de que Faull dejase sus responsabilidades públicas, este lobby tuvo más reuniones que cualquier otro (aparte del gran lobby europeo Bussiness Europe) con la delegación para el Brexit que había liderado Faull.
Las puertas giratorias afectan tanto a altos cargos como a cargos intermedios de la DG FISMA
Algo similar se produjo con David Wright que dejó la vicedirección del FISMA para integrarse en la comisión que implementó las políticas de la troika en Grecia, donde estuvo hasta 2012. Después de otro puesto regulador en la Organización Internacional de Comisiones de Valores, Wright pasó a trabajar para la consultora-lobby Flint Global.
Este tipo de actuaciones no solo pertenecen a los directores y vicedirectores generales del FISMA sino también a cargos inferiores. Por ejemplo, seis de los 27 jefes de unidad del departamento han trabajado en el sector privado, en firmas como KPMG o el banco BNP Paribas, antes de acceder a sus puestos públicos. Además, siete de 22 subjefes de unidad siguieron el mismo sendero para acabar en corporaciones como Hill & Knowlton, ING o la Asociación Europea de Bancos (European Savings Banks Group).
Aunque CEO ha podido documentar también seis ejemplos de saltos entre el sector público y el privado en puestos más bajos, Margarida Silva asegura que “no sabemos el número real de casos de puertas giratorias en los niveles inferiores”.
Este es el caso de Sebastien Bagot, que trabajó para Lehman Brothers cuando el banco colapsó, desembocando en la crisis financiera de 2008. De ahí, pasó a PriceWaterhouseCoopers y continuó su carrera en el mundo comercial y financiero en el holding japonés Nomura hasta 2010, año en el que pasó a regular sobre el sector financiero en la Comisión Europea.
Entre 2009 y 2011, Lee Foulger asesoró a la Dirección General de Mercados encargándose de temas como la banca que opera en la sombra, la arquitectura de las autoridades financieras europeas que se encargan de la supervisión de este mercado y sobre resoluciones bancarias, es decir, decisiones políticas para supervisar la estabilidad financiera de los bancos y evitar posteriores rescates. En 2011 pasó a trabajar para Deutsche Bank como jefe de los lobistas que presionaban a la Comisión sobre regulación para la seguridad de los mercados. Allí ejerció hasta 2014, cuando cruzó de nuevo la puerta giratoria para volver a la UE como asesor del comisario de Finanzas de la UE, Jonathan Hill.
Más allá de la DG FISMA
La Unión Europea tuvo tres comisarios de Finanzas entre 2008 y 2017. De estos, dos acudieron a las puertas giratorias. El primero fue Charlie McCreevy y el segundo fue el mismo Jonathan Hill que contrató a Lee Foulger como asesor.
Hill tenía una larga trayectoria como lobista antes de ser comisario y en su carrera profesional ha cruzado la puerta giratoria hasta en cinco ocasiones.
Charlie McCreevy, por su parte, se convirtió en el primer ex comisario al que la organización europea impidió saltar al sector privado por posibles conflictos de interés, concretamente a un banco londinense . Sin embargo, cuando el periodo de espera para pasar de un ámbito a otro pasó, McCreevy fichó por el Bank of New York Mellon.
Además, destaca el ejemplo del ex presidente de la Comisión, José Manuel Barroso, que fue contratado por Goldman Sachs para realizar actividades de lobby ante la UE.
Para el CEO, los casos que aparecen en su informe son suficientemente clarificadores como para considerar que existe un alto riesgo de que una gran proporción de altos cargos de la DG FISMA no tengan la necesaria distancia y neutralidad de las entidades que se suponen deben regular. Y esto podría poner en entredicho su actuación como cargos públicos de modo que sean “demasiado comprensivos con los intereses del sector financiero”.
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