Asesinato de Couso EEUU acusó a la izquierda de "sacar ventaja" de la muerte de Couso
En distintos informes, la embajada española advertía que la oposición buscaba convertir un “incidente” en un “asesinato”, todo ello con el objetivo de perjudicar al Gobierno del PP por su apoyo a la invasión a Irak. “Se trata de unas acusaciones tremendas y terribles”, afirma David Couso, hermano de la víctima.
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El fuego no se apaga. Más de 15 años después de que un carro de combate de Estados Unidos asesinara al cámara José Couso en Bagdad, documentos elaborados entonces por la embajada de EEUU en Madrid demuestran que los responsables de ese crimen intentaron hacerlo pasar como un “incidente”, mientras veían un complot de la izquierda y de periodistas afines para perjudicar al gobierno de José María Aznar.
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A Couso lo mataron un 8 de abril de 2003. Nueve días después, la delegación diplomática estadounidense en la capital española inició una frenética producción de análisis sobre cómo impactaba la situación entre la ciudadanía y la clase política, algo que parecía preocuparle de sobremanera. En un documento enviado al Departamento de Estado, el embajador George L. Argyros señalaba que “la ministra (Ana) Palacio y el ministro (Federico) Trillo”, responsables de Exteriores y Defensa bajo el gobierno de Aznar, “han estado bajo constante presión política de los opositores”.
De hecho, acusaba a los partidos de la oposición –liderada entonces por el PSOE- de tratar de sacar “ventaja de la muerte de Couso para condenar el apoyo del gobierno de Aznar a la política estadounidense”, en relación al respaldo que el Ejecutivo del PP había dado a la Casa Blanca a la hora de invadir Irak. En tal sentido, señalaba que a La Moncloa “le gustaría tener la máxima información posible para defenderse”. Hace referencia también a los contactos “informales” que había iniciado la diplomacia española para “pedir información” sobre la muerte de Couso en la capital iraquí.
Bajo el subtítulo de comentario “Comentario/Acción solicitud”, el entonces embajador advertía a sus jefes en Washington que “la izquierda española (incluyendo muchos periodistas locales)” estaban haciendo un esfuerzo “extraordinario” para “convertir la muerte de Couso de un incidente trágico a un asesinato”. “Este asesinato pueden explotarlo para condenar la política estadounidense y el apoyo del gobierno de Aznar a la misma”, subrayaba a continuación.
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Gestiones de Vasile
Este informe también hace alusión a una reunión que el consejero delegado de Telecinco, Paolo Vasile, había mantenido con el embajador de EEUU ocho días después del asesinato del cámara de esa cadena. Según el documento, Vasile “describió un generoso paquete que Telecinco estaba proveyendo a la viuda y los hijos de Couso” e indicó que había consultado al gobierno español sobre si haría algo similar. Asimismo, “Vasile preguntó si el gobierno de EEUU podía hacer algo para ayudar a cerrar el asunto”.
En cuanto a los “compromisos” de EEUU, el embajador subrayaba que “el Mando Central de los Estados Unidos (CETCOM) ha declarado públicamente que continuará con la investigación del incidente del Hotel Palestina donde Couso perdió su vida”. “Es importante que esta investigación sea completada sin demora y que una versión desclasificada esté disponible”, señalaba, al tiempo que indicaba que su intención era “compartir” esa información “con la dirección de Tele5 y con la familia de Couso”.
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Gestiones del Rey
Tres meses después, el 10 de julio de 2003, la representación diplomática elaboraba otro informe en el que admitía que este asesinato era un “asunto todavía vigente en España”. “Allegados y amigos de José Couso, el cámara de Telecinco asesinado en el balcón del hotel Palestina en Bagdad por un tanque estadounidense el 8 de abril continúan su cruzada pública por una investigación sobre su muerte”, describía, advirtiendo que altos representantes como el secretario de Estado Collin Powell “han asegurado a los oficiales españoles y a los medios de comunicación que la investigación sigue su curso”.
No obstante, admitía que “la falta de información sobre el estado de la investigación alimenta el enfado y las protestas”, tras lo cual citaba la movilización realizada el 8 de julio de 2003 frente a la embajada de EEUU, en la que habían participado alrededor de 200 personas.
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En esa línea, señalaba que el Rey Juan Carlos había “pedido ayuda” al ex presidente Bush (padre) “para resolver el caso cuando los dos se vieron en Madrid en junio”. “Aunque las expectativas se incrementaron, no hubo respuesta sobre los resultados de esta investigación por parte del Pentágono”, comentaba. En tal sentido, señalaba que la familia de José Couso, “aún más frustrada y vociferante, está presionando al gobierno español para abrir su propia investigación” y citaba la querella presentada contra el teniente coronel Philip de Camp, el capital Philip Wolford y el sargento Thomas Gibson, responsables del crimen, “acusándoles de crímenes de guerra”.
Alertaba además que “otros grupos también se han interesado por el caso José Couso”, entre los que citaba al PSOE, Amnistía Internacional o el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), con sede en Nueva York. Sobre este último grupo, señalaba que había sido convocado en el Pentágono “para emprender una investigación a fondo de lo que pasó para asegurar que un error similar no se repetirá en el futuro”.
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Con esos datos sobre la mesa, la embajada requería a Washington “una copia del informe de la investigación”, así como el “lenguaje definitivo” que podían utilizar a la hora de abordar este caso con el gobierno español. Sin embargo, se mostraba escéptica sobre el alcance de esas actuaciones: “Incluso un informe equilibrado o justo del incidente es poco probable que vaya a satisfacer a la familia y a los allegados”, sostenía. No obstante, reiteraba la necesidad de conseguir un informe “concluyente y diligente” sobre el crimen de Couso.
“Tremendo y terrible”
Las preocupaciones de la embajada de EEUU en torno a este caso ya quedaron patentes en la serie de documentos Wikileaks . Para David Couso, hermano del cámara asesinado, se trata de unas acusaciones “tremendas y terribles”. “Es muy grave que un embajador dijese que se quiso rentabilizar todo aquello”, afirmó a Público tras ser informado sobre el contenido de estos informes.
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En cualquier caso, Couso dijo que nada de esto le sorprende debido al “papel de EEUU” a la hora de “mentir o tergiversar los relatos”. Lo comprobamos en 2010 con los cables de Wikileaks y lo volvemos a comprobar ahora”. A su juicio, vuelve a quedar patente una idea que le acompaña desde que mataron a su hermano: “aquí primaron los intereses geopolíticos o económicos en lugar de la defensa de la justicia y de los derechos humanos”.