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La opositora Alianza Socialdemócrata gana las elecciones de Islandia y podría formar gobierno con apoyos

Escrutado el 100% de los votos, los socialdemócratas obtienen el 20,8%, por delante del conservador Partido de la Independencia del primer ministro Bjarni Benediktsson, con el 19,4%, y el liberal Reforma, con el 15,8%.

Elecciones Islandia
Imagen de la líder del partido Alianza Socialdemócrata de Islandia, Kristrun Frostadottir, mientras emite su voto durante las elecciones parlamentarias el 30 de noviembre de 2024. Jonathan KLEIN / AFP

La opositora Alianza Socialdemócrata ha ganado las elecciones legislativas anticipadas en Islandia y podría formar Gobierno, pero necesitaría el apoyo de otras dos fuerzas políticas, según el recuento final difundido hoy por la Autoridad Electoral.

Escrutado el 100% de los votos, los socialdemócratas obtienen el 20,8%, por delante del conservador Partido de la Independencia del primer ministro Bjarni Benediktsson, con el 19,4%, y el liberal Reforma, otra fuerza opositora, con el 15,8%.

El Partido del Pueblo logró el 13,8%, el Partido de Centro el 11,5% y el Partido Progresista, que integraba la coalición en el poder, el 7,8%.
Dos fuerzas pierden sus escaños en el Alþingi (Parlamento): el Movimiento de Izquierda Verde en el Gobierno hasta octubre pasado y cuya salida provocó el adelanto electoral, con el 2,3%, y el Partido Pirata, con el 3%.

El Partido Socialista, al que los sondeos situaban en la Cámara, se ha quedado en el 4%, lejos de la barrera mínima del 5 %.

Segunda derrota de los conservadores en 80 años

El resultado supone la segunda derrota electoral del Partido de la Independencia desde que Islandia se separó de Dinamarca en 1944: la anterior se había producido en 2009, en medio de la mayor crisis económica en la historia reciente del país, y entonces también ganaron los socialdemócratas.

Tanto estos como Reforma duplican porcentaje y escaños, pero la suma de las dos fuerzas (26 mandatos) no alcanza los 32 que marcan la mayoría absoluta en la Cámara, por lo que sería necesario al menos el apoyo de otra fuerza política, ya que en Islandia no hay tradición de Gobiernos en minoría.

Durante el tradicional debate de líderes políticos celebrado esta madrugada en la televisión pública RÚV, la líder socialdemócrata, Kristrún Frostadóttir, ha rechazado gobernar con los conservadores y ha elogiado a la líder del Partido del Pueblo, Inga Sæland.

Los socialdemócratas y los liberales son las dos únicas fuerzas parlamentarias claramente a favor del ingreso en la Unión Europea (UE), aunque sólo estos últimos han defendido de forma abierta en campaña la celebración de un referendo.

El Partido del Pueblo, en cambio, se alinea con los escépticos a formar parte de la UE.

Islandia, un país tradicionalmente escéptico hacia Bruselas, solicitó el ingreso en la UE en 2009, después de sufrir la peor crisis económica de su historia reciente y con un Gobierno liderado por la socialdemocracia, pero la retiró seis años después coincidiendo con el cambio en el poder.

Los partidarios del "no" han sido históricamente mayoría, pero en los últimos meses las encuestas apuntan a que la situación se ha revertido.

Desplome de la coalición de Gobierno

El resultado supone un duro golpe para la coalición que ha gobernado esta isla del Atlántico Norte con cerca de 390.000 habitantes en los últimos siete años, con una caída conjunta de 24 puntos porcentuales y 18 mandatos.

Los conservadores ceden casi cinco puntos y pierden dos escaños, mientras que los progresistas retroceden casi diez y ceden ocho diputados.

Peor le fue todavía al Movimiento de Izquierda Verde -cuya antigua líder, Katrín Jakobsdóttir, fue primera ministra hasta abril pasado-, que cae diez puntos y pierde los ocho escaños que tenía en la Cámara, un resultado que ya preveían los sondeos.

A pesar de las diferencias ideológicas entre las tres fuerzas, el resultado electoral de 2017 les había llevado a cerrar un pacto de Gobierno que funcionó con normalidad en la primera legislatura y se vio respaldado por las urnas cuatro año después.

Pero la salida en abril de Katrín Jakobsdóttir para concurrir a las elecciones presidenciales -que perdió dos meses después frente a la empresaria Halla Tómasdóttir- y las diferencias en materia de inmigración y política energética provocaron en octubre la ruptura de la coalición. 

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